La guerra por el aguacate: los cárteles de México se han adueñado del negocio a la fuerza

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Tierra nativa del aguacate, México controla el 60% de la producción mundial de tan preciado fruto. Es una cifra impresionante, obtenida gracias a unas condiciones geográficas y climáticas privilegiadas y pese a condicionantes políticos adversos. El ejemplo más evidente, glosado en este estupendo reportaje de Los Angeles Times: tras años concentrados en el narcotráfico, los cárteles criminales del norte del país se han fijado en el cultivo de aguacates. Y están peleando por su control.

¿Qué pasa? Que diversos grupos criminales locales se han adueñado de gran parte de las cosechas de aguacate de Michoacán, el principal estado productor y exportador de México. Gran parte de la irrupción de los cárteles en la industria agroalimentaria se debe al extraordinario rendimiento económico del aguacate. La elevada demanda estadounidense y europea ha multiplicado su valor en un puñado de años. El "oro verde" es un negocio muy rentable.

Casi tanto como la droga.

Riesgos. La diferencia estriba en los riesgos. Como se explica en el reportaje, la atomización de los grupos criminales también ha favorecido la diversificación de sus actividades. Controladas las rutas del narcotráfico, comenzaron a operar en la distribución ilegal de migrantes o en la extorsión de industrias locales. En Michoacán, el aguacate resultaba un objetivo natural, de ahí que hayan empezado a tomar plantaciones, amenazar a propietarios y talar bosques para cultivar.

Terror. La competencia natural entre bandas rivales se ha traducido en terror. Michoacán, un estado que acumula más de 1.500 asesinatos anuales, se ha acostumbrado a grupos entablando guerras por el control de tal o cual plantación. A la explotación de recolectores a punta de pistola y a la paralización de la producción para generar una carestía artificial en la oferta, disparando el precio. Al igual que en materia narcótica, los cárteles resuelven la competencia con sangre.

Violencia. Es un ejemplo más de cómo el estado mexicano ha sucumbido en ciertas áreas y regiones a las actividades de las organizaciones criminales. El país atraviesa una de las peores crisis de violencia de su historia. Los homicidios superan los 35.000 anuales. En regiones como Colima la tasa de homicidios de 2019 supera los 88 por cada 100.000 habitantes, cifras extremas incluso en Latinoamérica. En agregado, la violencia ha aumentado un 10% trimestre a trimestre.

Demanda al alza. Se trata de una tormenta perfecta: un producto autóctono demandado a nivel global y cuyo precio se ha disparado; regiones cultivadoras donde el estado está ausente; una crecida de la violencia sin precedentes; y grupos atomizados de bandas criminales capaces de imponerse con facilidad al ejército o a la policía. De 2018 a 2019, el precio del aguacate en EEUU ha subido un 130%, superando los 85 dólares por caja (alrededor de 11 kilogramos).

Una tendencia que no tiene visos de revertir. Excelentes noticias para los cárteles. No tanto para los habitantes de Michoacán.

Imagen: Quinn Dombrowski/Flickr

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