¿Es la gentrificación intrínsecamente mala para los barrios? Según un estudio, no es tan sencillo

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¿Y si estuvimos equivocados durante todo este tiempo? La mayoría de la literatura acerca de la gentrificación se basa en la maldad y negatividad implícita de este fenómeno. La gentrificación hace que el barrio esté más bonito, sí, pero también provoca incrementos de precios, expulsión de su población, vaciado del tejido social, etc. Ahora un nuevo macroinforme (aun recién publicado, sin haberse sometido al escrutinio científico) viene a desafiar nuestras creencias.

El estudio: está impulsado por el Banco de Philadelphia de la Reserva Federal estadounidense (algo así como una Hacienda autonómica) y ha recopilado algunos de los movimientos registrados de tres millones de individuos de las 100 principales ciudades del país en el censo del año 2000 y las respuestas del informe de la American Community recopiladas entre 2010 y 2014. Es decir, es uno de los primeros documentos que mide los efectos a largo plazo entre la población residente. 

La muestra es amplia, pero se ha limitado a analizar el fenómeno únicamente desde la variable de la educación de la gente (con estudios universitarios o no).

Menos expulsados y niños más educados: ponderando y excluyendo los movimientos tradicionales esperados entre la población inquilina (un 68% de las personas inquilinas sin estudios y un 79% de las que sí los tienen se mudan cada década a algún otro sitio), se descubre que sólo el 10% de los movimientos de los que tienen pocos estudios se le pueden achacar a la gentrificación. Es decir, que tampoco está expulsando a tanta gente como podría parecer. 

Por otra parte, los hijos de familias con bajos niveles educativos que siguen viviendo en estos barrios una vez gentrificados ven reducir enormemente su exposición a la pobreza, lo que lleva a mejores niveles educativos, entre otras cosas.

¿Qué es la gentrificación para el Banco de Philadelphia? He ahí parte del quid de la cuestión. Para los investigadores, han analizado la gentrificación como un fenómeno de movimiento de las clases según la educación recibida, no según la renta u otras variables. Para ellos, gentrificar un barrio es dar pie a la salida de los menos formados en sustitución de las clases culturizadas. 

¿Cuántos expulsados convierten un drama? Si bien el discurso de los detractores de la gentrificación vinculaban toda migración de un barrio a otro a este proceso, también es cierto que, aunque sólo un 10% de la gente que se marcha es por no poder permitirse vivir ahí sigue siendo un problema y una injusticia. Una directora de procesos urbanísticos de la Universidad de California señalaba que para las comunidades locales esas expulsiones suponen un proceso muy violento (pensemos en los desahucios). 

También, hablar de mayores titulaciones para los niños como beneficio por encima de convivir con la gente del barrio es introducir variables mercantiles (la empleabilidad) a lo que deberían ser análisis sociales. Es pensar la ciudad en términos estrictamente comerciales y no humanos.

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