No vas a ver nada tan espeluznante hoy como estos dos pingüinos peleando a vida o muerte por una hembra

No vas a ver nada tan espeluznante hoy como estos dos pingüinos peleando a vida o muerte por una hembra
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¡Pingüinos! Tan adorables, bobos e incapaces de volar, tan inofensivos y cómicos que tienen hasta su propia película bailando sobre la Antártida. ¿Quién en su sano juicio podría odiarles? Pues los pingüinos, los propios pingüinos.

Se estremeció ayer medio mundo en Twitter y otras redes sociales cuando National Geographic compartió un breve pero estremecedor vídeo de dos pingüinos luchando a cara de perro por el favor de una hembra de la colonia. A esta hora el tuit en cuestión acumula casi 250.000 retuits, para espanto de todos los hombres y mujeres que, en su sano juicio, adoran a los animales. Pero los animales también son instintivos y territoriales, y se montan sus particulares Club de la Lucha cuando la ocasión lo merece.

El vídeo es alucinante: un pobre marido regresa a su nido tras un día, suponemos, de feliz caza en las costas, para encontrarse a su mujer en compañía de otro pingüino macho. Dado que la diplomacia no es consustancial al reino animal, ambos pingüinos se enzarzan en una pelea, en principio, chunga pero graciosa, utilizando sus alas como guantes de boxeo (no les sirven para volar, sino, duras y robustas, para pegar).

El primer envite termina con el macho originario del nido hecho ligeramente polvo, y con una llamada al buen juicio de la pingüina para que elija a su campeón, al más puro estilo justa-medieval. La hembra elige a su joven y más reciente contendiente, lo que deja al marido a expensas de una larga noche lejos del nido y sin hijos.

The Hound Un día cualquiera en la colonia de pingüinos.

Considerando las desventajas de la soltería, vuelve a por un segundo asalto, ya cuando el otro macho, el affair por el que su mujer le ha dejado, se encuentra dentro del nido. Y ahí la graciosa y hasta cierto punto tierna historia de un triángulo de amor bizarro pasa a SANGRE Y DESTRUCCIÓN. Enclaustrado en su nido, el pingüino usurpador observa como su rival comienza a atacarle con el pico. Sin piedad ni miramientos: a los ojos y buscando hacer todo el daño posible. La sangre brota, el drama se acrecenta.

El panorama de ambos bichos es dantesco, ensangrentado, y termina con el antiguo macho del nido absolutamente derrotado, cubierto de heridas, en una imagen más propia de una película de mafiosos tras una paliza indigna que de un adorable pingüino. La violencia es tan brutal y frenética que, lógicamente, ha causado sensación, y ha despertado la curiosidad por el apasionante mundo de las relaciones matrimoniales entre pingüinos.

Penguin La Naranja Mecánica. (Imagen: Antarctica Bound/Flickr)

Lo cierto es que esta clase de comportamientos no son normales entre pingüinos, según explican en la propia web de National Geographic. Las hembras sí llegan a cambiar de pareja durante el periodo de apareamiento, pero a menudo lo hacen porque su macho ha muerto. Es raro que lo sustituyan mientras aún vive, lo que acrecenta la vergüenza de nuestro triste perdedor. La tasa de éxito matrimonial entre pingüinos está en torno al 76%, y sólo en un 26% de los casos los divorcios se dieron con la otra pareja aún viva.

Cuando eso sucede, la lucha es inevitable, y la sangre corretea por doquier en un espectáculo dantesco y estremecedor. Ah, felices y alegres pingüinos, nadie nos avisó de que tendrían un reverso tan siniestro.

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