Pasea con 99 smartphones y vacía unas calles de Berlín: el hombre que dice haber hackeado a Google Maps

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La Resistencia cyberpunk ya está aquí. Primero fueron las máscaras y ropas para evitar el reconocimiento facial. Después los guantes de látex para sortear el control biomédico de los trabajadores. Ahora, y de un modo tremendamente pedestre, la nueva entrega contra la hipervigilancia tecnológica consiste en engañar a los detectores de GPS para evitar que tu barrio se sature de coches.

El hombre que paseó con 99 smartphones por calles vacías: Simon Weckert, artista alemán residente en Berlín, ha presentado ayer mismo Google Maps Hacks. En el vídeo se le ve paseando por el barrio de Friedrichshain-Kreuzberg (una de las zonas más notablemente gentrificadas de la ciudad en la última década y por eso mismo corazón del movimiento antidesahucios, antiAirBnB y antitecnológicas) con una carretilla llena de móviles en modo navegación desde el coche, con la pantalla permanentemente activada.

Mientras circula por multitud de calles, incluyendo en su ruta la misma sede de Google en Berlín, vemos cómo sus teléfonos están colapsando en “tiempo real” Google Maps, creando un atasco virtual, engañando al sistema y, según las imágenes que vemos, creando un paseo libre del agobio automovilístico. Weckert ha jugado contra la máquina y ha vencido.

Por qué se trata de una instalación artística: primero, y obvio, porque su artista lo trata así. Segundo, porque el creador no deja del todo claro que sea un acto legítimamente llevado a cabo y no una falsificación. El acto, que ya está causando furor en los medios de todo el mundo, ha provocado una ola de comentarios y expertos que intentan precisar su verosimilitud o no.

El debate está muy centrado en su los acelerómetros distinguen el traqueteo de la carretilla como un movimiento distinto al de un paseante o un ciclista y si Google es capaz de ver que, si circulan uno o dos coches por esa calle sin detectar embotellamiento, los 99 usuarios parados se trata de un error que subsanar.

La lucha de lo visible contra el poder invisible: la metáfora que cruza la instalación es evidente. Como conecta el mismo Wecker en su página, “los mapas, que son en sí mismos la combinación resultante entre los estados del conocimiento y los estados del poder, tienen un dispositivo de poder inscrito. Los modelos de la Tierra y de mapas simulados por Google determinan nuestra percepción actual de los espacios físicos así como el desarrollo de nuestros modelos de acción”. Algo tan anecdótico como una carretilla llena de teléfonos y un paseante medio loco pueden ser el caballo de Troya que inicie una resistencia mucho más grande contra algo tan importante como habitualmente obviado por la sociedad.

El precursor que no se movió de su casa de Valencia: hay motivos para creer que la propuesta de este artista es real, y es que hace apenas dos semanas contamos en Xataka una historia similar. Un programador en paro engañó a Waze (aplicación sobre la conducción social adquirida por Google y cuyos datos de tráfico se cruzan con Google Maps) y consiguió despejar las calles de su barrio poniendo unos móviles con un GPS falso  en modo “ruta de movimiento perpetuo a baja velocidad” por los alrededores de su vivienda. Mano de santo.

No estás leyendo tráfico, eres tráfico: la paradoja de todo esto la expusimos también hace un par de meses: según recientes investigaciones, Waze y Google Maps, en vez de mejorar el tráfico, lo empeoran al priorizar el beneficio individual del conductor sobre el colectivo. Hacen que miles, millones de personas decidan ir por esa calle no-tan-concurrida que Google le ha dicho que no coja (pero que en su mente parece más ventajosa) provocando atascos donde no debería haberlos por algo tan simple como detonar en los sujetos actitudes humanas que el algoritmo no tiene en cuenta. Es un tema que, desde luego, merecía una exploración en el mundo del arte.

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