Practicar deporte es una de las actividades más saludables que podemos realizar. Pero no siempre

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Son muchos los deportes donde los golpes en la cabeza son el pan de cada día. Que los boxeadores o los jugadores de fútbol americano puedan desarrollar problemas derivados de ello no sorprendería a nadie, pero el fútbol no parecería a priori un deporte especialmente peligroso para nuestro cerebro. Pero parece que lo es.

Gajes del oficio. Un estudio reciente realizado en exjugadores de fútbol profesionales ha encontrado en ellos un mayor riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas. Los investigadores observaron un aumento del 62% en el riesgo de padecer demencia comparado con el riesgo promedio (que ronda entre el 10 y el 20% en la población general).

Sin embargo los investigadores observaron que el riesgo de padecer la enfermedad de Parkinson era algo menor entre los futbolistas, un 32% más baja, concretamente. El trabajo también comparó la aparición de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), aunque en este caso la prevalencia era demasiado pequeña como para la obtención de resultados significativos.

Eso sí, los jugadores profesionales de fútbol tenían una esperanza de vida ligeramente mayor a la de los hombres suecos. Quizá al fin y al cabo la práctica de deporte pueda compensar en este contexto concreto.

La soledad del portero. Aunque el estudio constata un aumento del riesgo de padecer demencia, no pueden extraerse conclusiones certeras sobre el funcionamiento de las relaciones causales. Una de las observaciones que hacen los investigadores es que este aumento del riesgo no afecta a los porteros.

A partir de ahí especulan con la posibilidad de que los remates de cabeza y los encontronazos en el campo puedan ser la causa de este mayor riesgo.

“Pero también es posible que el enlace observado pueda atribuirse a otros factores específicos de los jugadores de fútbol. Tampoco podemos sacar conclusiones sobre el riesgo afrontado por los jugadores masculinos y femeninos de hoy en día, ni en categorías amateur o juveniles”, explicaba en una nota de prensa Peter Ueda, uno de los autores del estudio.

Más de 6.000 jugadores. Los investigadores tomaron una muestra de más de 6.000 futbolistas que habían estado activos en la primera división masculina sueca entre 1924 y 2019. Compararon la información de éstos con una muestra de 56.000 hombre suecos, prestando atención a factores como edad y lugar de residencia.

Los detalles de este estudio aparecieron en la revista The Lancet Public Health.

“No tan alarmantes”. Este no es el primer estudio en asociar un mayor riesgo de demencia a la práctica profesional en el fútbol. Otro estudio reciente realizado en el Reino Unido (Escocia) arrojó cifras aún más contundentes: un aumento de entre tres y cinco veces el riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas, incluyendo demencia, ELA y Parkinson.

“Nuestros resultados no son tan alarmantes como los del estudio escocés”, explicaba Ueda. No sabemos por qué los resultados de los dos estudios son en parte diferentes y necesitaríamos datos más detallados en remates y colisiones de cabeza para estudiar si hay posibles relaciones causales, y de haberlas, cómo de grandes son”.

El neurólogo Marc Suárez-Calvet (quien no tomó parte en el estudio) señalaba que los datos reales podrían ser aún más contundentes que los resultados obtenidos por este estudio: “Teniendo en cuenta que el ejercicio físico es un factor protector para el desarrollo de cualquier tipo de demencia, esta asociación podría estar incluso infravalorada.”

Cómo cambia el fútbol. Los autores también señalan que el fútbol ha cambiado mucho a lo largo del último siglo, lo que implica que los jugadores activos hoy podrían estar menos expuestos a futuros problemas neurológicos. Esto abarca la forma de juego pero también el hecho de que los balones de material sintético con los que se juega hoy en día poco tienen que ver con los de antaño.

El efecto de estos cambios en el riesgo de padecer demencia aún no está claro. Habrá que esperar a entender mejor qué es lo que pasa en las cabezas de los jugadores de fútbol. Un trabajo bastante complicado no cabe duda.

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