¿Hace una copa de un ron destilado a principios del siglo XIX en alguna plantación de las Bermudas? ¿O quizá mejor una copa de vino cuidadosamente guardada en su botella desde hace tres siglos? ¿Demasiado vulgar? En ese caso, quizá prefieras catar el cognac de finales del siglo XVIII puesto a la venta esta semana por La Tour d’Argent, uno de los restaurantes más venerados (casi quinientos años de existencia le acreditan) de París. En total, tres exclusivísimas y antiquísimas unidades cuya fecha de embotellamiento data de antes de la Revolución Francesa. De un año antes, en concreto: 1788.
Qué extravagancia, podrás pensar, y posiblemente no te falte razón. Al fin y al cabo, cada una de las botellas cuenta con un precio de partida de más de 25.000 euros, y saldrán a la venta en una extraordinaria subasta en la que también se incluyen otros productos de coleccionista como sartenes o vajillas completas. De colocarse todas en el mercado, cosa bastante probable, la colección de botellas de cognac de más de 200 años del restaurante parisino se reducirá únicamente a quince ejemplares. Al parecer, la demanda por poseer un producto tan exclusivo, creado en los tiempos del Antiguo Régimen, es demasiado tentador.
Lo cual nos lleva a otra pregunta. ¿Cuáles son los licores más antiguos que podemos llevarnos al paladar?
Si quieres vino del siglo XVII, lo tienes
El caso del cognac francés es singular, pero no el único. Los seres humanos hemos desarrollado extrañas mitomanías y, por descontado, una particular relación con las bebidas alcohólicas. La suma de ambos factores da como resultado objetos tan interesantes como esta botella de Esencia de Tokaji, o Tokaji Essence, cuyo brebaje más antiguo data de 1680. Se trata de un vino dulce que, en su momento, era muy apreciado en la nobleza polaca y rusa, así como en la alta aristocracia germana. A día de hoy se sigue produciendo, es muy típico de Hungría y hay otras tantas botellas del siglo XIX.
Finest and Rarest, dedicada en exclusividad a catalogar las botellas de alcohol más antiguas y selectas del mundo, no especifica si el tokaji en cuestión es o no bebible. Si lo hace con otro brebaje producido en el siglo XVII, un Rüdesheimer Apostelwein alemán producido en 1653. Hay otros Rüdesheimer Apostelwein, por fortuna, casi tan antiguos y aún consumibles: la unidad más antigua de su clase data de 1727. No es una botella, sino un barril (hay otros once antiquísimos en el Bremen Ratskeller) en cuyo interior aún se conserva el vino (alemán). Periódicamente, se añaden litros de vinos más jóvenes para que el antiguo se alimente de sus azúcares, y de este modo siga siendo bebible.
De siéntete como un aristócrata protestante en la Europa de la Edad Moderna a conviértete en el patricio romano que siempre deseaste ser: una de las botellas más antiguas jamás encontradas data de hace 1.650 años, y se expone en el Museo de Historia del Palatinado de la ciudad alemana de Speyer. Se encontró junto a otros restos arqueológicos en 1867, y lleva más de un cuarto de siglo expuesto en el museo. Lo extraordinario, lógicamente, no es la botella, sino que esté llena de vino. O de aquello en lo que desee convertirse el vino un milenio y medio después de ser producido. No se atreven a abrirla por si el contacto con el oxígeno externo estropea para siempre el brebaje.
Viajemos a Crimea: allí se albergan algunas de las botellas aún hoy conservadas más antiguas de Jerez, la variedad de vino dulce que con tanta pasión devoran los británicos, su "sherry" querido. Se trata de los Massandra de la Frontera (el nombre es literal: la bodega rusa, que lo importó de España, tenía mucho arte; tanto que es bastante posible que Vladimir Putin haya probado una de las botellas) de 1775. Es tal el aprecio que los paladares finos tienen por este vino que una botella fue adquirida por más de 40.000 euros tras una subasta en Sotheby's.
Por favor, hablemos de algo más que no sea vino
"Querido redactor, ¿sabías que hay otras bebidas alcohólicas que no son vino?". Cuesta creerlo, pero así es. Y, al parecer, también conservamos unas cuantas botellas antiquísimas de cosas-que-inexplicablemente-no-son-vino. Algunas de ellas fueron encontradas en las profundidades marinas de las costas finlandesas, el último lugar del mundo donde uno esperaría encontrar champán (o algo placentero). Pero allí estaban todas ellas, 168 botellas de más de 200 años de antigüedad hundidas en su momento junto a su pecio pero intactas. Los descubridores decidieron probarlo, y estaba rico (claro, es champán).
En el capítulo del ron, tenemos una botella de Vieux Rhum Anglais cuya fecha de embotellamiento se remonta a 1830. Se cree que es la más antigua de su clase, pero hay algunos otros ejemplos igual de impresionantes. Finest and Rarest habla de la existencia de un Rhum Clément de 1819, aunque no se trata exactamente de una botella, sino de una garrafa (de aspecto horrible) de alrededor de diez litros que había permanecido en manos de la misma familia desde que fuera destilado por un viejo capitán de la marina (y que imaginamos con pata de palo y parche).
Para el caso del whiskey, depende de las variedades de las que hablemos. Se han vendido licores escoceses embotellados en 1850 (por la nada despreciable cifra de 19.000 euros), mientras que se tiene constancia de la existencia de botellas de 1898, 1899 o 1903, por citar algunos ejemplos. Hay toda una colección de Bourbon de 1863, de forma paralela. Si buscas emociones aún más fuertes, prueba con la absenta del siglo XIX. Nada como tomar una de las muchas antiguas botellas de Edouard Pernod (algunas de 1870) como para sentir la desazón romántica de nuestros héroes artísticos de aquel siglo.
Puedes encontrar algunos otros ejemplos aquí.
¿Pero todo esto es siquiera bebible?
A juzgar por su precio, sí. Y debe sentar fabulosamente.
Pero no siempre el alcohol más viejo es el mejor. Lo primero que hay que tener en cuenta es que el alcohol mata las bacterias, por lo que beberlo no te va a hacer daño de ningún tipo. La peor opción es que te resulte tan placentero como echar un trago de amoniaco, pero por fortuna no acabará con tu vida. En función de la variedad de alcohol, es bastante posible que incluso te guste. Depende de cómo haya sido conservado y de las características del propio producto. Una botella bien conservada de vodka puede durar tanto tiempo como le plazca. Por otro lado, es vodka: ¿cuándo ha sabido bien en realidad?
En aquellas bebidas donde sí se puede apreciar el sabor (y no una llamarada de fuego atravesando tu garganta), más viejo no significa mejor, como a menudo se cree. Sólo un abanico limitado de vinos (entre los que no se suelen encontrar los dulces, por cierto) envejecen bien. Suelen ser caros y tener un bajo PH y una alta densidad de compuestos fenolíticos. En general, el alcohol aguanta bien el paso del tiempo siempre y cuando no entre en contacto con el aire exterior (por eso hay quienes guardan como oro en paño botellas de 1920), pero los caldos son elementos vivos y su sabor es susceptible de cambiar. De cambiar mucho.
¿Cuál es el tiempo de conservación perfecto? No se sabe. Un whiskey de 20 años puede ser estupendo, pero uno de 23 horrible. En última instancia, cualquier botella tan antigua es tan cara que lo más probable que sientas al beberla no sea ni éxtasis ni asco, sino una profunda, dolorsa sensación de decepción.