Abrir los colegios en horario no lectivo es una buena idea. El problema es que necesitamos mucho más

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La Comunidad de Madrid ha anunciado que los colegios de la región abrirán durante las vacaciones de Navidad, Semana Santa y puentes a partir de enero de 2024. La idea no es nueva, pero con las elecciones a la vuelta de la esquina se ha convertido en una de las polémicas de la semana.

Así que nos hemos preguntado, ¿qué sabemos sobre este tipo de medidas? ¿En qué situación está el sistema educativo español y hasta qué punto esto puede ser una idea interesante?

La gran "batalla" de la jornada continuada. La jornada continua (en primaria) lleva décadas imponiéndose en el país. Justo antes de la pandemia, se extendió por la Comunidad Valencia, pero para esa fecha... ya estaba implantada en el 95% de los colegios asturianos, castellanos, murcianos y baleares, así como en el 80% de los madrileños y de otras comunidades.

Algo sorprendente, pero solo a medias. Es sorprendente porque no parece que haya razones educativas para escoger un horario frente a otro y, de hecho, en países como EEUU, la tendencia parece ser la contraria. Hay cierto consenso en que la escuela puede usarse como arma contra ciertos problemas sociales y, sin embargo, aquí parece que lo tenemos clarísimo.

Pero, como digo, lo es "solo a medias" porque el horario continuado refuerza la idea, muy reivindicada por un sector que se ve poco valorado, de que la escuela no es un "aparcaniños"; pero, además, sí constituye una mejora laboral clara para el profesorado y eso, en un contexto de infrafinanciación crónica del sistema educativo, se convierte en una pieza más de una negociación que busca, presupuesto a presupuesto, reforma educativa a reforma educativa, salvar los muebles (mejorando las condiciones laborales sin tener que tocar el presupuesto).

Trasvase de costos. El asunto aquí es que ese ahorro de la administración, se traspasa a las familias. De hecho, la investigación disponible en España es bastante contundente. Tenemos, por ejemplo, un estudio realizado por el Centro de Políticas Económicas de Esade que señala que la reducción de horario de las escuelas costaría unos 8.000 millones de euros al año.

¿El motivo? Que o bien tienen que gastar en actividades extraescolares o bien "uno  de sus miembros, en general las mujeres, no podría seguir trabajando después de las 14 horas" (que es el  momento en el que los niños salen del colegio con este horario).

Un problema oculto. Estando así las cosas, el horario continuado va ganando terreno y estas dinámicas fomentan la desigualdad y acaban perjudicando a los niños. Al fin y al cabo, hay indicios bastante sólidos que señalan los beneficios académicos y socioafectivos que tiene en los niños pasar más tiempo en la escuela, sea ese tiempo lectivo o no lectivo.

¿No lectivo? Eso es lo que llevan pidiendo años las asociaciones de padres. Como decía Leticia Cardenal, presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado.: 

"un plan estatal de conciliación que debería potenciar los permisos  retribuidos por enfermedad de los niños o la flexibilización horaria de  los trabajos, pero también que los colegios abran más horas,  o que se adapten a las necesidades de las zonas o de las familias según  los barrios. No tendrían por qué encargarse necesariamente de ello los  docentes, hay otro tipo de figuras disponibles para cumplir estas  funciones, y sería ideal que se hiciera desde los colegios porque son  centros que ya están ahí, que harían más baratas las actividades  extraescolares”

De hecho, en 2020, al calor de los problemas relacionados con la pandemia, Save the Children (y otra docena de organizaciones vinculadas a la educación) pidió al ministerio que se abriesen los  centros educativos para que los padres y madres pudieran ir a trabajar y tuviesen dónde dejar a los  niños.

¿Quién paga todo esto? En aquel momento, se calculó que la medida tendría un coste de unos 100 euros por niño. No exactamente lo mismo que se ha planteado en Madrid (son periodos vacacionales distintos), pero está en la misma línea.

Por supuesto, hay mucho debate sobre quién debería pagar esos gastos. Unos, como vemos, piensan que el estado; mientras otros (Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles) piensan que deben ser las mismas empresas que no ofrecen programas de conciliación.

Serviría, argumentan, como una manera de incentivar horarios más flexibles y socialmente responsables. En caso contrario, estaríamos construyendo un esquema que "subvenciona" esquemas laborales problemáticos y podría cronificarlos. Sea como sea, si hay una constante en todas las encuestas sobre el tema es que los perjudicados son siempre los niños.

Y en eso todo el mundo está de acuerdo. En realidad, a poco que uno indaga en el debate, encuentra dos tipos de críticas: las primeras reflexionan sobre quién debe asumir esa carga extra de trabajo. Es decir, muchos docentes temen que todo esto acabe por repercutirles a ellos. Sin embargo, vistas las tendencias de las últimas décadas, no parece que ese vaya a ser el caso.

Las segundas van más allá y señalan que el problema es mucho más profundo. La educación es una herramienta poderosísima para intervenir en los problemas de segregación, oportunidades, rendimiento y conflicto. Sin embargo, los distintos gobiernos han demostrado una incapacidad manifiesta para hacer nada que no sea "maquillajes" de un sistema educativo que arrastra grandes disfuncionalidades por su configuración histórica. Y nos acercamos a un problema demográfico sin precedentes.

Ampliar horarios (lectivos o no) es buena idea. Pero necesitamos más, necesitamos cambios estructurales y no parece que haya nadie en disposición de hacerlo.

Imagen | CDC

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