Desliza su mano sobre su aterciopelado lomo y se detiene un instante para acariciar con deleite la zona de la mandíbula. Obtiene como respuesta un ronroneo satisfecho y se aleja para coger la cámara mientras observa como el felino apaga su dorada mirada, convirtiéndose en el más oscuro de las puntos. Se prepara entonces para el más complicado de los movimientos: fotografiarle.
Si, como una servidora, eres amante de estas adorables panteritas y decidiste adoptar una en el seno de tu hogar (que a partir de entonces ha sido suyo y que ahora consiente compartir contigo) seguro que te has percatado de que obtener una buena imagen de tu minino con la que bombardear a tus conocidos y llenar el muro de tu Facebook con “tu niño” resulta tremendamente complicado.
¿La razón? Que el animal pasa a convertirse en un manchurrón con ojos, una suerte de bola negruzca con dos linternitas resplandecientes -si es que te atreves a tomar la captura durante la noche y olvidas desactivar el flash-. No te preocupes, porque martirizar a tus familiares y amigos con los álbumes más geniales de tu gato será posible gracias a nuestra lista de consejos; toma nota.
Antes de entrar en materia, sin embargo, no podemos dejar de hablar del dispositivo con el que capturarás a tu mixino. Teniendo en cuenta que se trata de unos animales bastante activos, te recomendamos que optes por una réflex o bien por un teléfono que integre distintos modos (o sea, que te deje toquetear la velocidad de obturación y similares). Dicho lo cual, ahí va el primero de nuestros imprescindibles.
Ajusta la cámara al fondo
Para empezar (y tomando como punto de partida que vas a hacer la foto con una réflex), debes saber que el modo automático te resultará absolutamente inútil en esta clase de situaciones pues lo que entenderá el sensor cuando enfoquemos el pelaje del gato es que nos encontramos en un entorno sumamente oscuro y quemará el resto (incluso es posible que tu “bichejo” salga de color marrón o gris).
Puede ocurrir todo lo contrario si se trata de un encuadre más abierto en el que predominan las tonalidades claras: que tu gato se convierta en un punto negro carente de matices. La idea es, precisamente, que adaptes la configuración de la cámara al tipo de fondo. Así, si dispones de uno oscuro, baja la exposición de la a -2 o -1 (este último si salen más objetos), mientras que si el contexto resulta claro, súbela a +2 o +1.
Puedes ayudarte con un fotómetro y medir directamente sobre tu pequeño. Otra posibilidad es hacer un HDR con varias tomas a exposiciones distintas y mezclarlas posteriormente, aunque el en caso de un gato resulta complicado que se mantenga quieto.
En movimiento
Como apuntábamos y por si no fuera poco, la cosa se complica cuando tu querida mascota decide moverse, algo que suele llevar a cabo en el momento más oportuno. Si lo hace rápido no dudes en elegir velocidades de obturación rápidas si deseas congelar su imagen. Una alternativa es perseguir su movimiento, pero no te lo pondrá fácil. Son coquetos pero se hacen de rogar.
Ponte a su nivel
Como sucede con los benjamines del hogar, para lograr un buen resultado, resultará básico que desciendas a su altura. No hace falta que te pongas a cuatro patas, pero la idea es colocarte como si fueses uno de sus semejantes. Hacerlo te permitirá acceder a más detalles y a una imagen de su rostro y expresiones más completas.
Tampoco es necesario que te tires al suelo, puedes esperar que suba a la mesa, se tumbe en el sofá o se encarame a cualquier otra superficie. Ya sabes que adoran los lugares elevados. En todo caso, lograrás mejores resultados si te acercas y les enfocas a los ojos, su parte más expresiva.
Ojito con el ruido
Evita los fondos con mucho ruido y elementos que interfieran en el resultado final y opta por entornos planos. Aléjate de aquellos colores que ofrezcan demasiado contraste como la bañera (sí, a pesar de lo que puedas pensar, algunos adoran meterse en ella). El marrón, el verde oscuro y los azules intensos funcionan muy bien.
Bye, bye flash
Si no quieres que tu gato eche llamaradas por los y/o desaparezca durante un buen rato tras el deslumbramiento, opta por la luz natural y olvídate del flash. Además, este acaba con los relieves y da lugar a imágenes planas. Si te has empecinado y deseas plasmar el dulce sueño nocturno de tu peludo y no puedes resistirte a su ovillo, ilumina la escena con varias fuentes (lámparas, bombillas blancas) de manera que la luz quede repartida. Si consigues que siga quieto… ¡premio!
Edita
Si bien en ocasiones resultaría más sencillo redondear la silueta de nuestro gato y anotar algo así como“aquí está Méu”, no, no nos estábamos refiriendo a esto. Aprovecha las posibilidades que te brinda el disparar en RAW para alterar los detalles de la captura, juega con el contraste (sin pasarte). Prueba con el viraje a la escala de grises.
Ten paciencia
No debes olvidar que la fotografía de mascotas (y más aun si se trata de un gato negro) no es tarea sencilla. Ármate de paciencia y sírvete de snacks, mousse, bocaditos, sticks, fiambre y todo lo que se te ocurra para convencerle (en mi caso las empanadillas de tomate y atún resultan de gran utilidad). Tiéntale con inteligencia y sigue una estrategia; y aprovecha los momentos en los que se encuentre relajado.
Imagen de cabecera | Pixabay
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