Cada vez se muestran más penes en el cine y en la televisión. El problema es que son postizos

Cada vez se muestran más penes en el cine y en la televisión. El problema es que son postizos
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Si has notado que en los últimos años cada vez se muestran más desnudos integrales masculinos en la tele y en el cine, no vas por mal camino.

En 1993 analicé la forma en la que se representaba el desnudo masculino en mi libro Running Scared: Masculinity and the Representation of the Male Body. Cuando en Estados Unidos se modificó el Código de Producción Cinematográfica por uno nuevo en 1969, se permitió el desnudo masculino integral en las películas de Hollywood en ciertos contextos. Aquellos años, la película dirigida por Jack Nicholson en 1971, fue una de las primeras en incluir una escena de este tipo y el desnudo en la pantalla de Richard Gere en el año 1980 en American Gigolo convirtió al joven actor en un sex symbol internacional.

Sin embargo, el desnudo integral femenino seguía siendo mucho más común en las películas y hasta el año 1993 la desnudez masculina frontal no formaba parte de la televisión convencional en Estados Unidos. Desde entonces han cambiado muchas cosas y tanto los directores como el público general tienen cada vez menos reparos hacia el desnudo masculino. Pero aunque en la actualidad podamos ver más penes en la pequeña y en la gran pantalla, pocas veces son de verdad.

Las prótesis (que en su día se utilizaban para lograr un efecto exagerado) se han convertido en la norma. Creo que esto explica la inusual importancia que le seguimos otorgando al pene, así como nuestra necesidad cultural de controlar minuciosamente su representación. En cierto modo, el uso de penes postizos hace que se mantenga cierto misticismo sobre la masculinidad, manteniendo el poder del falo.

Eludiendo los códigos éticos

Son varios los factores que están impulsando este destape del miembro viril.

En la década de los noventa, los canales de televisión por cable de Estados Unidos como HBO se hicieron más populares, mientras que las plataformas de streaming como Amazon y Netflix no se popularizaron hasta bien entrado el siglo XXI. Dichos canales y plataformas no se rigen por el sistema de clasificación de contenidos de la Motion Picture Association, la academia del cine estadounidense, que limita de forma estricta las circunstancias en las que se puede mostrar un pene en pantalla.

Según el sistema de clasificación (que sigue en vigor para los estrenos de cartelera) se pueden mostrar penes en situaciones no sexuales, como cuando aparecen en una escena de los campos de concentración en La Lista de Schindler. Sin embargo, si una escena incorpora un acto sexual y desnudo masculino integral, los actores deben situarse a cierta distancia. Por eso cuando el pene de Bruce Willis aparecía durante una escena de sexo debajo del agua en una piscina en El Color dela Noche, la Asociación Cinematográfica se opuso, citando su proximidad a la mujer. En la actualidad existen versiones sin censura de la película disponibles en DVD.

Los canales de televisión por cable en Estados Unidos no se rigen por estas normativas y la serie de HBO Oz, emitida entre 1997 y 2003, marcó un antes y un después. Ambientada en una prisión, la serie destacaba por la gran cantidad de desnudos masculinos integrales en multitud de contextos, incluyendo escenas en las duchas y las celdas.

Whalberg Buena
Mark Whalberg en "Boogie Nights".

Otro motivo de esta tendencia hacia la desnudez masculina tiene que ver con la crítica justificada sobre la forma en la que las mujeres han sido sexualmente cosificadas en la televisión y en el cine. El desnudo femenino ha sido mucho más común que el masculino y suele involucrar a mujeres jóvenes y atractivas que son exhibidas en una variedad de contextos eróticos, con énfasis en los pechos y las nalgas. Algunos directores de cine, como Judd Apatow y Sam Levinson, han dicho que han querido equilibrar la balanza mostrando más desnudos masculinos.

Al igual que "Oz", la serie Spartacus, estrenada en 2010, estaba llena de escenas con desnudos masculinos. Sin embargo, había una diferencia clave: todos los penes eran postizos, hechos a medida para que parezcan reales cuando los llevaban puestos los actores delante de la cámara. Uno de los penes de mentira más famosos aparecía en la película de Paul Thomas Anderson de 1997 Boogie Nights que trata sobre un actor porno interpretado por Mark Wahlberg. Al final del film, los espectadores podían ver un primer plano del descomunal pene postizo.

Las prótesis se han utilizado de forma interrumpida a través de los años. Sin embargo, tras "Spartacus", su uso pasó a ser la norma. En la actualidad, series como The Deuce o Euforia de HBO las usan por doquier y a veces son hasta retocadas por ordenador. En Nymphomaniac: Vols. I y II, el director Lars von Trier reemplazó los penes de los actores con los de los dobles de cuerpo de forma digital.

Ya sean postizos o digitales, tienden a tener una cosa en común: son grandes.

La obsesión por el tamaño

El pene postizo les ofrece a los directores de cine un control total sobre su aspecto en pantalla y algunos han utilizado esa flexibilidad para abordar directamente la cuestión del tamaño. A modo de ejemplo tenemos la comedia romántica de 2015 Noche Infinita. El tamaño del pene se introduce por primera vez en la primera escena cuando una pareja tiene un encuentro sexual embarazoso debido al pequeño tamaño del miembro del marido. Más adelante, en una cena con otra pareja, el tamaño del pene vuelve a cobrar importancia cuando hablan de hacer un intercambio de parejas.

El otro hombre, interpretado por Jason Schwartzman, tiene un miembro considerablemente grande, mientras que el hombre de la escena inicial, interpretado por Adam Scott, tiene uno mucho más pequeño y le incomoda la idea de verse "expuesto". Durante una escena en la que nadan desnudos en la piscina, los espectadores pueden observar el pene postizo de cada actor. Como buena comedia romántica, ambas parejas solucionan sus problemas al final y se comprometen a salvar sus matrimonios.

Noche Infinita intenta desmontar el mito de que el tamaño del pene importa. Sin embargo, al mismo tiempo que cuestiona la obsesión por el tamaño, termina reforzando esa idea (en parte debido a la primera escena de la película) de que cuanto más grande, mejor.

Overnight
La escena de la piscina de "Noche Infinita".

De forma parecida, en Euphoria, un audaz drama experimental con estudiantes de secundaria, también se explora el tamaño del pene, vinculando la obsesión con el tamaño con la masculinidad tóxica. Muestra la forma en la que las chicas también son cómplices cuando se fijan en el tamaño ellas mismas, asumiendo que está relacionado con la capacidad sexual y la masculinidad.

Noche Infinita y Euphoria se esfuerzan por criticar la obsesión cultural con el pene, al igual que películas como Boogie Nights y series como The Deuce, siendo ambas un serio análisis de la industria pornográfica. Sin embargo, al darle tanta importancia al pene, estas películas y series continúan dándole cierto misterio y poder que ya existía mucho antes de que llegaran los penes postizos y la libertad a la hora de mostrar penes en pantalla.

Al fin y al cabo, el uso de prótesis va en detrimento de lo que los directores de cine realmente deberían hacer: mostrar la diversidad de miembros viriles reales sin ningún tipo de significado especial para el personaje o la trama. Por mucho que Spartacus podría hacerte pensar lo contrario, no todos los gladiadores la tenían grande. Ni el tamaño ni la forma de su pene tenían nada que ver con su fuerza, virilidad, masculinidad o sexualidad.

Aunque apócrifo, supuestamente Sigmund Freud dijo que: "A veces un cigarro es solamente un cigarro", haciendo referencia a la idea de que un cigarro no siempre tiene por qué ser un símbolo fálico. Estaría bien que, en la pantalla, a veces un pene no fuera más que un pene.

The Conversation

Autor: Peter Lehman, profesor de Cine y Estudios Mediáticos en la Universidad de Arizona.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Traducido por Silvestre Urbón.

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