En la guerra contra el plástico, los botecitos de champú de los hoteles son la siguiente víctima

Marriott
Sin comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail

La humanidad produce alrededor de 240 millones de toneladas de residuos plásticos al año. Las perspectivas a futuro son poco alentadoras. Según el Banco Mundial, para 2050 la cifra superará los 3.000 millones de toneladas, de las cuales tan sólo una pequeña fracción terminará reciclada. A día de hoy y en pleno clima de concienciación social, tan sólo somos capaces de reutilizar el 14% del plástico que generamos. De ahí que las campañas para acabar con el uso abusivo del material estén muy en boga, como solución medioambiental y como herramienta de márketing.

Hay una guerra. Y la siguiente víctima es el champú.

Se acabó. Lo cuenta The New York Times: InterContinental Hotels Group (IHG), una cadena hotelera con presencia en más de cien países, dejará de ofrecer botecitos de champú o acondicionador a sus huéspedes. En su lugar, las habitaciones incluirán un pequeño dispensador rellenable. Con anterioridad ya había prohibido la utilización de pajitas de plástico, paradigmáticas de nuestra adicción al material, y ahora se convertirá en la primera compañía del sector en prohibir los botes de un sólo uso en todos sus hoteles.

Tendencia. Es la siguiente fase en la batalla contra el plástico. De forma tradicional, los dispensadores o las pastillas de jabón habían tenido su hueco en hoteles y moteles de bajo presupuesto, pero ahora numerosas cadenas orientadas al huésped de lujo, como algún Waldorf Astoria o la línea de cruceros Lindblad Expeditions, han comenzado a utilizarlos. Son todo ventajas: el compromiso medioambiental cotiza al alza entre los consumidores y resultan más baratos que los botes individuales. Marriott y Hilton también han acabado con las pajitas.

Utilidad. La campaña ilustra los beneficios de mercantilizar una causa justa, como hemos visto en otras ocasiones a cuenta del feminismo o del movimiento LGTB. Es el propio mercado el que ha descubierto las ventajas de abandonar el plástico (de forma aún tímida). Para todo lo demás, la regulación pública sigue siendo más estricta. Países como Francia o instituciones como la Unión Europea llevan años batallando contra el uso excesivo de plásticos.

Para el caso europeo, 2021 marcará un hito: los plásticos de un sólo uso (cubiertos, bastoncillos, globos) tendrán que ser fabricados con materiales más sostenibles. Las bolsas de supermercado ya se cobran en casi todas las tiendas, cuando no han dejado de ofrecerse. A largo plazo, el santo grial son los refrescos embotellados (y el agua).

Problemón. El plástico es uno de los grandes problemas de la humanidad. No sólo se trata de la gran balsa de plástico del Pacífico (no una isla de residuos; algo peor), sino del impacto medioambiental en especies marinas, en las emisiones (el plástico es petróleo), en la creación de nuevas formas de contaminación, o en la merca acumulación de basura. Países como China o Malasia se han cansado de reciclar las absurdas cantidades de basura de Europa y nos las están enviando de vuelta.

Generamos tantos deshechos que no sabemos dónde meterlos, literalmente.

Incentivos. ¿Funciona acabar con botecitos de champú y pajitas? Puede ser, pero otros estudios son escépticos. Como vimos en su día, iniciativas así alivian nuestra conciencia. Es un refuerzo negativo, dado que nos induce a pensar que ya estamos haciendo lo suficiente. Llevar tu red para la fruta al supermercado, por ejemplo, nos motiva a oponernos a políticas más estructurales y sacrificadas como el impuesto a los carburantes. Creemos que ya hemos cumplido con nuestra parte.

En cualquier caso, acabar con la adicción al plástico de todas las industrias, incluida la hotelera, parece un paso en la buena dirección.

Imagen: Evan Didier/Flickr

Newsletter de Xataka

Suscríbete a "Xatakaletter", una forma distinta de informarte cada semana de la actualidad tecnológica hecha con pasión por el equipo de Xataka.
Comentarios cerrados
Inicio