Vivimos en una época en la que las suscripciones son una constante. Tenemos suscripciones para absolutamente todo: videojuegos, vídeo bajo demanda, música, programas de todo tipo, inteligencia artificial, aplicaciones de diario y hasta para desbloquear funciones extra en coches. Luego, hay otras suscripciones que son más tradicionales, como las de un gimnasio, pero… ¿qué pasaría si se pudiera cambiar de ciudadanía exactamente igual que cambiamos de gimnasio? Pues eso es lo que, precisamente, plantea una de las rockstar del mundo de las criptomonedas.
¿Su premisa? Todo lo que hace un gobierno, puede hacerlo la tecnología. Y mejor, lo que nos llevaría al ascenso de "reyes corporativos" con el blockchain y la inteligencia artificial por bandera.
El secuestro de la democracia. La democracia está en peligro. Es un hecho que cada vez menos porcentaje de la población global vive en una democracia, y estos últimos años hemos visto episodios que ponen en tela de juicio los valores democráticos. Presidentes de países como India o México están intentando intervenir en prensa, silenciando críticos o restringiendo la independencia judicial. Hay países con autocracias electas y otros en los que regímenes antidemocráticos se aferran al poder.
Los presidentes derrotados que no admiten su caída en las urnas es algo que también hemos presenciado estos últimos años y, centrándonos en Estados Unidos, hay una preocupación sobre las noticias falsas, la desinformación, los deepfakes y los ataques a la democracia por parte de políticos y personalidades influyentes.
Balaji Srinivasan. En un escenario político revuelto, hay figuras no ligadas explícitamente a un partido o movimiento político que pueden erigirse, y una de ellas es la de Balaji Srinivasan. Srinivasan es un inversor en criptomonedas, un gran defensor del Blockchain y, entre otras cosas, ex CtO de Coinbase. Hemos hablado de él en otras ocasiones, como cuando defendió que el futuro de los Juegos Olímpicos eran los superatletas dopados, que la IA puede usarse para hablar con el yo del pasado o defendiendo los NFT y su tecnología. Vamos en un entusiasta de toda la cultura cripto.
Estado en red. Balaji dio una conferencia el año pasado en Amsterdam, un evento al que asistió BBC. El medio cuenta cómo fue la charla y lo que este empresario tecnológico, junto a otros que tienen un gran respaldo por parte de Silicon Valley, propone en lo que a organización social se refiere. La idea de Balaji era simple: "creamos nuevas empresas como Google, creamos nuevas comunidades como Facebook, creamos nuevas monedas como Bitcoin y Ethereum. ¿Podemos crear nuevos países?".
Balaji continuó su reflexión. "Imaginen mil nuevas empresas diferentes, cada una de ellas reemplazando a una institución tradicional. Existirían junto al establishment, en paralelo, atrayendo usuarios y ganando fuerza hasta convertirse en una nueva tendencia". Y todo esto nos llevaría a un futuro en el que esas empresas sustituirían a todas las instituciones tradicionales. A la larga, podrían reemplazar a los países, formando un 'estado red'. En 'The Network State', Balaji lo describe de la siguiente forma:
"Un estado en red es una comunidad en línea altamente alineada, con capacidad de acción colectiva que financia territorios por todo el mundo y, eventualmente, obtienen reconocimiento diplomático de estados preexistentes".
Países emergentes. A ver, a ver. No es nuevo que las empresas más grandes ejercen cada vez más influencia sobre las instituciones. Muchos países están externalizando servicios a estas empresas y tenemos casos como el de Estados Unidos y la NASA colaborando con SpaceX, pidiendo datos a gigantes como Google o Facebook… y casos como el de Argentina con Elon Musk. Y la influencia de grandes empresas no es nada nuevo (históricamente, hemos tenido el caso de los países bananeros), pero de ahí a que sean un país… hay un paso. ¿O puede que no?
Desarrollando esta idea de 'estado red', Balaji expone que el primer paso es fundar comunidades, principalmente, en Internet. Estas comunidades están unidas por un conjunto de valores e intereses que todos comparten, siendo el siguiente paso adquirir tierras y convirtiéndose en un país con su propia ley. Durante un tiempo, convivirían con los estados ya existentes, pero con el tiempo, los 'estados red' reemplazarían al estado tradicional por completo.
Revivir el sueño americano. Esta idea de Balaji está muy relacionada con el concepto de las ciudades autónomas, localidades soberanas que son, en sí misma, una especie de nación. Y esta idea está muy ligada al sueño americano de que cada uno construya su suerte y que, con empeño, se puede llegar donde se quiera. El candidato presidencial Donald Trump afirmó en un reciente mitin que, si era elegido, crearía nuevas zonas especiales en Nevada con impuestos muy bajos y una regulación especial. Es la descripción, básicamente, de un puerto franco.
El plan es atraer industria, crear empleos y construir viviendas asequibles para, como comentó, "revivir el espíritu del sueño americano": Ya hay algunas comunidades como las que expone Balaji.
Ciudad estado contra el envejecimiento. Una de ellas es Próspera. Se trata de una ciudad privada que está en una isla frente a la costa hondureña y que "cree" en la ciencia de la longevidad, proporcionando terapias genéticas no reguladas y experimentales para retrasar el envejecimiento. Este es el sueño de muchos multimillonarios de Silicon Valley.
Próspera es el país para los "pioneros del siglo XXI", lejos de las políticas intervencionistas de los estados. El sueño es construir un "país de gestión privada y con fines de lucro". Honduras quiere que desaparezca, pero hay varias decenas de este tipo de ciudades en funcionamiento, actualmente, en el mundo. De hecho, y seguramente metiéndose en un jardín, el propio Srinivasan aseguró que se había inspirado en el nacimiento de Israel para escribir su libro: "ese país empezó por un libro".
El sueño de Praxis. Otro caso es el de Praxis. Se trata de una empresa, pero también de una ciudad propuesta, fundada por Dryden Brown. Brown acudió a la misma charla que narra BBC y Praxis, que se describe como "una nación nativa de Internet" tiene planes para convertirse en una ciudad de 10.000 habitantes en algún punto del Mediterráneo. Aún no se ha determinado dónde será, pero aunque el plan ha sido calificado como poco realista, Praxis afirma que tiene más de 2.000 ciudadanos, más de 120 empresas y que éstas tienen una valoración de más de 450.000.000.000 de euros. Casi nada.
Detrás de Praxis hay muchas personalidades del mundo cripto, Silicon Valley y capitalistas de riesgo. Balaji es uno de ellos, pero también recibió inversiones respaldadas por Sam Bankman-Fried -FTX-, Apollo Ventures de Sam Altman -OpenAI-, Winklevoss Capital -la empresa de los gemelos Winklevoss que tuvieron polémica durante la fundación de Facebook- o Paradigm, inversor de otros como Coinbase, Citadel o FTX. De momento, la "ciudad" son unas oficinas en el SoHo en la que dan lujosas fiestas, pero Brown afirma que en 2026 se mudarán a “una tierra” y que tiene una lista de espera de 50.000 personas para habitar el nuevo país.
Críticas. Praxis, y esas ciudades-estado, tienen una ideología asociada al libertarismo y las criptomonedas. El objetivo es crear criptociudades en las que impere el libre mercado y a esas fiestas acuden personalidades que defienden un futuro totalitario con un mundo en el que el control esté en manos de los "monarcas corporativos". Y la principal crítica es que hay quien ve estos movimientos de ‘dictadores corporativos’ como una forma de neocolonialismo. Otra preocupación es quién trabajará en educación, salud y, en definitiva, se encargará de prestar servicios básicos.
Curioso es que el redactor de BBC -el autor Gabriel Gatehouse-, meses después de la conferencia de Balaji, asistió a una de las fiestas de Brown y terminó mucho más confuso de lo que entró. Pensó si el futuro sería esto o si, simplemente, se trataba de gente con mucho dinero haciendo memes sobre la extrema derecha, con ideologías libertarias y fuera totalmente de la realidad… o si simplemente estaban intentando 'trolear' a todo el mundo haciéndose pasar por revolucionarios de la alt-right para disfrutar de… un fiestón.
Imágenes | Praxis
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