Plantar árboles se ha convertido en una obsesión en algunos países debido a que pueden ser de ayuda para combatir el cambio climático. El compromiso es tan fuerte que, durante la Cumbre del Clima COP26, uno de los puntos fue la unión de los gobiernos para luchar contra la deforestación con 2030 como fecha límite. El problema de estos programas de reforestación es que puede que sea contraproducente y el motivo es que estamos plantando árboles a lo loco.
Y hay estudios que plantean un escenario siniestro: los árboles que hoy consideramos aptos para reforestar Europa podrían no sobrevivir hasta el año 2100.
Apocalipsis vegetal. Los bosques son vitales para el correcto equilibrio de la naturaleza y para la propia humanidad. No en vano se dice que son el pulmón terrestre, pero actualmente están viviendo una crisis en diferentes partes del mundo, Europa incluida. El problema en el viejo continente es que se están notando los efectos del cambio climático, con cada vez temperaturas más extremas que acarrean olas de calor y sequías. Eso ya es malo para la vegetación, pero también favorece que se produzcan incendios.
Pero no sólo el clima amenaza nuestros bosques, también los escarabajos de la corteza y… bacterias. Entre otras, se han descubierto bacterias como la Xylella fastidiosa (acabando con 60 millones de olivos en 2013), una plaga llamada Trioza erytreae (ha puesto en jaque a los cítricos portugueses), otro patógeno llamado Candidatus Liberibacter solanacearum (ha infectado zanahorias y apio) y un hongo llamado Hymenoscyphus fraxineus (causando estragos entre los fresnos polacos). Y también hay escarabajos que están acabando con cierto tipo de árboles.
Caldo de cultivo perfecto. El problema no es sólo que estén muriendo millones de formas de vida vegetal, sino que, en algunos casos, no tenemos herramientas para detener las plagas y es algo que puede volverse más común. ¿El motivo? El cambio climático, ya que el aumento de la temperatura media en Europa está permitiendo que esas plagas que se encontraban más cómodas en ambientes más cálidos puedan prosperar en el continente. Por ejemplo, se encontró que la Xylella fastidiosa pudo llegar a Europa desde América Latina 'oculta' en plantas de café.
Cuello de botella forestal. Teniendo en cuenta que es probable que la temperatura media del planeta siga variando, hay que orquestar una estrategia para la reforestación que no consista sólo en plantar cuantos más árboles mejor (personas como Bill Gates van en esta línea), sino en seleccionar las especies que más probabilidades tengan de prosperar. En un reciente estudio publicado en Nature, se ha llegado a la conclusión de que muchas de las especies que actualmente consideramos idóneas para la reforestación de los bosques europeos no sobrevivirán hasta 2010.
Eso es porque estamos teniendo en cuenta que son especies que están adaptadas a las condiciones actuales, pero que una pequeña variación de la temperatura podría ser suficiente para acabar con ellas, bien por la propia temperatura o por agentes externos como las plagas. Los investigadores evaluaron 69 especies de árboles nativos de Europa (el 90% de las especies autóctonas) tanto en bosques vírgenes como reforestados y la conclusión es que la distribución de diferentes especies puede crear un “cuello de botella” en la gestión forestal.
Para plantear esto, simularon la resiliencia de los árboles hasta 2100 según tres escenarios climáticos, teniendo en cuenta los datos de temperatura de 1850 a 1900. En un escenario con un calentamiento de 1,6 grados, el número de especies por kilómetro cuadrado capaces de sobrevivir disminuiría alrededor de un 33%. En un escenario medio con un aumento de 2,5 grados, las especies disminuirían un 38%. Y en un escenario severo con un aumento de temperatura de 4,3 grados, el 49% no sobrevivirían.
Plantar con cabeza. Este escenario tan desalentador no sería igual para toda Europa, ya que el impacto sería distinto en función de la zona geográfica, afectando más al norte y oeste de Europa que el centro y este del continente. Además, las zonas montañosas tendrían algo más de manga ancha en cualquiera de los tres escenarios. Por tanto, lo que plantean los autores del estudio es que no sólo se reforesten zonas atendiendo a las especies que, actualmente, son nativas de la zona, sino las que tienen más posibilidades de sobrevivir a este aumento de temperatura.
Es un escenario complejo, ya que los bosques son esenciales para conservar la biodiversidad, almacenar carbono y producir madera y especies que cumplen muy bien estas tres funciones como el abeto blanco, el arce, el abedul, el olmo y el castaño pueden verse muy amenazadas. Y también se deberían plantear las estrategias de reforestación para plantar más bosques mixtos para que haya especies con más posibilidades de adaptación ante cambios climáticos y plagas.
El problema con el que se pueden encontrar los administradores forestales si tienen en cuenta estas recomendaciones es que haya pocas especies compatibles para ciertas zonas de cara a un periodo de 80 o 100 años de crecimiento, haciendo que haya menos entre las que elegir a la hora de crear bosques mixtos, creando espacios con una menor diversidad.
Imagen | Donar Reiskoffer, Jami Dwyer
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