España se enfrenta a su mayor reto agrario del siglo: convertir en regadío 1.901.529 hectáreas de olivar antes de que sea tarde

  • Cada vez hay menos olivos de secano en España y los datos dejan claro por qué

  • Una buena cosecha necesita unos 400mm anuales de agua. Este 2023 hay muchas zonas de secano con menos de la mitad

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Aunque parezca mentira porque tenemos el litro de aceite de oliva a 12 euros en algunos supermercados, el olivo nunca ha sido un gran negocio. En España, la mayor parte del olivar es de secano y eso significa que, cuando hay buenas cosechas, el precio de la aceituna se derrumba; pero cuando hay malas y ese mismo precio se dispara, casi no hay aceitunas que vender.

Todo ha ido bien porque, en fin, se trataba de utilizar terrenos poco aprovechables para otra cosa; y, aunque los márgenes fueran pequeños, la sucesión de las buenas y las malas cosechas iba equilibrando las cuentas de un sector clave, pero escuálido.

En un contexto en que todo parece indicar que durante los próximos años las campañas malas van a ser cada vez más frecuentes, es un enorme problema.

Sobre todo porque el olivo tiene memoria. “El olivo produce aceitunas en función de lo que ha crecido el año anterior. Si, pongamos, en 2023 no crece mucho porque no ha tenido agua, en 2024 no producirá mucho más porque no tiene crecimiento donde sostener esa producción, aunque tenga agua”, explicaba en DAP Diego Barranco, Catedrático de la Universidad de Córdoba en el Departamento de Agronomía de la Escuela de Ingenieros Agrónomos.

Cuando las malas cosechas son pocas, la "memoria del olivo" es algo que usar a nuestro favor. Porque, aunque haya años malos, las peores cosechas se ven amortiguadas por el año previo. En un contexto de sequía recurrente, la memoria es la puntilla que le falta a un sector que va decreciendo poco a poco.

Y ese es justo el contexto en el que estamos. Si miramos el histórico de datos, veremos que “en Andalucía se han llegado a obtener buenas cosechas con 400mm anuales”. Sin embargo, este año 2023 hay zonas de secano andaluzas “que no han recibido ni 200mm”. Es, siendo claros, un auténtico desastre. Un desastre que está sacando, año tras año, hectáreas de olivar fuera de producción.

Pero un desastre evitable. Porque no todo el olivar es tan mal negocio... si puedes regarlo. En ese caso, las cosechas se 'desvinculan' de la cantidad de lluvia que caiga en el país y la "memoria" siempre juega a nuestro favor. Esto se hace evidente en años como este: el precio de la aceituna se ha disparado y, claro, los principales beneficiados son los olivares de regadío.

Esto es una noticia excepcional, claro. Bastaría con mejorar las instalaciones y  añadir riego para revolucionar la producción (y conseguir que el precio fuera más estable independientemente de la meteorología).

El problema es que no podemos hacerlo. “Lo difícil es disponer de agua porque ya la cuenca del Guadalquivir es deficitaria, así que no se dan nuevas concesiones”, explicaba Barranco. Esas concesiones sí las tienen "parcelas históricas de otros cultivos que siempre fueron regadío o los olivares que surgieron" directamente como "de regadío".

Cuando hablamos de esto con Robert Glennon, profesor de la Universidad de Arizona, lo deja claro: si queremos encontrar soluciones, hay que forzar una mejor gestión del agua y crear mecanismos sólidos que aborden de una vez temas como la tarificación del agua y su asignación eficiente.

Y los que seguimos de cerca cómo se gestiona el agua en España (y hemos visto como casi 200 pueblos se quedaban sin agua potable por una legislación que llevaba años aprobada, pero nadie se molestó en implementar) sabemos que esto es una quimera. Más aún cuando en nuestro país el 82,1% de los usos del agua los recoge ya el sector agrícola.

La crisis del aceite esconde otras muchas crisis. Una mala gestión de los recursos hídricos, una infinita sucesión de problemas laborales que se llevan arrastrando desde la Transición, un sector con márgenes pequeños, torpe y sin incentivos para evolucionar, un problema político que impide tomar medias estructurales... la crisis del precio del aceite esconde muchas cosas.

Y, conseguir que el sector siga vivo (si es eso lo que queremos como sociedad), va a ser uno de los mayores retos de las próximas décadas.

En Xataka | Los altísimos precios del aceite de oliva son solo un síntoma. El problema real es un sector camino del desastre

Imagen | Jorge Fernandez Salas

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