Vamos a ponernos en situación: sale un nuevo smartphone al mercado, y el fabricante de turno nos lo vende en dos variantes: la de 16 GB y la de 32 GB. La diferencia tradicional en precio entre esos dispositivos, que sólo tienen ese aspecto distinto, es de 100 euros. Y esa diferencia es especialmente rentable para esos fabricantes, a los que la memoria les sale a precio de saldo.
Es la realidad de un estudio que publican en Laptop Magazine y en el que según Michael Yang, analista de la firma IHS, hace que el usuario pague 100 euros de más cuando esa ampliación le cuesta a los fabricantes 6 euros. Increíble.
Jugando con el espacio libre de serie
Uno de los apartados que menos se contrastan al analizar nuevos smartphones es el espacio libre de almacenamiento que queda para el usuario tras encender por primera vez su dispositivo. El fabricante utiliza parte de ese espacio para el sistema operativo y las aplicaciones, así que es normal que un dispositivo de 16 GB pronto se quede algo corto para la mayoría de las necesidades.
Es el caso del iPhone 5S de 16 GB, que llega con 12,9 GB utilizables para el usuario. En el caso del Samsung Galaxy S5, ese espacio es de 10,7 GB para el modelo con la misma capacidad de almacenamiento. Teniendo en cuenta que las cámaras de estos dispositivos capturan imágenes y vídeos de gran calidad, y que éstas ocupan un espacio más que decente en ese espacio de almacenamiento, el usuario suele caer en la trampa: los 16 GB se me van a quedar cortos.
Así que la decisión parece clara: "mejor me compro el modelo de 32 GB y así me olvido del problema" (al menos durante un tiempo). Esa pequeña decisión es casi instantánea, pero lo cierto es que al usuario le cuesta muchísimo más que al fabricante, que según IHS paga 8 dólares por ese incremento de capacidad, cuando al usuario le cuesta 100 dólares (que en la economía de la UE se suelen traducir en 100 euros).
Las aplicaciones no ayudan, la nube sí
Hemos citado a los vídeos y las fotos como grandes compromisos en smartphones con esas capacidades limitadas, pero en realidad hay otro claro responsable: las propias aplicaciones. En el estudio se revela, por ejemplo, que una aplicación media de Google Play necesita 31,5 MB de espacio en dispositivos Android. En iOS el problema es aún mayor, ya que de media ese espacio de las aplicaciones iOS es de 65 MB.
Las cosas se complican si hablamos de juegos de última generación, que pueden llegar a ocupar cientos de megabytes en nuestro dispositivo -Sonic Transformer ocupa 1,1 GB en iOS-, y los usuarios a menudo se encuentran con problemas en los que deben elegir qué mantener en sus teléfonos y que no.
No todo son malas noticias, no obstante: los servicios de streaming de música como Spotify han aliviado al menos la carga a la hora de almacenar música en el móvil. Puede que algunos guardemos algunas canciones "imprescindibles" en nuestros dispositivos, pero estos servicios permiten que podamos evitar ocupar mucho más espacio con ese tipo de contenidos. Por supuesto, esos servicios hacen necesaria una conexión de datos, y el uso intensivo de dicho streaming hace que esa cuota baje peligrosamente, de modo que en ese consumo también hay que tener mesura.
Algunos fabricantes precisamente comienzan a aprovechar los servicios en la nube para aliviar un poco ese problema -aunque desde luego nunca lo vendan de esa forma-. El Amazon Fire Phone, por ejemplo, promete "almacenamiento ilimitado de fotos" en la Amazon Cloud Drive, y algo antes Apple anunció mejoras en su aplicación de fotos de iOS 8 indicando que iCloud sería gratuito para los primeros 5 GB, y que luego tener 20 GB disponibles costaría 99 centavos al mes (3,99 dólares si queríamos 200 GB de espacio en la nube).
La ranura microSD al rescate
Afortunadamente algunos fabricantes incluyen en sus modelos ranuras microSD de expansión que permiten que contemos con modelos base con esos 16 GB (a veces incluso menos) y que luego podemos ampliar con tarjetas microSD de gran capacidad (32 y 64 GB suelen ser los límites soportados por los fabricantes).
El coste de estas tarjetas es claramente inferior al que nos imponen los fabricantes. Mientras que pasar de un modelo de 16 GB a uno de 32 GB suele costar los mencionados 100 euros, optar por un modelo de 16 GB y luego comprar una microSD de otros 16 GB costará, atención, entre 8 y 10 euros dependiendo del modelo. Diez veces menos del coste que impone el fabricante por esa ampliación de capacidad.
Teniendo en cuenta esa diferencia, en muchos casos lo ideal es, de hecho, optar por una tarjeta microSD de mayor capacidad -los modelos de 32 GB salen por entre 15 y 20 euros- y, desde luego, optar por el modelo más básico del smartphone que queramos en cuestión de capacidad de almacenamiento.
Esperando los smartphones con 128 GB
Hace un año aparecía en escena un ambicioso proyecto de Canonical: la producción de su propio smartphone, el Ubuntu Edge. Aquel producto no consiguió la financiación colectiva buscada y la idea se abandonó, pero entre sus muchas características destacadas había una singular: la de ofrecer 128 GB de capacidad de almacenamiento.
Esa opción parecía algo exagerada hace un año, pero poco a poco nos vamos dando cuenta de que los actuales smartphones son cada vez más voraces (como nosotros) en consumo de datos. Teniendo en cuenta que poco a poco su uso se extiende más a campos como la productividad, tener esa capacidad disponible de serie no parece ya ninguna locura. Sobre todo cuando la convergencia a la que nos dirigen Apple y Microsoft con sus respectivos proyectos -Apple con Continuity y Handoff, Microsoft con su One Windows- promete un uso aún más intensivo de estos dispositivos.
En cierto sentido, los fabricantes van mejorando en este apartado y al menos no ofrecen versiones tan limitadas: el HTC One M8, el LG G3 o el Amazon Fire Phone son dispositivos que llegan de serie con 32 GB de capacidad de almacenamiento, y en el caso del LG también podremos añadir una tarjeta microSD. Sin embargo las opciones de smartphones con versiones de 64 GB de serie son limitadas, y desde luego, aún más caras.
Los modelos con 128 GB de capacidad de serie parecen aún algo lejos de nuestro alcance. El Meizu MX3 presentado el año pasado dispone de una versión con esa capacidad para el mercado chino, pero ha sido la excepción a la regla, y aunque se rumorea que algún fabricante podría apostar por esa opción (se dijo del hipotético iPhone 6, por ejemplo), no parece que de momento la idea cuaje entre los fabricantes.
Así pues, puede que ésta se convierta por fin en la próxima gran batalla en la que compitan los fabricantes de smartphones. Dado que la batalla por los GHz en procesadores móviles, las pantallas más grandes y con más resolución e incluso por las mejores cámaras se ha vuelto algo aburrida, ¿qué tal si se empiezan ustedes a poner las pilas con las baterías (valga la redundancia) y, ya que estamos, con la capacidad de almacenamiento de serie (y no a los precios actuales, señores)? Seguro que muchos -el que suscribe incluido- lo agradecerán.
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