Southgate tenía razón (pese a perder la final): los jóvenes y recién salidos marcan más penaltis

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Aquellos cuartos de final frente a Colombia no fueron más que un espejismo. A la hora de la verdad, en su primera final en más de medio siglo, Inglaterra volvió a naufragar en una tanda de penaltis. Ha perdido seis de las últimas siete disputadas en torneos internacionales. Y en dos de ellas, las dos más dolorosas al disputarse en casa y en fases clave, Gareth Southgate ha sido protagonista. En la primera, frente a Alemania en 1996, falló el lanzamiento decisivo. En la segunda, eligió a sus lanzadores.

Los hechos. A esta hora bien conocidos: Inglaterra e Italia agotaron los 120 minutos reglamentarios con un gol cada una. Dirimirían su suerte en una tanda de penaltis dramática y ante más de 65.000 espectadores, todos ellos ingleses, reunidos en Wembley. Italia anotó más lanzamientos gracias a la actuación estelar de su portero, Donnarumma, y alzó su segundo título continental. Inglaterra marró sus tres últimos penaltis. Los tres lanzados por jugadores muy jóvenes y recién salidos al campo.

Inglaterra perdió. Una vez más. Ahondando en su leyenda fatídica.

La polémica. Tanto Sancho como Rashford como Saka saltaron al campo durante los últimos minutos de la prórroga. Todos los comentaristas lo observaron en su momento: Southgate les había sacado para lanzar un penalti en la tanda definitiva. Muchos de ellos lo juzgaron erróneo. Eran jugadores con poca experiencia en partidos importantes y mentalmente fuera de la final, al no haber disputado muchos minutos. Sólo salían para tirar un penalti. Demasiada presión. Fallarían.

Sus pronósticos se cumplieron. Durante las horas siguientes a la final, fueron muchos quienes juzgaron errónea la decisión de Southgate. Estaba claro que Rashford, Saka y Sancho iban a fallar, en una de esas tautologías tan habituales del fútbol (como el cambio previo a un córner en contra, receta infalible de gol). Inglaterra perdió una oportunidad histórica por la arrogancia cabalística de su entrenador.

El precedente. Como hemos visto durante los últimos días, los penaltis no son una lotería sino una ciencia relativamente precisa. Southgate, un entrenador conservador pero metódico, se obsesionó con el fenómeno cuando falló su disparo en 1996. Leyó y encargó estudios psicométricos y entrenó con sus pupilos todos y cada uno de los escenarios posibles en una tanda de penaltis, ajustando su rol en el equipo y su tipo de lanzamiento a sus habilidades. Tuvo éxito en el Mundial de 2018. Ayer no.

La ciencia. ¿Un triunfo de los imponderables futbolísticos? No tan rápido. Días antes de la final, Geir Jordet, un investigador dedicado a estudiar la psicología del fútbol, publicó un fascinante hilo donde desmenuzaba un trabajo elaborado a lo largo de cinco años. En él se analizaban todos los lanzamientos de penaltis realizados en tandas y n competiciones internacionales desde 1976. Iba más allá de parámetros técnicos (hacia dónde se tira, hacia dónde se para) y se insertaba en lo psicológico y lo emocional (qué factores mentales favorecen acertar).

Se puede leer al completo aquí (hablamos de ello en su momento).

Qué dice. Entre otras cosas muy interesantes, dos cosas pertinentes en el día después de la derrota inglesa. Por un lado, que los jugadores con menos fatiga acumulada, es decir, que han jugado menos minutos y han participado menos en el partido, suelen tirar mejor. Llegar a la tanda con 120 minutos en el cuerpo dispara las probabilidades de fallo. Esto, en contra de las creencias asumidas dentro del ecosistema futbolístico, tiene sentido. El cansancio te hace menos preciso y más vulnerable al estrés.

Minipunto para Southgate. Rashford, Sancho y Saka fallaron, pero la evidencia científica apuntaba a un acierto más probable. El otro factor a su favor es la edad: los jugadores por encima de los 23 años tienden a marrar más sus lanzamientos que los más jóvenes. Aunque las diferencias son pequeñas, los menores de 23 años han marcado históricamente más (85,2%) que los jugadores de edad media (hasta 28 años, 78% de acierto) o vieja (hasta 35 años, 78%). ¿Los motivos? No se apuntan, pero podemos atribuirlos a un menor cansancio o mayor valentía/irresponsabilidad.

Otros factores. Todo el estudio es alucinante y útil para los entrenadores (analiza 409 lanzamientos en 41 tandas distintas). En general, el estrés juega en contra del lanzador. Cuanto más presión tiene sobre sus hombros, más falla. De ahí que, como atinó a recordar Piqué tras la eliminación de España, el equipo que lanza primero tenga ventaja: los jugadores rivales siempre acuden al punto de penalti con la responsabilidad de adelantar a su equipo o de esquivar la eliminación, multiplicando su carga psicológica (y provocando que fallen con más frecuencia).

Esto también explica que los primeros lanzamientos se anoten con más frecuencia (por encima del 80%) que los últimos (el cuarto ronda el 70%); o que las superstrellas fallen más que los jugadores ordinarios (un 65% tras recibir un premio internacional, como el Balón de Oro, frente al 89% previo; el motivo, las expectativas, las miradas y la mayor presión adquirida por su estatus). Otro factor son los tiempos: si preparas apresuradamente el lanzamiento y reaccionas con mucha rapidez al silbido del árbitro, es más probable que falles tu disparo.

Y la Historia. Southgate estaba familiarizado con estos datos. Y no se equivocaba escogiendo a tres talentos muy jóvenes y sin apenas minutos en la final para los tres lanzamientos más importantes. Su problema fue quizá otro: el pasado. Los jugadores ingleses, históricamente, han reaccionado con más nervios y aceleración en las tandas que los demás. Sinónimo de nervios por el largo historial de fracasos acumulados. Es un mecanismo defensivo (lanzas más rápido para quitarte la presión y los fantasmas del pasado cuanto antes) pero no es una estrategia inteligente.

Por último, si un equipo llega a una tanda habiendo perdido las tandas previas (y esto en el fútbol de selecciones se refiere a las tandas de los últimos diez o veinte años) es más probable que pierda la próxima. Es pura presión mediática e histórica. La extraordinaria responsabilidad y la sensación de estar ante la Última Oportunidad penaliza porque duplica el estrés. Y nadie llega a cada partido con mayor peso histórico que Inglaterra. No es un imponderable, es pura ciencia psicológica.

Una que ayuda a explicar el título de Italia.

Imagen: GTRES

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