Los votantes españoles tienen una cita con las urnas el próximo 10 de noviembre, la cuarta en cuatro años. Las negociaciones entre Partido Socialista y Unidas Podemos para formar gobierno volvieron a fracasar, por tercera vez en el mismo periodo de tiempo, y el país se dirige una vez más a la repetición electoral. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? La pregunta no ronda tanto la cabeza de gran parte del electorado como esta otra: ¿cuánto nos está costando llegar hasta aquí? Organizar unas elecciones (cuatro, quatre, quattro) requiere cierto desembolso del erario público. La irresponsabilidad para llegar a pactos es una cosa.
¿Pero malgastar fondos? Otra muy distinta.
El precio. Es un titular compartido por todos los medios de comunicación a esta hora de la mañana: organizar unos nuevos comicios podría costar más de 140 millones de euros, alrededor de 3,76€ por cada votante y de 2,97€ por cada ciudadano español. Es el precio aproximado de las anteriores elecciones, un 6% más caras que las celebradas en 2016. El Estado debe acarrear con el sueldo de los presidentes y los vocales de mesa, sufragar la impresión de papeletas y sobras, habilitar 58.000 cabinas de votación y otras tantas urnas, y remunerar las horas extras desempeñadas por los agentes de la Policía Nacional. Además del concurso público para el recuento.
¿Una millonada?
Presupuesto. A priori, lo parece: más de 7 millones de euros por colocar unas papeletas o por adjudicar la gestión de los datos a Indra parece un desembolso de dinero muy alto. Lo cierto es que no lo es tanto si lo comparamos con el abultado fondo de armario presupuestario de España año a año. Los últimos Presupuestos Generales del Estado incluyeron partidas por un valor de 382.000 millones de euros. 153.000 fueron destinados a las pensiones; 31.000 a pagar la deuda pública; 18.000 a sufragar los subsidios de desempleo; 7.500 a la mejora y la construcción de nuevas infraestructuras. Cultura, una de las partidas más pequeñas, rondaba los 1.000 millones de euros.
¿Qué cosas cuestan 140 millones? La retirada de amianto del Metro de Madrid; con una ronda de financiación de Glovo; con el presupuesto de Interstellar; o con la valoración de mercado de Neymar. Muy poco dinero en la macroeconomía nacional.
Porcentajes. ¿Cuánto representa la repetición? Un porcentaje ridículo: el 0,04% del total. El coste de convocar unas nuevas elecciones en todo el país es tan pequeño que incluso los ayuntamientos, no ya las comunidades autónomas, podrían llevarlo a cabo. El presupuesto de la ciudad de Madrid supera los 4.000 millones de euros; el de Barcelona, los 2.700 millones; incluso el de ciudades de tamaño mediano como Zaragoza (unos 700 millones) o Sevilla (850 millones) sería suficiente para llevarlas a buen puerto. El gasto que suponen las elecciones representa una nota al margen, un error de redondeo, para las arcas públicas.
Crecimiento. ¿Significa eso que encadenar cuatro elecciones casi consecutivas no tiene coste económico para los españoles? Depende de lo que midamos. Como analizaron nuestros compañeros de El Blog Salmón en su momento, los estados modernos no dependen de la existencia de un gobierno para crecer. España pasó más de nueve meses sin ejecutivo entre 2015 y 2016, y pese a todo su economía creció en torno al 3% interanual. Es algo habitual en Europa. Bélgica pasa largas temporadas sin gobierno sin que repercuta en su riqueza; Irlanda del Norte o Alemania han experimentado con similares circunstancias y su economía se ha mantenido al alza; e Italia sigue en pie al fin y al cabo.
La vida sigue.
Parálisis. Es una situación no exenta de problemas: dado que Pedro Sánchez fue incapaz de aprobar unos presupuestos nuevos durante la pasada primavera, el gobierno en funciones sigue trabajando con los aprobados... Por el ejecutivo de Mariano Rajoy en 2018. Es una situación que limita la capacidad de maniobra del gobierno y que le impide acometer inversiones nuevas en proyectos que juzgue importantes. El gran perjuicio que sufre el votante por la inestabilidad política no es tanto el gasto de unas elecciones (muy marginal) como la inoperancia del país. Las políticas (techo de gasto, reformas, medidas sociales) se quedan a medias.
Cuestiones como las pensiones o el déficit, que requieren de actuaciones urgentes, regresan al tintero. España no avanza. Un coste muy superior a los 3,76€ que cuesta colocar las urnas.
Imagen: GTRES