Ley de Yerkes-Dodson: la teoría que explica por qué algunas personas trabajan mejor bajo presión

  • La Ley Yerkes-Dodson indica que un cierto nivel de estrés estimula la productividad. Una vez superado un determinado umbral, se produce el efecto contrario

  • Estudios de 2007 relacionan ese comportamiento con la producción de unas determinadas hormonas en el cerebro durante episodios leves de estrés

Estrés y productividad
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Algunas personas afirman trabajar mejor bajo un cierto nivel de presión, mientras que otras, en cambio, se bloquean cuando no pueden soportar el estrés. Ambas tienen razón y su explicación la encontramos en la Ley de Yerkes-Dodson. Esta ley psicológica explica cómo, hasta cierto punto, unos niveles moderados de estrés pueden ser el motor que dispare tu productividad…pero un exceso de estrés también puede romper ese motor.

La Ley de Yerkes-Dodson fue enunciada por primera vez por los psicólogos Robert M. Yerkes y John Dillingham Dodson en 1908. Más de un siglo más tarde, esta ley sigue vigente debido a la notable solidez que ha demostrado mantener en la actualidad.

Esta ley dicta que el rendimiento aumenta cuando existe una cierta excitación fisiológica o mental, pero solo hasta unos niveles aceptables. Cuando los niveles de excitación se vuelven demasiado altos, el rendimiento disminuye a medida que crece la presión. Esta ley queda representada por una U invertida en el que el vértice más alto del rendimiento se alcanza en el punto de equilibrio entre los niveles de estrés y la motivación.

Ley de Yerkes-Dodson Curva de la Ley de Yerkes-Dodson

Estrés: el ingrediente secreto de la productividad que se puede volver en tu contra

Según sus creadores, la mejor forma de incentivar la motivación y mejorar el rendimiento es fijar una serie de objetivos a corto plazo para generar un cierto sentido de urgencia. Esto incentivará al cerebro a dedicar tiempo y concentración a una determinada tarea, pero sin que ello suponga elevar en exceso los niveles de estrés ni la carga de trabajo para no convertirla en algo difícil de gestionar.

Cuando se llevan a cabo tareas con un bajo nivel de estrés o alerta, las tareas se vuelven monótonas y aburridas. Esto lleva a un estado de desmotivación (siendo presa fácil para la procrastinación) o a estirarlas más de lo recomendable (aquí entraría en juego la Ley de Parkinson). Esta falta de motivación genera un bajo rendimiento y se reduce la productividad.

En contrapartida, si los niveles de estrés son demasiado elevados, comienzan a aparecer sentimientos de ansiedad, malestar psicológico en general y pueden aparecer bloqueos cognitivosque reducen drásticamente la concentración y la capacidad para la resolución de problemas. El resultado de alcanzar este estado es incluso peor al de desmotivación, ya que el exceso de estrés provoca un padecimiento físico real con graves consecuencias para la salud.

Un buen ejemplo de esta ley la encontramos en la ansiedad que todos hemos sufrido antes de un examen. La cantidad suficiente de presión hace que te concentres mejor durante el examen y tu cerebro recuerde correctamente las respuestas, mientras que un exceso de presión hace que te bloquees ante el examen y tu mente se quede en blanco.

Entonces, ¿cuál es el nivel de estrés o motivación ideal? No existe un nivel fijo y este no solo depende de cada persona, sino que incluso puede variar en función del estado de ánimo de la persona en cada momento. Hay cuatro factores que pueden afectar a esta curva:

  • La habilidad para desarrollar la tarea. Una persona experta requiere menos atención para realizar una determinada tarea, que alguien que la hace por primera vez y está sometida a mayor presión.
  • La personalidad. Cada persona gestiona de forma distinta la presión. Estudios apuntan que las personas extrovertidas tienden a gestionar mejor el estrés que las introvertidas, mientras que estos últimos gestionan mejor la motivación cuando se liberan de la presión.
  • La autoconfianza o el rasgo de ansiedad. La confianza en sí misma determinará los niveles de incentivos necesarios para alcanzar el pico de motivación, mientras que alguien más inseguro tendrá un menor margen de tolerancia al estrés antes de comenzar a reducir su rendimiento.
  • La complejidad de la tarea. El nivel de complejidad de la tarea también será determinante a la hora de establecer los niveles de motivación e incentivo. No se necesitará la misma motivación para responder a unos correos que para completar un informe de varias páginas. Cuanto más compleja sea la tarea más fácil resulta pasarse de frenada y caer en el lado negativo de la curva provocando una menor productividad.

El punto álgido de la gráfica descrita en la Ley Yerkes-Dodson se relaciona directamente con la teoría del flujo, desarrollada por el psicólogo Mihály Csíkszentmihályi.

Esta teoría describe el flujo o estado de Flow como “un estado subjetivo que las personas experimentan cuando están completamente involucradas en algo hasta el extremo de olvidarse del tiempo, la fatiga y de todo lo demás, excepto la actividad en sí misma”. Es decir, se ha alcanzado tal nivel de concentración que lo único que se visualiza es el proceso que lleva a completar la tarea.

Experimentos realizados entre los años 50 y 80 del siglo pasado revelaron una cierta correlación entre los niveles elevados de estrés y la mejora de la memoria, capacidad de concentración y rendimiento.

Otras investigaciones de 2007 sugieren que esa correlación podría estar relacionada con la producción en el cerebro de un determinado tipo de hormonas durante episodios de estrés moderado. Estas hormonas contribuían a mejorar la capacidad de memoria y concentracióndibujando una curva similar a la descrita en la Ley de Yerkes-Dodson, mejorando el rendimiento hasta alcanzar unos determinados niveles, para caer drásticamente a medida que se incrementaba la cantidad de hormonas.

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Imagen | Pexels (Tim Gouw)

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