Mucho se espera de Apple en el evento de mañana, y desde luego mucho se espera de los nuevos iPhone, que según las filtraciones previas llegarán en dos tamaños distintos. Lo harán además adoptando una serie de tendencias de las que la empresa de Cupertino se mantenía hasta ahora alejada.
Nos disponemos precisamente a repasar esas novedades que se esperan en los nuevos iPhone y que Apple no había aprovechado hasta ahora, pero también haremos un recorrido por otras opciones que seguimos viendo en terminales de la competencia y que de momento no han llegado (y no parece que vayan a llegar) a los iPhone.
Pantallas de mayor tamaño
La primera diferencia y la más evidente y rumoreada es el salto a nuevos tamaños de pantalla. Desde hace meses se habla de dos tamaños de pantalla. En concreto, de un iPhone 6 de 4,7 pulgadas y de un iPhone 6 (¿quizás 6L?) de 5,5 pulgadas.
Eso hará que según los rumores las dimensiones de ambos dispositivos cambien de forma significativa, aunque el grosor haya sido uno de los aspectos más cuidados por Apple. Así, mientras que el iPhone 5S dispone de un grosor de 7,6 mm, se rumorea que en el iPhone 6 de 4,7 pulgadas éste será de 6,9 mm, mientras que en el iPhone 6L será de 7,1 mm.
Sigue siendo una gran incógnita el potencial uso del zafiro que Apple podría aprovechar para estos nuevos modelos: unos hablan de que esas pantallas están reservadas para otro de los hipotéticos protagonistas del evento -los relojes inteligentes de esta firma- mientras que medios como The Wall Street Journal apuntaban a que solo los modelos de mayor tamaño dispondrán de esa opción.
Sea como fuere, el salto a mayores diagonales es significativo y responde a una de las grandes preguntas que Apple planteaba hace meses con aquel "los consumidores quieren cosas que no tenemos". En Xataka debatíamos entonces en vídeo -podéis revisitar aquel debate aquí- sobre ese potencial salto a un nuevo tamaño, y todos apuntábamos a que ese parecía ser el camino lógico para la empresa de Tim Cook.
Esas pantallas de mayor tamaño plantean muchas incógnitas en temas como la resolución de pantalla -veremos cuál es la que adoptan estos dispositivos-, pero también una curiosa situación sobre otro de los rumores recientes: el hecho de que Apple presentará el nuevo iPad Air, pero podría no mover ficha con el iPad mini. ¿Podría Apple abandonar ese producto a la vista de lo que está pasando en el mercado Android, donde los phablets están restando interés a los tablets?
NFC y pagos móviles
Los rumores sobre la posible integración de un chip NFC en los nuevos iPhone apareció más recientemente, y esa posibilidad se alineaba con otros datos que habían aparecido en el pasado. En especial, con los que aludían a la puesta en marcha de un servicio de pagos móviles que Apple podría llevar preparando desde hace meses.
La decisión de Apple parece lógica, sobre todo tras el limitado éxito de Passbook, la alternativa que la empresa planteó hace años pero que no se ha logrado convertir en ese estándar de facto que podría esperarse. La popularidad del estándar NFC es mayor, y aunque su puesta en marcha práctica ha sido también limitada, la decisión de Apple podría ser el espaldarazo definitivo para el desarrollo de este tipo de sistemas.
De nuevo, la adopción de esta tecnología sería otra de las sorpresas -ya no tanto tras tantos rumores- de unos iPhone que hasta ahora trataban de seguir su propio camino en esta y otras áreas. La inversión en este área estaría muy en línea con otra de las tecnologías que Apple puso en marcha ya en iOS 7: iBeacon. Convertir al iPhone en una cartera virtual con la que irse de compras parece ahora más cerca que nunca.
Apple sigue resistiéndose a otras tendencias
Esas dos grandes novedades demuestran un curioso giro en lo que a adopción de tendencias se refiere en Apple. La empresa, que siempre se ha caracterizado por mantenerse fiel a su filosofía, sigue manteniendo una fuerte personalidad en todo lo que hace, y es difícil verla "seguir la corriente" en todo tipo de tendencias tecnológicas.
De hecho, hay otras muchas áreas en las que parece que los nuevos iPhone seguirán manteniendo esa personalidad tan definida. Un buen ejemplo es la memoria RAM, en la que Apple nunca ha querido seguir el camino de los dispositivos Android. Durante mucho tiempo los iPhone (hasta el 4S de 2011) aguantaron con tan solo 512 MB de RAM, y todos los rumores apuntan a que los nuevos iPhone 6 llegarán mantendrán el gigabyte de RAM que debutó en los iPhone 5.
Esta es una circunstancia curiosa, sobre todo cuando Apple adoptó el año pasado los nuevos Apple A7, los primeros microprocesadores móviles con soporte de 64 bits. Eso teóricamente podría parecer orientado a aprovechar una de las ventajas claras -mayores direccionamientos de memoria-, pero lo cierto es que los iPhone han demostrado de forma contundente lo fluidos que pueden funcionar con 1 GB de memoria. No parecen necesitar más, y Apple parece firme a la hora de dejar pasar esa tendencia de dispositivos Android de llegar hasta los actuales 3 GB de algunos dispositivos.
Otro de los apartados en los que Apple se muestra comedida es la batería. Según diversos rumores, el iPhone 6 de 4,7 pulgadas integraría una batería con capacidad de 1.810 mAh, mientras que los iPhone 6L podrían llegar hasta los 2.915 mAh. Las diferencias son notables con respecto a los actuales iPhone 5S de 1.560 mAh, pero también lo son las diferencias en dimensiones por las nuevas pantallas.
Es interesante comprobar como Apple apenas hace hincapié en este apartado en sus presentaciones. Sí, siempre nos da datos previstos de duración, pero su inversión tecnológica en baterías -uno de los apartados que podría diferenciar aún más a los iPhone- es discreta para lo que podríamos esperar. Y aún así, todo hay que decirlo, la autonomía de los iPhone los hace tradicionalmente tan eficientes o más que dispositivos similares e incluso dispositivos Android de mayor tamaño y con mayores baterías.
Apple no da demasiado énfasis a los mecanismos que utiliza para lograr una mayor eficiencia energética, pero está claro que su control sobre cada una de las facetas del iPhone -en software con iOS 8, y en hardware con su trabajo en la pantalla, la CPU o la GPU- logra hacer que dicho apartado suela ser destacable en estos productos. De nuevo, Apple no parece necesitar ir a baterías "de gran capacidad" o tecnologías con nombres rimbombantes para ayudar en esta faceta.
Sí que es interesante mencionar en este apartado de la batería otra de las tendencias que Apple tampoco ha seguido hasta ahora -veremos si nos da la sorpresa-: la carga inalámbrica. Para una empresa que se precia de la comodidad que ofrecen sus soluciones, la aparición de un accesorio de este tipo parecería lógica. Y sin embargo, Apple ha demostrado su interés en este campo -como en muchos otros- mediante el registro de patentes como esta, que permite no cargar un iPhone, sino en realidad varios dispositivos al mismo tiempo.
Llegamos a otra tendencia olvidada por Apple: la ranura MicroSD. Para muchos usuarios poder contar con esa opción de añadir más almacenamiento es crucial, pero Apple jamás ha contemplado dicha posibilidad. De hecho, su propia concepción del iPhone (y del resto de sus desarrollos hardware) precisamente van contra esa capacidad de dar más libertades al usuario. Los diseños unibody y los estudios sobre la reparabilidad de los iPhone (el 5S logró un 6 sobre 10 en iFixit, nada mal) dejan claro que a Apple no le interesa seguir ese camino.
Por supuesto, eso también tiene sentido desde el punto de vista económico: ya comprobamos cómo las ampliaciones en la capacidad interna de los iPhone son un jugoso negocio para Apple: mientras que el paso entre distintas capacidades (de 16 a 32 GB, de 32 a 64 GB) le cuesta a Apple menos de 10 o 15 dólares, al usuario ese cambio le supone desembolsar 100 o 200 dólares (o euros) más al subir de modelo. Mucha pela. Y si alguien "mira la pela" y se aprovecha de los márgenes, esa es Apple. Por cierto: atentos a la posible aparición de una variante con 128 GB.
Otras tendencias que sí han seguido fabricantes de la competencia y que Apple nunca ha integrado son, por ejemplo, una que últimamente es muy interesante: la resistencia al agua y al polvo. Parecería lógico pensar que Apple podría aprovechar su diseño unibody y sus procesos de producción para habilitar esa capacidad, pero nunca lo hemos visto, y uno se pregunta si lo veremos. La dificultad reside en tapar ranuras como la de los cascos o el conector Lightning, y pensamos que Apple tiene la capacidad de ofrecer solución a ese problema, pero no parece interesada en ello de momento.
En materia de conectividad echamos de menos el soporte de redes WiFi 802.11ac que sí está presente desde hace tiempo en diversos terminales Android -y también en algunos de los nuevos equipos de sobremesa y portátiles de Apple-. No hay tampoco novedades sobre sensores IR que incorporan algunos dispositivos de la competencia, y no parece que esto vaya a cambiar.
Muchas tendencias, unas que al fin podrían acabar siendo parte del iPhone y otras que será difícil que veamos al menos a corto plazo. Apple, no obstante, parece haber dado un ligero giro a su férrea filosofía tradicional: veremos qué nos deparan estos iPhone, y cómo se comportan en un mercado que de nuevo los está esperando como las eternas referencias en smartphones.
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