La NASA lleva tres años esperando este lanzamiento de Starship en concreto: pagó 50 millones de dólares por él

  • Un contrato de 2020 obliga a SpaceX a hacer una demostración de transferencia de propelentes para la NASA

  • La mayor parte de los cohetes Starship que fabricará SpaceX jugará el papel de nave-cisterna

Starship y el logo de la NASA
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El día ha llegado. SpaceX lanzará hoy por tercera vez un prototipo integral de Starship, el cohete más alto y potente del mundo. Un nuevo intento que, según Elon Musk, tiene un 80% de probabilidad de llegar a órbita. Pero para la NASA, la parte más interesante del vuelo vendrá justo después. Y es algo que lleva esperando más de tres años.

Aunque el objetivo final del programa Starship sea la conquista de Marte, el cohete tiene una meta más urgente que es llegar a la Luna. Buena parte de la financiación de Starship proviene de la NASA, que concedió a SpaceX los contratos HLS Option A y Option B (de 2.890 millones y 1.150 millones de dólares, respectivamente) para las misiones tripuladas Artemis III y Artemis IV.

En Artemis III, una Starship HLS, la variante lunar del cohete, deberá acoplarse a la nave Orion de la NASA y descender a la superficie de la Luna con dos astronautas a bordo, entre ellos la primera mujer que pisará el satélite (si China no se adelanta).

Artemis III está prevista para 2026 y, como es lógico, SpaceX tiene que hacer varias demostraciones previas para que la NASA le dé el visto bueno. Por eso planeaba hasta nueve lanzamientos de Starship este año, cifra que Musk acaba de reducir a siete. Este tercer lanzamiento tiene en su plan de vuelo una de esas demostraciones.

Una transferencia de 50 millones de dólares

En el minuto 24:31 de vuelo, después de despegar, separarse del propulsor Super Heavy y alcanzar una velocidad casi orbital, la nave Starship 28 hará una demostración de transferencia de propelentes criogénicos. En concreto, inyectará 10 toneladas de oxígeno líquido de su tanque de cabecera en su tanque principal.

La NASA pagó 53,2 millones de dólares por esta prueba en 2020. Es la precursora de una tecnología más ambiciosa que será crucial cuando Starship vuele a la Luna para las misiones Artemis: el repostaje en órbita.

Starship utiliza metano líquido como combustible y oxígeno líquido como oxidante. Para mantener los propelentes en estado líquido, los tanques se presurizan a temperaturas criogénicas. Pero con el tiempo, se terminan evaporando.

Para compensar la evaporación (además del gasto de poner en órbita un cohete tan grande), SpaceX tiene que lanzar varias Starship-cisterna para transferir propelentes en vuelo a una Starship-depósito que finalmente los transferirá a la Starship HLS que irá a la Luna.

La mayor parte de los cohetes que fabricará SpaceX jugará el papel de Starship-cisterna. Harán falta entre 10 y 20 Starships para que una pueda ir a la Luna. Aunque es posible que el número se reduzca porque las versiones futuras del cohete, Starship V2 y Starship V3, serán más eficientes.

Por suerte, es un cohete totalmente reutilizable, lo que significa que una misma Starship puede aterrizar y volver a volar al día siguiente para repetir su papel. Y el propulsor (la parte más alta del cohete, llamada Super Heavy), puede volar hasta tres veces al día con naves distintas.

Imagen | SpaceX, NASA

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