Hay un argumento para hacer las ciudades del futuro de madera. Y cada vez lo apoya más gente

Hay un argumento para hacer las ciudades del futuro de madera. Y cada vez lo apoya más gente
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El futuro de las ciudades —de aquellas que aspiran a ser sostenibles, al menos— podría no pasar por las ventanas con paneles de perovskita, la impresión 3D, fachadas de algas, bloques de plástico reciclado, hormigón elaborado con desechos o cualquier otra solución de ultimísima tecnología. La clave quizás sea mucho más “tradicional” y lleve toda la vida delante de nuestras narices: la madera. Sí, la misma con la que construíamos cabañas de niños o usamos aún en las casetas de jardín.

Desde luego hay estudios que señalan ya sus virtudes.

It´s the CO2, stupid. Dándole una vuelta a aquella célebre frase de la campaña electoral de 1992 protagonizada por Bill Clinton y George H. W. Bush podríamos decir, efectivamente, que la clave son las emisiones el dióxido de carbono. Nature acaba de publicar un estudio que señala la gran cantidad de CO2 que podríamos ahorrarnos si en vez de usar hormigón y acero nos pasásemos a la madera.

Sus cálculos son rotundos: si el 90% de la nueva población urbana se alojara en edificios de mediana altura construidos con tablones nos ahorraríamos la emisión de unas 106.000 millones de toneladas de carbono para 2100. Es más, si cambiásemos de materiales, dejando atrás el acero y hormigón, allanaríamos el camino hacia el objetivo para controlar del calentamiento global este siglo.

Una solución para las ciudades. Los investigadores centran su atención en las ciudades. El tiro es más que comprensible. El Banco Mundial calcula que en la actualidad cerca del 55% de la población mundial reside ya en núcleos urbanos, lo que equivale a alrededor de 4.200 millones de personas. Y, como reconoce el propio organismo, “se cree que esta tendencia continuará”. “En 2050 la población urbana se duplicará y casi siete de cada diez personas vivirán en ciudades”, concluye.

El aumento de población, claro está, no se notará solo en las estadísticas y censos. Su huella en las calles será clara. “Más de la mitad de la población mundial vive actualmente en ciudades y para 2100 el número aumentará significativamente. Esto significa que se construirán más viviendas con acero y hormigón, la mayoría con una importante huella de carbono”, alerta a The Guardian Abhijeet Mishra, una de las autoras del estudio. ¿Hay alternativa? Para ella sí: bloques de madera de 4 a 12 plantas.

Pero... ¿De cuánta madera estamos hablando? He ahí otra de las grandes claves. Los investigadores calculan que si siguiésemos su receta necesitaríamos aumentar de forma notable la superficie dedicada a la producción de futuros tablones. “Las plantaciones forestales tendrían que expandirse hasta 149 millones de hectáreas para 2100 y las cosechas de los bosques naturales no protegidos aumentarían”, señala el estudio de Nature. Sus autores están convencidos además de que tal expansión podría lograse sin repercutir en la producción agrícola.

A la hora de trazar los cálculos, reivindican los investigadores, se ha seguido una máxima crucial: el respeto por los bosques vírgenes y áreas de conservación de la biodiversidad. “La salvaguardia explícita de estas áreas protegidas es clave”, señala uno de los autores.

La otra gran clave: la biodiversidad. Una de las grandes preocupaciones que genera la propuesta, aun contando con que se respeten los bosques vírgenes, es cómo afectaría a la biodiversidad. Los ambientalistas —señala el diario británico— apuntan que las alrededor de 131 millones de hectáreas que ya se dedican a plantaciones de árboles tienden a presentar una biodiversidad más pobre que los bosques naturales. No solo eso. También estarían más expuestos a los incendios forestales y serían más vulnerables ante otras amenazas graves, como la sequía o las plagas.

“La madera puede desempeñar un papel más importante en la construcción, pero duplicar las plantaciones de árboles del mundo a expensas de la naturaleza invaluable es una locura cuando las reducciones modestas en la producción de carne y leche liberarían la tierra necesaria”, plantea Sini Eräjää, de Greenpeace. El propio informe publicado en Nature señala que la invasión de bosques naturales podría implicar pérdidas en la biodiversidad o incluso el carbono del suelo.

Pero… ¿Es buen material la madera? La pregunta es vital. Al fin y al cabo, si de buscar nuevos materiales para la construcción se trata lo lógico es que sean adecuados para levantar edificios. La madera tiene beneficios claros, como su capacidad para almacenar y reducir la huella de CO2, pero presenta un gran hándicap: es inflamable. El sector es consciente y ya busca soluciones.

En los últimos años ha ido ganando fuerza la CLT, un tipo de tablones contralaminados que habrían arrojado buenos resultados en las pruebas con fuego. Think Wood señala que una pared de CLT con paneles de cinco capas ha sido capaz de aguantar más de tres horas sometidas a temperaturas de unos 980ºC. Sus defensores apuntan otras ventajas, como la resistencia de la madera o que su peso permite ahorrar tiempos y costes en la fabricación. Los edificios de la conocida como mass timber son más ligeros que los de hormigón, lo que les permitiría responder bien ante seísmos.

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Y para muestra… un rascacielos. No todo son estudios de laboratorios y catálogos de distribuidores. Tenemos ya grandes edificios levantados con madera. En Skelleftea, en Suecia, han levantado un bloque de 75 metros de alto construido con madera y en Reino Unido, EEUU, Japón o Alemania hay proyectos iuncluso más ambiciosos. Prueba de que la mass-timber gana peso en el sector es que, según los datos que maneja The Wall Street Journal, entre julio de 2020 y diciembre del año pasado el número de edificios de varias plantas construidos en Estados Unidos con ese material se disparó aproximadamente un 50% hasta superar las 1.300 estructuras.

Imágenes | Charlie Gregory (Unsplash) y Grand Canyon National Park (Flickr)

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