Buena para los profesores, ¿buena para los niños? La jornada escolar continua gana terreno en España

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Se ha aprobado en las últimas semanas la implantación en multitud de centros valencianos la jornada continua para las clases de primaria, sumándose así a una corriente creciente en las últimas décadas en nuestro país. Se aplica ya, por ejemplo, en el 95% de los asturianos, castellanos, murcianos y baleares, así como en el 80% de los madrileños. Avanza también en otras comunidades.

Concentrando las horas. En lugar de la antigua jornada partida de 9 a 17, los padres ahora podrán elegir sacar a los niños a las 14, 15.30 o 17, pero las horas lectivas se concentran en ese primer bloque, por lo que los profesores se libran de ir a trabajar por la tarde. La vigilancia de los pequeños a la tarde la realizan los trabajadores de las extraescolares, gratuitas para familias desfavorecidas. Pese a todo, la jornada partida es mayoritaria en casi todos los países europeos, con la excepción de Alemania, Eslovaquia y Hungría.

Una victoria del profesorado. El cambio de jornada es una competencia autonómica. Si en los últimos 30 años se han ido aprobando es por la votación de cada centro escolar, donde el Consejo Escolar debe valorar si quiere cambiar o no mediante la votación de todos los actores. Los profesores tienen razones más que de sobra para presionar en favor de la concentración de la jornada. Se les ha visto entregar informes científicos falsos de apoyo a esta jornada, presionar a los padres e incluso tramitar pucherazos

También se comprometían a mejorar su nivel de docencia mediante la formación en esas horas libres, cosa que en algunos casos no ha sido así.

¿Desigualdad? Algunos sectores ven en esta jornada un foco de problemas. Por un lado, hay AMPAs protestando por las extraescolares gratuitas, sin demasiado nivel pedagógico, de forma que los padres que sí llevan a sus hijos por las tarde a otras actividades pagadas fuera del centro acaban mejor preparados. Además, en el caso de los niños de entornos desfavorecidos cuyos padres optan por la jornada reducida, acaban empleando ese tiempo en más horas de videojuegos y televisión.

¿Y qué dice la ciencia? Por el momento no hay estudios que apoyen que produzca mejores resultados en el rendimiento académico, mientras que las investigaciones en biorritmos indican que hay una ventaja leve en el caso de las jornadas partidas: la primera hora de la mañana y la de 13 a 14 son peores que la inmediatamente posterior a la comida. Pese a todo, no son resultados suficientes para decantarse por una u otra.

Hay países que sí han sabido reformar con éxito la jornada escolar tradicional, pero cada caso y cada país es diferente. Aquí Lucas Gortazar,  especialista en el ámbito de las políticas educativas y sociales, pone algunos ejemplos.

Políticas aparcaniños: lamentablemente, todo el debate acerca de la jornada escolar va muy vinculado a nuestro problema de conciliación laboral. Cada vez que los padres y madres tanto de buenos recursos como más desfavorecidos piden una extensión de las horas de apertura y de comedor se está aplicando una visión de esta institución lectiva como una guardería. Este problema podría resolverse paralelamente con una mayor reducción de las jornadas laborales españolas y con la mayor penetración del teletrabajo.

Imagen: National Cancer Institute, Unsplash.

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