Qué tal han salido los experimentos que han bonificado a la gente para no usar el coche en la ciudad

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Una parte significativa de la opinión pública de muchos países, incluida España, siente que los políticos hacen más por reprimir a los ciudadanos por sus prácticas energéticas que recompensarles ante posibles buenas conductas. Que, en vez de zanahorias, se dedican a dar palos a los conductores, hecho que a la larga podría conducir a un rechazo social a las iniciativas verdes (los chalecos amarillos no nos pillan tan lejos). Por eso hemos querido recopilar la información sobre algunos experimentos de reducción de emisiones que operen en positivo. Incentivos en lugar de castigos.

La "permuta de efectivo por estacionamiento” estadounidense

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Las empresas de EE.UU. tienen la posibilidad de llevarse exenciones de impuestos vía pequeñas recompensas no salariales a sus empleados. Entre ellas, una de las más habituales es la del estacionamiento gratuito para el trabajador. En muchos casos el trabajador sólo tiene dos opciones: o tomar el párking o no tomarlo, pero, si lo rechaza, no se lleva ningún beneficio, por lo que muchos se sienten empujados a ir en coche para no desaprovechar el plus. La “permuta de efectivo” es un programa que subsanaba esa desigualdad: puedes coger la plaza de estacionamiento o llevarte en mano el dinero equivalente al valor de esa plaza para hacer con él lo que te plazca. Dinero que, por cierto, le interesa a los gobernantes porque está sujeto al pago de impuestos federales, al contrario que el párking bonificado.

La “permuta de efectivo” se puso en marcha en California en 1992, y pocos años después una institución gubernamental hizo un estudio de sus efectos sobre ocho empresas y los 1.700 trabajadores que tenían a su cargo. Entre las empresas que ofrecieron estas dos opciones los conductores que viajaban solos cayó un 17% y el coche compartido subió un 64% con respecto al grupo de control. También subió el uso de metro y bici. En total, el impacto en la reducción de la flota de vehículos proveniente de esas empresas ascendió a un 12%, uno de cada ocho coches de los que iban y venían a sus oficinas. La medida tuvo otras ventajas, pero esas son las más importantes. Por todo esto existen ahora organizaciones pidiendo que la medida entre por defecto a la Ley de Rentas Internas nacional, y no como apéndice que añade cada Estado federal si así lo tramita.

Las bicis alquiladas de París

Bike Europe Velib Jcdecaux

Similar a nuestro Bicimad o Bicing, aunque mucho más ambicioso en cuanto a su flota disponible (tanto mecánicas como eléctricas), número de estaciones y precio (un euro por cada media hora de trayecto). De su bajísimas tarifas (el billete sencillo de metro vale 1.90 euros) se extrae que, aunque no es una bonificación directa al usuario, sí termina sirviéndose del servicio por un precio inferior su coste real.

La realidad es que, según recientes estudios, menos del 5% de los usuarios que utilizaron el sistema provenían del transporte privado, siendo la mayoría gente que venía del tren o el metro. Reduce el tiempo que gastan sus usuarios en moverse y aumenta su nivel de actividad física, pero no ayuda a rebajar el tráfico automovilístico de la capital.

La app de Sacramento

Miles App

La aplicación Miles llegó a un acuerdo con la ciudad californiana, a través de la cuál distintas empresas locales pueden ofrecer planes de recompensa según el transporte utilizado. Miles rastrea tus movimientos y tiene un sistema para detectar si estás viajando a pie, en bici, en coche, en avión, etc. Cada milla recorrida genera puntos, siendo más favorable según el transporte usado, andar son 10 puntos por milla mientras el avión sólo te aporta 0.1.

Según investigadores ajenos al proyecto, el sistema cuenta con un daño colateral: como está obligado a ofrecer recompensas por todos los medios de transporte para que la gente introduzca sus cifras, está recompensando el uso del avión cuando sabemos que sería mejor no valerse de este método. Además, intuyen que la creciente preocupación de la población por la invasión de privacidad y la difusión de sus datos, así como el relativo bajo nivel de las recompensas de la app, jugaron en contra de su potencial éxito. Pese a ello, en torno al 80% de los usuarios de Miles terminó eligiendo una opción “limpia” frente a otra más contaminante en algún momento del proceso. Los investigadores consideran que la demostración de un mayor desempeño en la protección de datos y un incremento de las recompensas podrían dar como resultado una iniciativa muy competente.

Pagarte por pedalear

Hay muchos países con planes de incentivos financieros para trabajadores ciclistas. El de Bélgica es el más antiguo, establecido en 1999 y con un pago actual de 0,24€/km. Según la Federación Europea de Ciclistas, el número de personas que van en bici al trabajo y perciben alguna rebaja fiscal se disparó un 30% entre 2011 y 2015.

Desde hace poco los viajeros franceses también pueden reclamar 0.25€/km (hasta un máximo anual de 200€) a través de deducciones en las cotizaciones sociales. Algunas voces dicen que la recompensa es demasiado baja, y parece que han hecho más las leyes de restricción del uso del auto dentro de París (el equivalente a nuestro Madrid Central).

Países Bajos ofrece acuerdos similares a través de incentivos fiscales a empresas desde 2006, pagando al empleado 0,19€/km. Más de una cuarta parte de los trabajadores que se desplazan a su puesto de trabajo lo hacen en bici en este país, pero estamos hablando del país más ciclista de Europa, con mejores condiciones orográficas para ello y con Gobiernos que se han preocupado de forma sistemática en ampliar y mejorar las redes ciclistas con el propósito de desplazar al coche.

De hecho, ahora mismo hay lío. Estas iniciativas se suelen incorporar a los planes de retribución por gastos de viaje, y Países Bajos ha abierto un nuevo plan de bicis de empresa por los que el empleador puede sufragar una bici a plazos ahorrándose él el IVA y deduciéndosela el trabajador de su nómina en un período que suele estipularse en 12 meses. Sólo puedes adherirte a uno de estos dos esquemas, y, como dicen los sindicatos de ciclistas, los neerlandeses tendrán que echar números para saber cuál les merece más la pena. Y todo esto nos lleva a nuestro siguiente apartado.

Bicis baratas

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O el Cycle to Work británico. También consiste en financiarle al empleado una bici sin IVA a través de sus empleadores. La cuestión es que el programa se limitaba antes a bicis mecánicas y con hasta un tope de 1.000 libras. Ahora no existe límite ninguno, la oferta se extiende a todo tipo de accesorios (desde cascos hasta pantalones deportivos) y entran también las bicis eléctricas, lo que se cree que va a atraer a un enorme porcentaje de población que de otra manera no se plantearía el salto a este vehículo. Hay, a día de hoy, un millón de brits que se beneficia del plan.

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