En ese eterno lol faunístico llamado Australia siempre hay espacio para nuevos descubrimientos. Da igual que el zorro común fuera introducido en la isla-continente hace casi doscientos años: es ahora cuando los investigadores están registrando fehacientemente que los zorritos, los cucos y adorables zorritos, se dedican a asaltar los árboles australianos con la maligna intención de cazar koalas.
Sí, se está librando una batalla entre dos fuerzas del cuquismo antagonistas, y los koalas llevan todas las de perder.
Como siempre que hablamos de la extensa fauna australiana, ese capítulo de la historia natural que Dios decidió escribir borracho, la historia es tan tragicómica como extraordinaria, y el ser humano vuelve a jugar un papel determinante en ella. En la infinita capacidad europea para causar un destrozo allí donde coloniza, los británicos introdujeron al zorro en Australia una vez se la hubieron adueñado.
¿El motivo? El noble y arte deporte de la caza, inviable en un continente donde el zorro brillaba por su ausencia.
Dame un zorro y te daré una plaga en Australia
La idea, digna del mejor bombero retirado que haya conocido la historia, causó las habituales consecuencias en Australia: dado que el zorro, sorpresas de la vida, era un predador natural, comenzó a atacar a toda clase de bichos nativos que encontró a su paso (como el simpático wallabie o el adorable numbat, ahora en peligro de extinción). Sus víctimas, inadaptadas a un predador tan voraz, observaron como los fundamentos de su especie se tambaleaban. Pero se adaptaron, y lograron sobrevivir.
De modo que, ¿qué opción podían tener los más de seis millones de zorros rojos que pululan alegremente hoy por los paisajes madmaxianos de Australia? Atacar a presas más atractivas y menos huidizas. Dado que el canguro era demasiado grande y que el emu había sobrevivido con éxito a ofensivas militares australianas, prueba de su eficaz sistema defensivo, los zorros optaron por los koalas. Pero había un problema: sus casas.
El koala es el marsupial más icónico de Australia, y vive célebremente en una de las especies, a su vez, más simbólicas de la flora australiana, el eucalipto. Para acceder a sus crías, los zorros tienen que trepar por los anchos troncos del eucalipto, y eso es lo que ha descubierto la investigadora Valentina Mella, de la Universidad de Sidney.
Mella y su equipo colocaron diversas cámaras en espacios claves habitados por zorros y, una vez recogidas, pudieron comprobar que los bichines escalaban con facilidad, dada su agilidad innata (no son muy grandes) hasta los cuatro metros de altura. Podían desplazarse con facilidad entre rama y rama, y los vídeos mostraban a los zorros olisqueando y siguiendo el rastro de posibles presas (koalas, claro). No se grabó ningún ataque.
Pero la sospecha del zorro ataca-koalas tiene cierto recorrido.
Zorros, ahora también en versión Spiderman
Aunque siempre se ha sabido que hay otros predadores interesados en las adorables carnes del koala, como el dingo o el búho, en general es un bicho que ha llevado una plácida existencia hasta la expansión continental del ser humano. La acción humana y la destrucción de sus hábitats han sido sus principales amenazas, además de aquella otra ocasión en la que los koalas, voraces, casi terminan con su propia comida (lo que obligó al gobierno australiano a ejecutar, ejem, a casi un millar de ejemplares en secreto).
Sin embargo, poco se sabía de los zorros. En 2011, algunos observadores no científicos ya habían relatado al gobierno australiano casos de zorros transportando en sus fauces crías de koala, pero la mayor parte de ellos, se creía, se debía a koalas que habían caído de las ramas de los árboles, haciéndoles blancos fáciles para los zorros. Organismos de conservación oficiales en el norte del país también habían señalado a los zorros como amenaza para el koala.
La investigación de Mella, sin embargo, ha ido un poco más allá: los zorros trepan, al contrario que en Europa, dada la mayor finura de nuestros árboles autóctonos (como el pino), que les impediría encaramarse a las alturas. Y la víctima es el koala, animal (no tan) adorable por excelencia, y también bastante indefenso de un hábil y sigiloso zorro.
Este último es la enésima especie introducida en Australia de forma irresponsable que rompe el equilibrio natural de la isla. Célebre es el caso del conejo, una auténtica pesadilla ecológica para las autoridades del país (sin predadores naturales, excepto... el zorro, también exógeno, al que los británicos introdujeron aún más para acabar con... los conejos) y, más recientemente, el del gato feral (gatos domésticos que, abandonados a su suerte, se convierten en un armageddon ambiental).
Dada la tradicional sutileza de las autoridades lidiando con este problema (por ejemplo, matar a dos millones de gatos), sólo podemos esperar grandes soluciones, típicamente australianas, a un problema típicamente australiano.