Lo que la ciencia nos dice sobre por qué tenemos alergias

Lo que la ciencia nos dice sobre por qué tenemos alergias
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Hoy, tengo que confesaros algo: soy un corrupto. Sí, yo. Aquí donde me veis, tan mono y tan bueno, una vez falsifiqué un documento público. Era un certificado médico, tenía 14 años y, tras pasar toda la noche practicando la letra del médico, escribí "alérgico a los plátanos". Porque no, no soporto los plátanos. Nada, rien, nanai de la China. Y, en mi joven inocencia, pensé que era la forma más sencilla de quitármelos de encima.

No fui precisamente original y no, no estoy especialmente orgulloso de ello. Al fin y al cabo, las pobres alergias son una de las cosas que más odio acumulan. Y es que las alergias son los inspectores de hacienda de la naturaleza, molestos pero imprescindibles. Veamos por qué.

Las alergias, un viejo amigo

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Cuentan que Namer, el primer faraón de Egipto, el gobernante más poderoso de su tiempo, murió por la picadura de una avispa. Otros, como Julio Africano, cuentan que lo desmembró un hipopótamo pero hoy nos quedaremos con la primera opción (y dejaremos la segunda para cuando haga la crítica de la próxima de Tarantino).

Por las mismas fechas, los médicos chinos habían identificado una planta que florecía en otoño y provocaba fiebre y sangrado de nariz. Es decir, las alergias ha estado con nosotros desde el principio de los tiempos. Aún así, no lo sabíamos.

Tenemos constancia de muertes por reacciones alérgicas desde el año 3000 a.C.

Identificar el mecanismo de las reacciones alérgicas era muy difícil. Los seres humanos estábamos acostumbrados a tratar con venenos, tóxicos y cosas así. Cosas que eran identificables y que producían síntomas identificables. No es el caso de las alergias.

En los primeros años del siglo XX, Clemens von Pirquet se dio cuenta de que las personas que habían sido 'vacunadas' con antisuero o con viruela, tenían reacciones mucho más severas la segunda vez que se vacunaban. Acabábamos de descubrir el mecanismo básico de las alergias.

En 1907, utilizando una reacción alérgica (una respuesta de las céluas T), Charles Mantoux creó el mantoux una 'prueba diagnóstica' de la tuberculosis que se sigue usando (¡y de qué manera!) hoy en día.

¿Pero qué son exactamente las alergias?

sistema inmune

En esencia, las alergias son un caso de libro de brutalidad policial. Todos los seres vivos tienen 'sistemas inmunitarios' que les ayudan a hacer frente a la amenaza que suponen los patógenos, los tóxicos y, en general, la vida.

Algunos seres vivos, de hecho, tenemos dos: el sistema inmunitario innato (que es inespecífico y viene de fábrica) y el sistema inmunitario adaptativo que es capaz de reconocer y recordar patógenos específicos (y generar respuestas cada vez que el patógeno reaparece).

Las alergias son un 'efecto secundario' de nuestro sistema inmune: lo que nos defiende, a veces se vuelve en nuestra contra.

El sistema inmunitario adaptativo ha sido clave para que los vertebrados hayan tenido éxito evolutivo porque les ha permitido adaptarse a las nuevas amenazas que iban surgiendo. Pero es un sistema tan complejo (imaginad lo que debe ser identificar y recordar cada una de las amenazas con las que nos cruzamos en el día a día) que a veces falla, se desorienta, se equivoca.

Hay muchas substancias que no son peligrosas per se para los seres humanos; pero, por h o por b, son identificadas como tóxicas por algunos sistemas inmunológicos. En estos casos se inicia una reacción alérgica (mayor o menor) que intenta defendernos de esa amenaza. Eso es una alergia.

¿Son malas las alergias?

Son molestas, de eso no hay duda. Pero como sabemos no todo lo molesto tiene que ser necesariamente malo (que se lo digan a los seguidores de Kayne West). En general, como hemos explicado, las alergias son un "efecto secundario" de la acción de nuestro sistema inmune. Por eso, podemos hacer poco más. No podemos vivir inmunodeprimidos, así que hay que encontrar fármacos que afecten a nuestras reacciones inmunes pero lo justo. Si lo afectan poco, seguiremos teniendo los síntomas de las alergias; si lo afecta mucho, nos estaríamos enfrentando a un mondo lleno de bichos chungos con las manos atadas a la espalda.

Los antihistamínicos que tomamos cumplen esa función: dificultan el trabajo de la histamina que está involucrada en las respuestas inmunes locales. Y al neutralizar la histamina, aunque nuestro sistema inmune localiza la amenaza no puede coordinar una respuesta a nivel local y la alergia desaparece o se ve muy disminuida.

No obstante, algunos inmunólogos (como Ruslan Medzhitov, profesor de Yale y descubridor del mecanismo con el que se relacionan ambos sistemas inmunes) sugieren que hay que tener cuidado. Es muy difícil separar una reacción alérgica producida por un componente seguro (el polen de gramínea) de la producida por un componente tóxico. Esto hace que, como posibilidad teórica, algunas cosas que detectamos como fallos del sistema sean en realidad respuestas acertadas e intencionadas. Como dice Medzhitov, “Es lo mismo que el dolor: no sentir dolor es mortal, sentir un dolor normal es bueno, sentir demasiado dolor es malo”. Hemos de aprender a vivir con las alergias porque, en algún momento, nos pueden salvar la vida.

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