¿De quién son los apuntes, del alumno o del profesor? Wuolah y la pelea con la Universidad de Zaragoza

Alumno Italiano
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Atender, escuchar, transcribir, pasar a limpio. Alumnos de toda condición han repetido el mismo procedimiento desde tiempos inmemoriales. Un profesor declama desde la platea; decenas de estudiantes, los más avispados y los más interesados, toman apuntes desde sus mesas. Tan antiguo es el ritual como la mercantilización posterior del conocimiento. Quienes han estado al tanto tienen un valor (apuntes) que comercializan o comparten de forma altruista al terminar la clase.

Una economía informal, a menudo ni siquiera eso. Hasta ahora.

La revolución. Se llama Wuolah, fue fundada hace seis años por cuatro universitarios sevillanos y se ha convertido en la plataforma de intercambio de apuntes más popular de España. Nuestros compañeros de Xataka desgranan aquí sus orígenes y funcionamiento. En su formulación básica, ofrece a los estudiantes más aplicados la posibilidad de monetizar su trabajo. Los usuarios pueden descargarse sus apuntes gratis (con publicidad) o pagando (libre de publicidad).

Los ingresos se reparten entre la empresa y el benefactor.

La frontera. ¿Qué sucede? Que universidades y profesores interpretan en Wuolah una forma de extraer conocimiento (y trabajo) de las instituciones universitarias. En ocasiones, los apuntes no son sino transcripciones poco elaboradas de lo impartido en clase; en otras, los mismos trabajos compartidos por el profesorado en los repositorios digitales. "Algo falla si alguien hace negocio simplemente vendiendo lo que copia de quien produce y crea", explicaba un decano de la Complutense a Xataka.

La línea final. La polémica ha ido creciendo con el paso de los años, al tiempo que Wuolah aglutinaba a más y más usuarios (hoy son más de 500.000). El punto culminante ha llegado esta semana. La Universidad de Zaragoza ha enviado una carta a todos sus estudiantes recordando que "las explicaciones de cátedra que pueden contenerse en diversa tipología de materiales docentes" están protegidos por la Ley de Propiedad Intelectual. Dicho de otro modo, que tienen derechos de autor. 

Y que no se pueden lucrar con ellos, dado que los estarían vulnerando. La misiva es contundente y busca delimitar el campo de juego:

La puesta a disposición de este material lo es a los exclusivos fines de su utilización en el desarrollo de las actividades docentes conforme a lo establecido en las condiciones de uso del ADD, del Servicio de Repografía, así como en la guía docente de las asignaturas y documentación que la desarrolle. El profesorado es el titular de los derechos de autor sobre cualquiera de los materiales docentes que mencionamos.


Disputando. El comunicado finaliza con una advertencia: de compartirse en Wuolah con propósitos comerciales, se puede llegar a "reclamaciones de indemnización por daños y perjuicios". Nuestros compañeros de Genbeta recogen la visión de la empresa: "Los apuntes son documentos originales creados por el alumno (...) [los crea] a partir de las explicaciones del profesor y los crea dedicándole mucho tiempo con sus propias palabras, reflexiones, consulta de otros textos en Internet, vídeos de YouTube... En definitiva, los crea con su propio esfuerzo".

La batalla mimetiza a otras vividas con anterioridad en la red. ¿Es un meme una creación original o una mera derivación de un contenido ya protegido intelectualmente? ¿A partir de qué punto las explicaciones de un profesor filtradas por la interpretación y la síntesis de un alumno se convierten en una obra propia? Esa cultura que es Internet siempre había tendido a una interpretación muy amplia de la "creación" o de los derechos de autor. Toda una generación de universitarios la aplica ahora en Wuolah.

Resolviendo. Sucede que el campo de batalla aquí no es un divertido fotomontaje de Julio Iglesias. Es material intelectual puro y duro generado por una comunidad, la de profesores, y por instituciones, las universidades, que siempre lo han guardado con celo. Pero el debate es legítimo: las ideas plasmadas en los apuntes son a menudo ideas emitidas y trabajadas por un docente. Se puede leer a la inversa: esas ideas no valdrían gran cosa en Wuolah si un alumno no las hubiera asimilado y explicado.

Tendencia. Sea como fuere, es evidente que nos asomamos a un entorno universitario donde la comercialización de material es la nueva norma. Hemos contado en alguna ocasión el boyante negocio de producción de TFG (trabajos de fin de grado) y TFM (trabajos de fin de Máster), cada vez más sofisticado y diseñado a prueba de plagios. La explotación de los apuntes es sólo el último eslabón de una cadena cada vez más larga.

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