La semana laboral de cuatro días todavía no convence: sindicatos y patronal tienen dudas a medio plazo

La semana laboral de cuatro días todavía no convence: sindicatos y patronal tienen dudas a medio plazo
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La Comunidad Valenciana dio un paso pionero para el mercado de trabajo español el pasado mes de septiembre: anunció que lanzaría un proyecto piloto este 2022 para que las empresas de su región probasen la semana laboral de cuatro días o 32 horas. Un plan ambicioso dotado con 10 millones de euros del que sus impulsores estaban convencidos del éxito, tal y como contaron a Xataka. Sin embargo, un reciente estudio realizado por la Universidad de Valencia, a petición de la propia Generalitat, modera ese optimismo y señala que su implantación a corto plazo es, cuanto menos, difícil.

El informe. La citada investigación, que fue presentada públicamente este lunes por el Gobierno valenciano y la Universidad de Valencia, señala que la extensión de la semana laboral de cuatro días es complicada en el actual contexto empresarial de la comunidad autónoma, aunque subraya que no es imposible. Las principales barreras son el reducido tamaño de las empresas de la región (el 90% son pymes de menos de 10 trabajadores), la reticencia de la patronal por la posible pérdida de productividad y el miedo de los sindicatos a que la medida contribuya a aumentar la precariedad del empleo.

Los autores del estudio han entrevistado a las distintas partes interesadas para reunir información, y señalan que, pese a que empresarios y sindicatos piensan que podría ser interesante a largo plazo, creen que antes se deben abordar otras cuestiones laborales más urgentes que allanen el camino hacia la jornada laboral de 32 horas, como la flexibilidad horaria o la adopción de más herramientas tecnológicas.

Pérdida de productividad. Este es el principal argumento en contra de la semana laboral que esgrimen los empresarios. Consideran que si sus empleados trabajan menos, producirán menos, y que si no les reducen el sueldo para contratar a más trabajadores, perderán competitividad. Otro argumento en contra es que en puestos especializados no abunda la mano de obra, por lo que contratar a otra persona no sería viable.

Ante estos argumentos, los impulsores del piloto valenciano esgrimen que varios estudios y experiencias previas han demostrado que los empleados que trabajan menos rinden más, por lo que el problema de la productividad se resolverá cuando la empresa haya conseguido adaptar su actividad a la nueva jornada. Y subrayan que el objetivo del proyecto que impulsa la Generalitat es, precisamente, cubrir las posibles pérdidas de la transición con subvenciones.

Estrés y precariedad. Los sindicatos, por su parte, han dicho a los investigadores que esta medida puede suponer mayor presión para los empleados y recortes salariales, lo que afectaría negativamente a su salud mental y a sus condiciones laborales. Desde la Generalitat, sin embargo, se defienden argumentando que uno de los requisitos indispensables para implantar esta medida en cualquier empresa es que no se reduzca el sueldo de los trabajadores. De lo contrario, no podrán acogerse a las ayudas autonómicas.

Pasos intermedios. Ante las reticencias de los representantes sindicales y patronales, y las circunstancias propias del mercado laboral español (empresas pequeñas, sueldos bajos, estacionalidad de algunos sectores), los autores del informe sugieren que sería mejor abordar antes algunos pasos intermedios que faciliten la llegada a la semana laboral de cuatro días, como avanzar en la flexibilidad horaria, trabajar en la reducción de la precariedad o facilitar una mayor incorporación de tecnología en las empresas.

Más viable en unos sectores que en otros. El estudio también incide en que algunos sectores se muestran especialmente reticentes a esta medida por las características propias de su negocio. Así, por ejemplo, a las empresas relacionadas con la automoción y con los azulejos les preocupa perder competitividad en el mercado internacional, mientras que las turísticas ven difícil implantarla por la alta estacionalidad de la que adolecen. El informe señala que las compañías tecnológicas son las más propensas a adoptar la semana laboral de cuatro días.

Una prueba. Los impulsores del proyecto piloto señalan que son conscientes de que es un reto, y que han lanzado este plan a modo de prueba para abrir el debate, estudiar los distintos casos e ir tratando de solucionar los inconvenientes particulares que se den poco a poco. También defienden que no lo han lanzado a la ligera, sino que han investigado distintos informes y casos de éxito, tanto en España como en el extranjero, que avalan la viabilidad económica de la semana laboral de 32 horas.

Islandia. Uno de esos casos de éxito es el de Islandia, donde dos experimentos realizados en 2015 y 2019, por los que se redujo la semana laboral a 35 y 36 horas sin recortar sueldos, se han saldado con resultados muy positivos: las empresas mantuvieron la productividad y los trabajadores estaban más contentos y menos estresados. Asimismo, al tener que reorganizar su actividad, las compañías adoptaron medidas novedosas para optimizar la productividad, como limitar el número y tiempo de las reuniones o usar más herramientas tecnológicas.

Suecia. Los nórdicos también realizaron un experimento similar en 2015, en este caso con los trabajadores de residencias de ancianos, que pasaron a trabajar seis horas al día en lugar de ocho. Los resultados también fueron muy satisfactorios para los empleados, pero el proyecto recibió muchas críticas por parte de la oposición, ya que se trataba de instituciones gestionadas por el Estado y consideraban que se estaban desperdiciando recursos. Finalmente, tras 23 meses de prueba, los profesionales volvieron a la jornada de ocho horas diarias.

Tendencia al alza. A pesar de las voces en contra, lo cierto el modelo de la semana laboral de cuatro días o 32 horas cada vez suma más adeptos. En España, además del proyecto autonómico de Valencia, el Ministerio de Industria está ultimando un plan similar a nivel nacional, según han explicado a Xataka fuentes familiarizadas con el asunto, y varias empresas de nuestro país, como Software del Sol o 4Suma!, ya lo aplican en sus plantillas.

En lo que respecta al resto de Europa, 30 empresas de Reino Unido anunciaron hace unas semanas que iban a probar este modelo en colaboración con las universidades de Cambridge y Oxford, Escocia lo lleva probando unos meses y en Alemania varias empresas tienen una semana laboral de 28 horas desde 2018. Y en el resto del mundo, países como Nueva Zelanda o Japón también lo están impulsando, tanto desde el sector privado como desde el público.

El precedente francés. Pero no todo son resultados positivos e iniciativas exitosas, también existen precedentes nada halagüeños de medidas similares. En Francia, la Ley Aubry de 1998 redujo a 35 horas la semana laboral a finales del siglo XX por iniciativa del partido socialista galo, en aquel momento en el poder. Fue una norma muy polémica que, como señala la Agencia EFE, dividió enormemente a la sociedad del país vecino y que los gobiernos posteriores, de diferente signo político, fueron diluyendo paulatinamente hasta dejar en papel mojado.

No obstante, la ley sigue en vigor, aunque totalmente desvirtuada, por lo que los franceses aún tienen la opción de trabajar cuatro días a la semana o acumular las horas que trabajen de más por encima de las 35 para tener más días de vacaciones, aunque la mayoría elige cobrar un poco más.

Imagen | Flipsnack

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