Alguien se olvidó unos papeles sobre su coche. Y complicó con ello la reactivación de la central nuclear más grande del mundo

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No es que la vida supere a la ficción, es que en ciertas ocasiones parece seguir directamente un guion escrito por el mejor comediante de Hollywood. Acaba de ocurrir en Niigata, Japón, donde un despiste al más puro estilo Mr. Bean ha dejado en evidencia Tepco, un holding de firmas eléctricas que presta servicio a parte del país, y complicado el futuro inmediato de una central fundamental. Llega con dos pinceladas para entender el alcance tragicómico de lo que acaba de suceder: un olvido hilarante y el futuro de la mayor planta nuclear del mundo.

Nos explicamos.

¿Dónde están mis papeles? Una pregunta parecida a esa debió de hacerse la semana pasada un empleado de Tokyo Electric Power Company (Tepco) cuando se dio cuenta de que había extraviado documentos relacionados con la unidad seis de la central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa. Para ser más precisos, trataban sobre el sistema de protección contra incendios e inundaciones, aunque Tepco recalca que no contienen información sensible para la seguridad del reactor ni relacionada con el material nuclear. La empresa ha conseguido recuperar parte de esos papeles perdidos, aunque no todos. Hace unos días, al menos, le faltaban 38 páginas.

¿Y cómo los perdió? Por un despiste antológico que probablemente ha levantado más de una ceja tanto en las oficinas de Tepco como muy especialmente en las de las de los reguladores de Japón. Lo ocurrido lo han relatado Bloomberg y la propia compañía a través de un comunicado escueto pero preciso: el  viernes 19 de mayo, un empleado se llevó 80 folios de la empresa a casa, desde donde tenía pensado teletrabajar. Primero cogió un bus y luego se subió a su coche. Problema: en ese lapso apoyó los documentos en el techo del vehículo. Y allí se quedaron por un despiste garrafal después de que él entrara, se acomodara tras el volante y encendiera el motor para enfilar la carretera rumbo a su domicilio.

Lo ocurrido fue una metedura de pata, pero podría haberse quedado en un tirón de orejas o quizás una bronca en la empresa, sin mayor trascendencia pública. Un día después, sin embargo, la compañía recibió el aviso de un habitante de Kashiwazaki que aseguraba haber encontrado lo que parecían documentos extraviados sobre la central nuclear. Eso hizo saltar alarmas, derivó en comprobaciones internas, una "advertencia estricta" para el empleado y su supervisor y un recordatorio de Tepco sobre qué normas deben seguirse para sacar documentación de las oficinas.

¿Por qué es grave? Por el despiste en sí. Y también por el contexto, que ha contribuido a que el incidente gane notoriedad. Como recuerda Bloomberg, el suceso llega en un momento sensible para Tepco y la central de Kashiwazaki-Kariwa: poco antes la Autoridad de Regulación Nuclear —NRA, por sus siglas en inglés— había decidido posponer el reinicio de la planta debido a problemas de seguridad. En su informe la NRA alertaba de que no pudo verificar que se adoptaran medidas correctivas en cuatro de los 27 puntos analizados.

¿Se puede ir más allá? El diario The Japan News aporta alguna clave más y señala que a lo largo de los últimos años se han registrado daños en el equipo de detección de intrusos y un episodio con una falla de seguridad en 2020. El día 17 la NRA decidió mantener su prohibición de mover combustible nuclear dentro de la planta de Kashiwazaki-Kariwa, veto que adoptó en 2021 y ha decidido no levantar.

La medida es importante porque en la práctica impide la reactivación del reactor siete. "Depende de Tepco cuánto tiempo lleve nuestra inspección", explicaba la semana pasada Shinsuke Yamanaka, responsable de la ANR. Bloomberg o South China Morning Post deslizan que lo ocurrido con los papeles puede erosionar la confianza de las autoridades y hacer que la central permanezca cerrada.

¿Es importante la central? Sí. La central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa incorpora siete unidades que se han puesto en marcha entre mediados de los años 80 y finales de los 90 y se considera la central nuclear más grande del mundo por potencia eléctrica neta. Sus reactores generan 8.212 MW, lo que le permite aportar electricidad a alrededor de 16 millones de hogares. Al menos en 2020 destacaba en el mapa energético como la cuarta mayor estación generadora de electricidad, solo por detrás de las plantas hidroeléctricas de Itaipú, la presa de las Tres Gargantas y la de Guri. Se localiza en la prefectura de Niigata, a 215 km al noroeste de Tokio.

¿Y el contexto, importa? Sí. Y bastante. Con la transición energética y las derivadas de la guerra de Ucrania como telón de fondo, Japón ha decidido hacer un movimiento inimaginable hace unos años, cuando tras la crisis de Fukushima decidió impulsar un apagón nuclear. El país está apostando de nuevo por este tipo de energía, que en su día, antes del accidente de marzo de 2011, representaba más del 30% de la energía producida. En 2022 su primer ministro anunciaba una serie de medidas en esa línea, como la construcción de una nueva generación de plantas, reactivar reactores o extender su vida útil más allá de las seis décadas.

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