La subvención a la gasolina es una jugada arriesgada: el mercado camina hacia la escasez y precios más altos

La subvención a la gasolina es una jugada arriesgada: el mercado camina hacia la escasez y precios más altos
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Tras la huelga de los transportistas y multitud de voces reclamando un freno a los precios del combustible y la energía, el Gobierno ha confirmado que subvencionará parte del precio del combustible. La medida se engloba dentro de un plan de choque económico para frenar las consecuencias de la Guerra de Ucrania. En materia de combustible, se ayudará con 20 céntimos/litro a todos los conductores. Pero, ¿hasta cuándo?

El plan de choque. El anuncio ha llegado durante el ha llegado durante ciclo “Generación de Oportunidades”, organizado por Europa Press y McKinsey, y lo ha confirmado el propio Pedro Sánchez delante de gran parte de representantes del Ibex 35. Un paquete de ayudas en el que también se incluyen ayudas al alquiler o 10.000 millones en préstamos ICO.

20 céntimos/litro. La gran sorpresa de este paquete de ayudas es la subvención de 20 céntimos/litro a todos los conductores. Es una extensión de lo que ya se decidió con los transportistas para levantar la huelga. De los 20 céntimos/litro, 15 de ellos le corresponderá al Estado aportarlos y los cinco céntimos restantes a las estaciones de servicio.

El coste. Durante los anuncios de los últimos días, el Gobierno cifró el coste de bajar 20 céntimos/litro a los transportistas en 450 millones de euros durante los tres meses que, de inicio, durará la medida. Con los precios actuales y tomando como referencia el consumo de enero (último dato disponible), el Estado habría recaudado más de 1.000 millones de euros cada mes.

Con el gasto en combustible que se hizo en enero (unos 1.634.809.350 litros entre gasolina y diésel), el Estado deberá abonar unos 245.221.402 euros mensualmente. A esta ayuda directa, que se aplicará en la propia estación de servicio, se sumarán los 81.740.467 euros mensuales que tendrán que soportar estas empresas con sus cinco céntimos/litro.

Los impuestos. La decisión de rebajar el precio final de los carburantes tiene dos lecturas. La primera es que, de subir el precio del combustible, seguiremos pagando más en la misma proporción. La segunda es que, de haber tocado los impuestos, sólo el IVA habría paliado esto. Y en parte. Es decir, bajar el porcentaje de IVA bajaría los precios finales automáticamente, pero de subir también lo harían. Eso sí, en menor medida, pues el porcentaje a aplicar sería menor.

Por tanto, de haber rebajado el Impuesto Especial sobre Hidrocarburos, el resultado habría sido el mismo que el de rebajar el precio final, pues éste es fijo e inamovible, sea cual sea el precio final del combustible. Además, se recaudaría menos dinero. Manteniendo el IVA y subvencionando el precio final, el Estado se asegura que parte de esa subvención se recaude con el propio aumento del combustible. Además, sería rebajar los impuestos en uno de los países que menos grava el combustible.

El túnel. La Guerra de Ucrania ha sumergido a Europa en un túnel en el que, de momento, no se ve la luz. Las sanciones a Rusia y las dificultades para mantener las cadenas de suministros han encarecido los productos hasta alcanzar una inflación superior al 7%. Y el mercado del petróleo está en el punto de mira.

Desde hace una semana está encima de la mesa la posibilidad de vetar el petróleo ruso, pues éste es una de las principales fuentes de ingresos del país. Esto ha impulsado el precio del Barril de Brent, que se situó por debajo de los 100 dólares pero ha vuelto a elevarse por encima de esta barrera. Tenemos que esperar para saber si este precio acaba por convertirse en un nuevo estándar.

Más caro. Sacar a Rusia del mercado mundial del petróleo tiene un impacto directo en la economía mundial. La sola posibilidad de aplicar restricciones ha hecho que cientos de empresas muevan su actividad en busca de nuevas fuentes de ingresos. Lo mismo sucede con las petroleras, que ya buscan recursos en nuevos países de cara a afrontar una posible escasez derivada del veto al petróleo ruso. De hecho, ya se hacen malabares para su compra.

Sin petróleo ruso, Europa se queda sin la mitad del combustible diésel que consume. En un mercado cada vez más tensionado, abril no promete un futuro demasiado halagüeño. Estados Unidos y Canadá producen petróleo mediante fraking para plásticos, pero no es apto para el gasóleo. El petróleo de los mercados disponibles (incluido el europeo) tienen un alto contenido en azufre y eso provocaría disparar los costes de refinado y, por tanto, del precio final.

¿Hasta cuándo? Esa es la gran duda. La pregunta para la que no tenemos respuesta. Si no se establece un precio mínimo en el que dejar de subvencionar directamente el consumo de combustible y tampoco hay un escenario demasiado esperanzador en el horizonte, ¿hasta cuándo puede soportar el Estado subvencionar directamente el consumo de combustible? De momento, la intención es hacerlo hasta el próximo 30 de junio. Pero, ¿y si los precios para entonces se mantienen? ¿Y si las cifras a las que ahora repostamos pasan a ser la "nueva normalidad?

Foto | Josué Goge y Jason Blackeye

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