Comemos aguacates por encima de nuestras posibilidades (y estamos acabando con ellos)

Comemos aguacates por encima de nuestras posibilidades (y estamos acabando con ellos)
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Cualquier usuario de Tumblr o Instagram estará familiarizado con el reciente crecimiento del aguacate como la fruta por antonomasia. Es un producto trendy, ideal para las tostadas de tu desayuno, perfecto para darle ese toque elegante a tus ensaladas que tanto anhelabas, el complemento idóneo para todo tipo de platos equilibrados. Verde, bonito, sano y sabroso. ¡Amamos al aguacate! Lo amamos tanto, de forma tan repentina y desmesurada, que estamos siendo arrastrados a la locura por él. El último ejemplo es el neozelandés, donde la carencia de aguacates está provocando disturbios en el orden público.

En forma de robos generalizados. Lo cuenta The Guardian: sólo en 2015 alrededor de 96.000 hogares neozelandeses comenzaron a comprar aguacates. El país, en general, se ha lanzado al consumo y cultivo de tan verde fruta: hay una creciente demanda en el mercado internacional, así que los agricultores neozelandeses, entre oveja y oveja, han decidido ponerse a plantar árboles de aguacate. Problema derivado de todo esto: son plantas bastante sensibles, y las malas temperaturas de los últimos meses han provocado una cosecha muy pobre que... se ha transformado en histeria, robos y un espectacular crecimiento en su precio.

Ahora mismo hay neozelandeses dispuestos a pagar 2,70 euros por un aguacate. Pero el problema no son ellos, sino los que no están dispuestos a pagarlos. Dado que escasean en los supermercados (porque los productores locales no dan abasto), una improvisada y al parecer no muy profesional red de ladrones ha comenzado a acudir al origen del problema, asaltando las tierras de cultivo de los agricultores y llevándose su particular butrón verde a mercados locales, donde los pueden colocar a yonkis del aguacate a precios exorbitantes.

Avocado
Tan monos.

Como la definen en Gizmodo, es una de las oleadas criminales más raras de la historia de Nueva Zelanda, un país tan pacífico y próspero cuyos acontecimientos más excitantes al año son absurdos debates sobre banderas u ovejas con 20 kilos de lana que aparecen tras seis años extraviadas.

Y el problema no es solo de Nueva Zelanda. El reinado del aguacate como fruta estrella de las redes sociales y su imperio viral ha provocado que todos los países desarrollados, aquellos que se pueden permitir en mayor medida esta clase de frivolidades pasajeras, estén solicitando más y más aguacates a sus proveedores. Sólo en Reino Unido la demanda del verde alimento ha crecido un 25% en un año. Pero nuestros deseos son incompatibles con los propios ciclos naturales: el aguacate es, como todas las frutas, un producto sensible, y muy dependiente de las condiciones climáticas para crecer en plenitud.

Queremos más aguacates de los que producimos

¿Qué sucede? Que aunque no podamos controlar los elementos, seguimos queriendo nuestra tostada de aguacate todas las mañanas. Pero El Niño, el fenómeno climático que de tanto en cuanto azota el continente sudamericano, es poco receptivo a nuestros deseos como consumidores. Las lluvias y tormentas que asolaron Perú el año pasado provocaron un dramático descenso de su producción, una de las más prominentes. Cuando los supermercados británicos se dirigieron al mercado europeo, más caro, se toparon con volúmenes menores, dado que países como España o Israel, donde el clima es suave, habían sufrido una ola de calor que había mermado su producción en un 30%.

Arbol
Damnificados por Instagram.

Ni siquiera la incorporación de países como Zimbabwe o la India, espoleados por el repentino momentum adquirido por nuestra última fruta favorita, permite abastecernos (sólo entre 2011 y 2016 el afán de los europeos creció un 45%). Lo cual deriva, por las tiránicas leyes de la oferta y la demanda, en un aumento de los precios. En Australia la fiebre por el alimento arbóreo ha empujado a muchos consumidores a pagar hasta 4€ por una sola pieza. Los australianos han pasado de comer 1,5 kilos de aguacate al año a 3,2, y los propios agricultores admiten que simplemente no producen lo suficiente. Hay carestía.

Da igual que cualquier consumidor de hace treinta años observara con suspicacia y desdén aquellas peras contrahechas de interior carnoso, da igual que las revistas de tendencias, tras años recentando platos con aguacate por todas partes, hayan decretado su muerte. Todos los demás estamos en la cresta de la ola, en la luna de miel de nuestra relación de amor con el aguacate. Especialmente en Estados Unidos y en California, donde ni siquiera las gravísimas sequías que han asolado al estado, el productor del 80% de los aguacates del país, han frenado el deseo estadounidense de comer más y más aguacates.

Avoc
No disimules, sabemos que tú también has cáido.

Y es contradictorio, porque los árboles necesitan mucha agua para crecer. No tanto como otros productos alimenticios (las almendras o los filetes de ternera, por ejemplo, dejan una huella mucho más notable en el medio ambiente), pero menos que verduras mucho menos sexis como las coles de bruselas o las coliflores. La cuestión es que al margen de su huella comparada, California, su principal productor, no tiene el agua que necesita para plantarlos, regarlos y permitirles crecer, y eso redunda en la ya de por sí precaria situación medioambiental del estado, amenazado en varios frentes.

La burbuja también afecta a España, principal productor europeo, donde los precios han crecido. Aquí se puede observar cuáles son los países del mundo a la cabeza del cultivo de aguacate: lidera México, seguido de Indonesia, Chile, Estados Unidos y República Dominicana. Y a todo esto, de forma paralela, hay que añadir un problema futuro que podría afectar de forma aún más dramática a la producción mundial: la conquista del aguacate de China, país aún no inmerso del todo en los particulares ciclos virales y de tendencias de Occidentes. Cuando llegue su reinado asiático, es posible que los pobres cultivadores neozelandeses no tengan vallas suficientes para frenar a sus ladrones.

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