A vueltas con Balthus: una mirada hacia su obra pictórica más allá de las polémicas

A vueltas con Balthus: una mirada hacia su obra pictórica más allá de las polémicas
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Déborah García Sánchez-Marín

El Museo Thyssen dedica a Balthus una retrospectiva y las redes sociales han sido testigo de cómo el pintor francés despierta tantos odios como amores.

Esta semana se podían leer en la prensa artículos que acusaban a los espectadores de puritanos y ofendidos, artículos que afirmaban que Balthus está muy por delante de nosotros, los que miramos y preguntamos y dudamos. ¿Es posible que la obra de Balthus nos guste, nos resulte interesante y a la vez nos despierte dudas? Si solo pretendemos encender los ánimos, y polarizar las posiciones estamos en nuestro derecho, pero cuando hablamos de Arte debemos hablar de Arte.

Hablar de arte es algo más que lanzar frases de cara a la galería. Es convertirse en faro y alumbrar lo que estaba en penumbra, o ha estado en penumbra.

Therese Dreaming En el 2017 el Met recibió la petición de retirar la obra, por romantizar el voyeurismo y la cosificación de las menores. La petición fue rechazada. Mantener el cuadro en la exposición ofrecía una oportunidad para reflexionar sobre la cultura.

Balthus siempre me ha interesado, sobre todo porque me parece uno de los primeros pintores en erigirse como pintor post-moderno. Sus influencias, sus referencias, esa capacidad para escoger de la Historia del Arte lo que le da la gana: Caravaggio, Piero della Francesca, George de Latour y por supuesto su amado Courbet. Balthus tiene una tremenda capacidad para escoger escenas de otros y re-actualizarlas, renovarlas, re-interpretarlas.

La obra de Balthus se desplaza a través del siglo XX como una rara avis, pasando de puntillas por las vanguardias, coqueteando con el surrealismo y el realismo y creando un estilo figurativo puramente personal y ambiguo. Su obra está inmersa en la polémica porque las niñas pre-púberes, en actitud abiertamente sexual y lasciva, pueblan sus lienzos. Las atmósferas inquietantemente sexualizadas y eróticas se suceden una tras otra.

Si contemplamos por ejemplo, Lección de guitarra, una obra que en el momento de verse causó escándalo, se representa el instante en el que una maestra y su alumna han dejado la guitarra en el suelo y han pausado la clase. La maestra tiene su mano en el muslo de la niña y con la otra agarra su pelo, la niña a su vez tira del vestido dejando el pecho al descubierto y el pezón asoma. La escena es objetivamente sexual. La maestra toma a la niña como tomaría la guitarra. El objeto musical es sustituido por el objeto cuerpo en el que la niña ha sido convertida. Por Balthus. No lo olvidemos.

Leccion De Guitarra, Balthus, 1934

Independientemente de que una de las estudiosas más importantes de Balthus, Sabine Rewald, diga que el problema es la mirada del espectador, la que aporta lo lascivo.

Las fuertes diagonales que salen de ambos personajes y los cuerpos en escorzo son sin duda, como ya se ha dicho, una relectura inquietantemente sexual de La piedad. La exposición del Thyssen reúne pinturas clave de todas las etapas de la carrera de Balthus que intentan arrojar luz sobre las diversas formas de interacción intelectual en sus cuadros entre las dimensiones de espacio y tiempo, la relación entre figura y objeto, así como sobre la esencia de su enigmática obra.

Balthus: lo que va de la realidad a la obra

¿Era machista Balthus? ¿Era un pedófilo, un pornógrafo? Probablemente. Solo es necesario repasar algunos datos de su biografía para despejar algunas dudas. Relaciones con mujeres más jóvenes, peligrosamente jóvenes. Recordemos por ejemplo a Laurence Bataille, su amante y modelo, a la que cuando ya contaba con 25 años le hacía vestirse con vestidos de niña y zapatos de charol. La misma Laurence Bataille a la que le prohibía beber fumar y tomar café y a la que mandaba a la cama a dormir justo después de cenar. La que le abandonó cuando se cansó de interpretar un papel.

Balthus Salon

O su última modelo y las polaroids que de ella realizó. O la relación que mantuvo con su sobrina de 15 años, Frederique Tison. Parece obvio que a Balthus le gustaban las chicas jóvenes, tanto que hasta a su esposa Antoinette siempre la pintó como si fuera una adolescente.

Balthus no veía ángeles cuando pintaba. Al menos eso queda bastante claro. De hecho, lo que Balthus viera nos da absolutamente lo mismo porque la obra habla por sí misma. Hay niñas, sexualizadas, y esa sexualización primigenia, si se me permite la expresión, procede de la representación del pintor. Por eso, creo que la obra de Balthus no necesita nadie que la defienda, nadie que la blanquee. Las obras necesitan personas que las miren, discursos que las aviven, crítica, y es ahí donde la obra vive y renace nueva.

Polaroids Balthus de Anna Wahli Polaroids que Balthus realizó de Anna Wahli, su última modelo.

Balthus no es el primero en representar a niñas muy jóvenes saliendo de la infancia y entrando en la pubertad, pero sí es el primero en hacer manifiesta, una cierta inclinación lasciva y una mirada obsesiva hacia las niñas jóvenes.

Eso es lo fundamental de la exposición, mostrar que la obra está viva, que el cuadro está ahí, situado en la pared, trascendiendo el tiempo y el espacio en el que fue creado, para someterse a nuevas lecturas y miradas, a nuevas espectadoras y para generar nuevos significados. El o los significados de la obra no terminan en el momento de ser acabada: la obra continúa generando debate a su paso. La interpretación histórica de la obra de arte es una más de las interpretaciones que podemos sumar o no a nuestra mirada.

Otto "Little Girl", de Otto Dix.

Mi propia mirada interroga la obra de Balthus, no tanto con lo que sé de él, no tanto basado en la acumulación de conocimiento, sino en una práctica de relectura que me permita abordar preguntas que han sido históricamente reprimidas y que los marcos estéticos y morales actuales hacen posible formular y además necesitan ser planteadas. ¿Hasta que punto Thérèse soñando es Thérèse soñando sus sueños y no los de Balthus?

¿Hasta que punto los pintores, ya no solo Balthus, han sexualizando a sus modelos y musas y las han convertido no solo en Historia del Arte sino también en meros objetos de disfrute?

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