El diésel ya está tan caro como la gasolina 98. Era algo impensable y es un camino de no retorno

El diésel ya está tan caro como la gasolina 98. Era algo impensable y es un camino de no retorno
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Los combustibles fósiles están caros. Muy caros. Especialmente, si echamos la vista atrás más allá de un año. Tan caros que repostar un litro de diésel cuesta, en la práctica, lo mismo que la gasolina 98, su producto más caro. Es decir, el diésel ya no sólo es más caro que la gasolina. La gasolina más cara está al mismo precio que el gasóleo. ¿Qué ha sucedido?

Los precios. Hoy mismo, el coste medio de la gasolina en España es de 1,746 €/l y 1,912 €/l para el diésel. Unas cifras especialmente llamativas si tenemos en cuenta que el precio de la gasolina 98 es de 1,913 €/l. Es decir, en la media española, con datos recogidos por dieselogasolina.com, repostar un litro de diésel es tan caro como uno de gasolina 98.

Si echamos la mirada atrás, las cifras son especialmente llamativas. Hace un año, la gasolina tenía un precio de 1,466 €/l. El diésel era casi 80 céntimos más barato, costando 1,335 €/l. Dos años atrás, el precio era de 1,162 €/l para la gasolina y de apenas 1,029 €/l para el diésel. Todos son datos de los boletines semanales que recopila la Unión Europea con los precios medios que les entregan los países.

Impensable. Que el diésel pudiera ser más caro que la gasolina era algo impensable hace un año. En marzo, sin embargo, el precio del diésel supero al de la gasolina por primera vez en nuestro país. Una situación anómala que se recondujo pocos meses después a lo que estamos acostumbrados.

Desde hace unas semanas, el precio del diésel no sólo es más caro que la gasolina. Echar hoy un litro de diésel es tan caro como utilizar gasolina 98 para nuestros coches. Un producto que, al contrario de lo que se afirma en algunos foros o se puede leer en la red, no hará que nuestro coche funcione mejor. El Diésel A+, evidentemente, está aún más disparado y ya se paga por encima de la barrera de los dos euros por litro. Aunque lejos, ambas categorías de gasóleo apuntan ya a su máximo histórico.

Y no es problema de los impuestos. Es el mantra habitual cuando hablamos de los combustibles fósiles. Impuestos. Aquello de que la mitad de lo que pagamos con cada litro de combustible va a parar al Estado hace tiempo que dejó de ser una realidad. Hace dos años, el 54% de lo que pagábamos por el diésel eran impuestos. Hace un año ya era del 46%. Hoy es del 38% (según el último informe europeo). De hecho, España es uno de los países donde menos impuesto por el diésel se pagan de Europa.

Esto es porque el IVA (21%) aumenta su recaudación conforme aumenta el precio del combustible, pero el resto del gravamen, el Impuesto Especial sobre Hidrocarburos tanto en su tramo Especial (7,2 céntimos/litro) como el General (0,307 euros/litro) es invariable. Con los datos actualizados, en España se pagan 0,711€/l de impuestos por el diésel (37,2%). Con cada litro de este combustible, 1,20 €/l están dirigidos a pagar el coste de la materia prima, su distribución y el margen de beneficios de las petroleras y estaciones de servicio.

¿Nadie gana? Las ganancias y el margen de beneficios de las petroleras y estaciones de servicio son puestos en duda constantemente. La subvención de 20 céntimos/litro del Estado fue absorbida tan rápidamente en la distribución que el Gobierno llegó a plantear su retirada. Según El País con datos de la CNMC, los beneficios de las gasolineras se han ampliado hasta el 21% en los últimos años. La patronal de éstas asegura que el margen es de apenas un 2%.

Con datos actualizados, la CNMC ha confirmado que durante el pasado mes de abril, las gasolineras ampliaron su margen de beneficios hasta comerse la ayuda estatal. En dicho mes, el diésel aumentó su margen de beneficios en 4,98 céntimos/litro. En el mismo periodo, la gasolina lo aumentó en 1,15 céntimos/litro. Y España no es el único país. De hecho, Estados Unidos, Reino Unido o Alemania abrieron investigaciones por las desmedidas subidas en el precio de los carburantes.

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El precio del diésel. Cabe preguntarse, entonces, qué ha provocado que se encarezca tanto este combustible. Además del Barril de Brent, que la OPEP quiere mantener en los 100 dólares/unidad presionando al mercado con una menor oferta, el precio del diésel está más unido a la cotización de los productos refinados. La Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP), no dejaba claras las causas hace unos meses. "Puede afectar un descenso de la oferta –una parada técnica en una refinería, por ejemplo– o un aumento de la demanda", señalaban a El País.

Lo cierto es que Europa se ha encontrado en un callejón sin salida con el veto al petróleo ruso. El combustible llegado de Rusia ya llegaba refinado y los precios de las refinerías europeas no podían competir con los que se ofrecían desde el Este. Sumado a la caída de la oferta durante los confinamientos por coronavirus, multitud de refinerías en el continente acabaron por echar el cierre.

Sin embargo, con la demanda recuperada y Rusia en fuera de juego, las refinerías europeas son un embudo que no da a basto. El exceso de demanda ha provocado que el precio del producto se haya disparado. Las refinerías de Repsol, por ejemplo, multiplicaron sus beneficios por 15 en registros del pasado mes de julio, comparado con el mismo periodo del año anterior. Galp, Shell o Exxon Mobile también han multiplicado sus beneficios.

Contra la espada y la pared. El consumidor es, como siempre, el más afectado por la situación. De momento, en España, contaremos con una subvención al diésel y la gasolina hasta el próximo 31 de diciembre pero queda por ver cuándo empezará a plantearse su retirada. Esta puede ser la nueva normalidad y retirarla disparará aún más su precio, aunque ésta beneficie especialmente a las rentas altas.

Con el paso del tiempo, el mercado debería conducir a una menor demanda de diésel. La Unión Europea ha decidido optar por electrificar el mercado automovilístico, esto es una apuesta directa a medio plazo por la gasolina. Pero, al tiempo, comprarse un coche es cada vez más caro, lo que provoca que la segunda mano para coches de más de diez años que, en su gran mayoría, son de motor diésel, sean los que mayor volúmenes de ventas muevan.

Si estos pasos se van dando, las estaciones de servicio necesitarán elevar el precio del combustible para una menor demanda. La Unión Europea está decidida a perseguir al diésel por encima de la gasolina (un buen ejemplo son las etiquetas de la DGT y sus restricciones circulatorias) y aunque hace tiempo que no se habla, aumentar sus impuestos ya es algo que se ha puesto encima de la mesa.

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