Amazon va a repartir $500 millones entre sus empleados por Navidad. Sigue siendo calderilla

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La eclosión del comercio digital ha tenido un nítido ganador: Amazon. La empresa fundada por Jeff Bezos se ha convertido en una de las compañías más capitalizadas del planeta, con una valoración de marca superior a los $200.000 millones, y en una de las más rentables. Amazon declaró en 2019 más de $10.000 millones de beneficios. Lejos de las cifras más estelares del mundo, comandadas por Aramco o el ICBC, pero al alza.

Gracias en parte a la recta final de año.

Espiral. La concatenación de Black Friday, Ciber Monday y campaña de Navidad implica, para Amazon, un volumen de trabajo descomunal. También de ingresos. Más aún cuando el comercio online se ha disparado a causa del coronavirus (un 22% al alza el pasado viernes, frente a un retroceso del 30% en las compras físicas). Este año, la compañía ha querido compensar el esfuerzo extra de sus empleados con un bonus de $500 millones. Cada uno recibirá unos $300 este mes.

Al cambio, una paga extra de unos 250€.

Protestas. ¿Generoso premio, verdad? Sí y no. La noticia de Amazon llega en un contexto de conflictividad laboral, al menos en Europa. En Francia tanto la alcaldesa de París (con un llamamiento a "no comprar" en Amazon) como el gobierno nacional han participado en campañas pro-pequeño comercio y compras físicas ("Block Friday"). El ejecutivo de Macron, de hecho, prepara desde el año pasado una legislación que pondría coto a las jornadas de descuentos extremos.

En Alemania han sido los propios empleados quienes más se han movilizado. Varios centros de distribución convocaron paros y protestas durante la semana previa al Black Friday; y el mismo viernes los trabajadores de seis plantas abandonaron sus puestos de trabajo. Una huelga ya ejecutada el pasado octubre, durante el Prime Day, y crítica en un día de especial ajetreo logístico.

¿Por qué? Dos historias que se entienden mejor juntas. Empresa y trabajadores, estos apoyados en ocasiones por sindicatos o gobiernos, llevan dos años sumergidos en una guerra de baja intensidad por la "reputación" de Amazon. Los segundos reclaman mejores condiciones laborales y una mayor conciencia climática. La primera saca pecho: sus trabajadores cuentan con sueldos relativamente altos en el sector, según Bezos, y, de tanto en cuanto, derrocha $500 millones en un bonus.

Comparativa. El conflicto no surge tanto de lo que Amazon da, sino de lo que podría dar. Sólo entre abril y junio de este año, y en un contexto de costes disparados, Amazon declaró más de $5.000 millones de beneficios. Durante el cuarto trimestre de 2019 Amazon ya obtuvo $3.300 millones de ganancias. Y año a año se embolsa por encima de los $10.000. El bonus es un gesto sólo entendible desde la perspectiva de una empresa de extraordinario éxito. Pero también muy poco en comparación.

Exigencias. Gran parte del descontento actual, en especial en Alemania, donde las huelgas han sido más duras, proviene del coronavirus. Los trabajadores consideran que la empresa no ha hecho lo suficiente para asegurar su salud . En octubre supimos que casi 20.000 de sus empleados (en total, 1.300.000) se habían contagiado. La compañía siempre ha defendido que está haciendo todo lo posible, implementando 150 cambios en sus protocolos e invirtiendo una millonada en medidas de seguridad.

"Make Amazon Pay". A ello se suma una reivindicación ya frecuente de los empleados: mejores condiciones. Mejores salarios, no más bonuses. Este año la campaña de protestas se ha sintetizado en el lema "Make Amazon Pay". En marzo, Amazon anunció un aumento de $2 la hora para sus trabajadores, aumento que anuló en mayo. Junto a las quejas sobre el patrimonio de Bezos y sobre la poca carga fiscal que soporta la empresa, el mensaje de los trabajadores es simple.

En palabras de Christy Hoffman, portavoz del sindicato internacional UNI Global Union:

Está muy bien que los trabajadores estén ganando más durante esta campaña de Navidad. Pero no es suficiente. Si desea mostrar que valora a sus trabajadores, Amazon debería negociar las condiciones y los salarios colectivamente a través de sus representantes, antes que hacer gestos de aprecio unilaterales y puntuales.

Amazon siempre ha sido hostil a cualquier conato de sindicalismo entre sus empleados. Y las quejas del colectivo son transversales en casi todos los países: turnos excesivos, un trato poco humano por parte de los supervisores, una seguridad laboral escasa, horarios insoportables, pocos descansos. Un ruido que conforme la preeminencia de Amazon crece, va a más.

Imagen: Stephane Mahe/AP

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