Apple quiso reinventar la computación con el iPad. Doce años después, cada vez se parece más a un ordenador

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El iPad original llegó en 2010, y Steve Jobs lo describió como "lo que ocurriría si un iPhone y un MacBook Air tuviesen una cita". Durante sus primeros años de vida fue aumentando prestaciones para no quedarse únicamente en ser un iPhone muy grande, y lo consiguió, pero el gran primer salto llegó con el iPad Pro, ya en 2015.

Aquel iPad Pro fue dos cosas: una excelente noticia para ilustradores, que ahora tenían un Apple Pencil y una excelente pantalla sobre la que trabajar; y la primera piedra del camino para ser algo más que lo que ya sabíamos que era el iPad.

Han pasado siete años desde aquello, y hoy tenemos iPad Pro con una potencia desmedida para, ilustradores aparte, nadie sabe muy bien qué, pero cada vez más parecido a un portátil.

Teclado físico en apaisado, sistema de archivos tradicional, ventanas flotantes, cursor y trackpad...

Un repaso a algunas de las novedades de cada actualización del sistema operativo o del propio iPad desde hace unos años, y cómo han ido asemejando cada vez más al iPad y a un MacBook.

El iPad quiso trascender al teclado y solo lo ofreció en su primera versión, construido para usar el iPad en vertical. El iPad Pro recuperó el teclado físico, y en horizontal, y desde entonces solo ha hecho que ir pareciéndose más al de nuestros ordenadores. Ya es rígido, retroiluminado y con teclas de función.

Quiso una nueva multitarea y acabó lanzando la pantalla dividida 50/50 o 75/25 en iOS 9. Años después llegaron más formatos, ventanas flotantes y soporte externo.

Un iPad, paradójicamente, se parece mucho más a una Surface de Microsoft hoy que hace diez años

iOS 11 trajo un dock en el que poner muchas más aplicaciones y de paso se cargó una limitación absurda que arrastramos durante años, la de un número de aplicaciones en la pantalla de inicio muy reducido. Quiso trascender a un sistema de archivos tradicional pero tuvo que acabar lanzando la aplicación Archivos ese mismo año, muy similar, y cada vez más, al Finder de macOS. A un sistema tradicional de manejo de archivos.

En 2019 estrenó su propio sistema operativo, iPadOS, como una declaración de intenciones independizándose de iOS para recorrer su propio camino. El tono general entonces entre la comunidad de usuarios de Apple era algo así como "ahora sí, se vienen cositas", pero tres años después no hay ni rastro de lo que planteaba aquella escisión. Hay novedades que no están mal y nadie puede negar la calidad del iPad como tablet, pero da la sensación de que llevamos demasiados años esperando un salto que le impulse más allá de los límites de nuestra capacidad de abstracción.

El iPad quiso trascender al ratón y acabó lanzando el cursor, soporte para ratones externos y hasta trackpads junto a sus teclados oficiales. El iPad nació como otra forma de gestionar ventanas y aplicaciones, y ahora esas ventanas, cuando lo conectamos a un monitor externo, se asemejan mucho más a las de macOS. Cuando no, las vemos a través de un Stage Manager que no parece haber convencido a nadie. Al revés.

No es una cuestión trivial. Federico Viticci es el fundador de MacStories, una publicación sobre Apple donde durante años ha comunicado su pasión por el iPad hasta el punto de hacer en él mucho más de lo que parecía posible. Ni siquiera él tiene una opinión favorable: bugs y un comportamiento poco fiable incluso ahora que ya ha salido la versión final de iPadOS 16. Pero ese es otro tema.

El iPad original llegó en 2010, el primer iPad Pro en 2015, y entre medias, en 2012, lanzó Microsoft su primera Surface. Aquella Surface, que con los años se ha ido ramificando en varios enfoques y conceptos, ha acabado resultando ser lo más parecido al iPad Pro actual: un dispositivo táctil con teclado y trackpad en una funda aparte, y por supuesto, ventanas flotantes, multitarea real, sistema de archivos...

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Microsoft Surface de 2012.
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El último iPad presentado, el de 10ª generación, en 2022.

Dicen los rumores que no veremos pantallas táctiles en los Mac, pero sí es posible que veamos macOS en un iPad Pro M2. Sería raro, pero si acaba sucediendo sería la sublimación de aquella vieja Surface como punto de inspiración para Apple, que ha necesitado diez años para volver a la casilla de salida porque pocas de sus propuestas para trascender a la computación tradicional llegaron para quedarse y sin embargo cada vez se parece más al dispositivo de Microsoft. Paradójicamente, ha ido ganando elementos propios de los ordenadores en lugar de trascender a ellos.

Apple reinventó el teléfono móvil y definió su estándar físico en 2007. Quince años después sigue plenamente vigente. Con el iPad, la historia es diferente, y cada año que pasa se va haciendo un poco más confusa.

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