Basta leer las cifras del Banco Central de Marruecos para saber que vienen tiempos difíciles. Según explicaba Daniel Abascal, en 2023 la superficie cultivable en el país alauita era de 3,7 millones de hectáreas. Este años, si todo sigue como hasta ahora, se reducirá a 2,5 millones.
¿El motivo? Un brutal sequía que "ya va por su sexto año" y que está sometiendo al país a un estrés hídrico "extremadamente elevado". ¿Su única esperanza? La ciencia.
Un carrera científica contra la sequía. El Centro Internacional de Investigación Agrícola en Zonas Áridas (ICARDA) lleva muchos años tratando de transformar zonas desérticas en tierras productivas y cultivables. Aunque sus esfuerzos se concentran en Marruecos, tiene proyectos en más de 17 países (y recibe financiación de decenas de instituciones).
Las claves de ICARDIA son sencillas de entender, pero muy díficiles de implementar en la práctica. Al fin y al cabo, cosas como la gestión eficiente del agua, la selección de cultivos climáticamente inteligentes o la optimización del uso del suelo cultivable puede sonar algo de "sentido común": pero no son cosas triviales.
Al contrario, requieren una cantidad enorme de investigación para ponerlo en marcha.
El mejor ejemplo es la selección de semillas. “Se ha vuelto esencial utilizar semillas resistentes y emplearlas lo antes posible”, decía el jefe de mejora genética de trigo de ICARDA, Wuletaw Tadesse Degu, en Atalayar. El Centro ha creado un banco de genes vegetales con la idea de desarrollar genotipos que no "solo resistan la sequía y el calor, sino que también rindan en abundancia".
Según explica Abascal, los campos de la región de Marchouch que está aplicando la metodología de ICARDA consiguieron "un rendimiento de cuatro toneladas por hectárea con sólo 200 milímetros de precipitaciones". La cebada también experimentó un boom con aumentos de rendimiento de hasta una tonelada y media por hectárea frente a la media del país.
Semillas, un recurso estratégica. Esa es la clave del asunto y lo que muchos no comprenden: que en un mundo con un clima cambiante, las semillas se han convertido en un recursos estratégico. Muchos países (y en Marruecos más que la media) recurren a los mercados internacionales para obtener variedades más productivas y resistentes. Pero eso no suele ser suficiente.
Son "mejores" que las variedades locales, sí; pero no son todo lo buenas que podrían ser porque las condiciones en las zonas áridas son demasiado para ellas.
La vía de ICARDA trata de romper con ellos y crear recursos para desarrollar variedades resistentes a la disposición de todos, pero los problemas son muchos.
¿En qué lugar queda España? Esa es una gran pregunte y una en a que no solemos pensar cuando pensamos en el sector agroalimentario. España, al fin y al cabo, es un gigante mundial y controla buena parte del mercado europeo; tiene un desarrollo tecno-científico envidiable y es, en ella misma, un enorme laboratorio de la desertificación... Sin embargo, la sensación permanente es que estamos perdiendo el paso.
No es cierto, claro. O, al menos, no del todo. Pero al ver los problemas que tenemos en el país, es inevitable pensar que seguimos siendo el mismo gigante con pies de barro que llevamos siendo durante toda nuestra historia reciente.
Imagen | Warren
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