Hace 50 años, un inventor presentó el primer motor de agua. Era español, un visionario y un completo fraude

Arturo Estévez Varela presumía de circular durante 900 kilómetros con cuatro litros de agua. Y algo más

Motor De Agua Anos 50
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"De mi patente, la licencia para España la cedo gratuitamente al Estado para beneficio de todos los españoles". Alto y claro, así lo hizo saber Arturo Estévez Varela, el inventor del motor de agua y, sin duda, un grandísimo español. Al menos eso es lo que debieron pensar los espectadores del NODO, que en los primeros años de la década de 1970 recogían las palabras de este extremeño.

"Eso se murió con mi padre y nosotros tampoco nos hemos preocupado de moverlo", decía Arturo Estévez hijo en un reportaje para RTVE en 2009. Quizás por desconocimiento o, probablemente, por tener demasiado conocimiento. Conocimiento de que el invento, en realidad, era completamente irrealizable y que las patentes que enseña a la periodista del ente público no tienen valor alguno.

Pero, ¿quien era ese hombre trajeado que bebía de un botijo antes de llenar el depósito de una motocicleta con agua y la hacía funcionar? Detrás del nombre de Arturo Estévez Varela había un inventor, un enorme visionario y, por qué no decirlo, también un estafador.

Antes de su motor de agua, este extremeño nacido en Valle de la Serena (una pequeña localidad de poco más de 1.000 habitantes en la provincia de Badajoz) ya había ideado un asador de pollos con infrarrojos y el "plano ala", un ingenio que permitía recuperar cohetes. Space X en la España franquista.

Captura De Pantalla 2023 02 01 A Las 17 11 39 Arturo Estévez Varela en una demostración de su invento

Con cuatro litros de agua, 900 kilómetros de autonomía

Pero si por algo se hizo famoso Arturo, que quizás a estas alturas deberíamos empezar a llamar Don Arturo, era por su motor de agua. Un invento que, según decía, permitía recorrer en coche 900 kilómetros con apenas cuatro litros de agua. Declaraciones que recoge la prensa de la época.

Era octubre de 1970 y, evidentemente, aquello parecía magia. ¿Cómo conseguía el bueno de Don Arturo poner en funcionamiento una motocicleta que llevaba por España? Sí, con agua, pero también con hidrógeno. El agua sólo era uno de los pilares de su invento. El tercero era el hidrógeno. Y el segundo, un misterio.

Pueblo a pueblo y ciudad a ciudad, Don Arturo recorrió toda España, generando revuelo a su paso, acaparando las miradas de la prensa y, como hemos visto, también del NODO. Lo que no desvelaba este inventor extremeño era qué escondía aquella sustancia que, junto al agua, permitía hacer funcionar el motor de combustión de su motocicleta.

En teoría, el agua reaccionaba con un mineral que Arturo no quería desvelar. Esta reacción producía hidrógeno que, con su quema en el motor de combustión, hacía funcionar la motocicleta. Es decir, el procedimiento era similar al que han probado en Toyota. No es un motor de pila de combustible, es un motor de combustión que quema hidrógeno, un proceso mucho más ineficiente.

Si consultamos diferentes fuentes en la red, muchas coinciden en que el franquismo llegó a encargar un informe técnico para comprobar si lo que decía aquel desconocido inventor era cierto. Evidentemente, todo quedo en agua, sí, pero de borrajas.

Desparecido

Estas mismas fuentes terminan su historia en un mismo punto. Don Arturo se mostró incansable para hacerse oír, para convencer a propios y extraños de que su invento funcionaba y que era la solución a gran parte de los problemas españoles. Sin embargo, desaparece. Nada más se supo de él y las fábulas comienzan. Desde que el franquismo trató de ocultar el invento hasta que las petroleras decidieron silenciarlo.

Parece que el secreto, sin embargo, no era tan secreto. En este blog recuperan gran parte de recortes de prensa de la época. Poco después de darse a conocer y sin ser escuchado por el Gobierno, Don Arturo consiguió que alguien confiara en él. Ese alguien era José Carrera Rey, un empresario que compró la mitad de los derechos del invento a un precio de seis millones de pesetas.

Es en ese momento cuando se le pierde la pista a Don Arturo. José Carrera Rey descubre, entonces, que tiene entre las manos un invento que no sirve para nada. Lo que no tiene son seis millones de pesetas y tampoco tiene socio. Desesperado denuncia a Don Arturo pero, de Don Arturo, no se vuelve a saber nada.

Sólo un auto de procesamiento, en 1974, por un supuesto delito de estafa consigue que Don Arturo aparezca en el juzgado. Sin embargo, en diciembre de 1977 los magistrados lo tuvieron claro: los asuntos de la Justicia ya iban muy despacio en España y Don Arturo no había cometido ningún delito de estafa pues creía en su invento, por lo que no hubo ningún tipo de engaño.

Por las fechas en las que se grabó el reportaje de Televisión Española y lo que cuenta su hijo, Don Arturo murió en la frontera de los años 80 y 90 y se llevó su secreto a la tumba. Un secreto que, según los científicos que han estudiado el caso, era el boro.

El boro es un elemento químico que, en reacción con el agua, provoca hidrógeno que, incluso, puede inflamarse por el enorme calor desprendido. De ahí que Don Arturo siempre alertara de que su "mineral secreto" y el agua debían mezclarse en cantidades controladas.

Según recogió La Vanguardia el pasado verano, el motor de agua, por tanto, es perfectamente funcional, pero muy poco útil. Para conseguir 5 kg de hidrógeno, con el que un Toyota Mirai de pila de combustible (más eficiente que quemar hidrógeno) recorre unos 600 kilómetros, se necesitan 45 litros de agua y 19 kg de boro.

El problema es, básicamente, los 68.000 euros que costarían los 19 kg de boro, según recogían en el diario catalán. ¿Era funcional? Desde luego, pero, a su lado, el primer litro de combustible sintético y neutro en emisiones a 2.800 euros ya no nos parece tan caro.

Imagen | Commons

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*Una versión anterior de este artículo se publicó en febrero de 2023

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