La Tierra está reflejando menos radiación solar y los científicos están intrigados, aunque, sobre todo, tienen motivos para estar preocupados

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Una parte de la radiación de onda corta con la que el Sol baña la Tierra sin descanso no es absorbida por nuestro planeta; se refleja y vuelve al espacio. Los científicos saben desde hace décadas que este delicado equilibrio entre la energía absorbida y la reflejada tiene un impacto perceptible en el clima terrestre, que, no obstante, también está condicionado por muchos otros factores.

Pero esto no es lo único que saben acerca de este fenómeno. También conocen bastante bien el mecanismo que explica cómo se comporta la radiación solar que incide sobre la superficie de nuestro planeta. A grandes rasgos cuando la radiación solar de onda corta atraviesa la atmósfera terrestre una parte de su energía es absorbida por las moléculas de los gases que la constituyen, como el ozono o el vapor de agua, y también por las partículas en suspensión. Y otra parte es reflejada por las nubes.

Los científicos saben desde hace décadas que este delicado equilibrio entre la radiación solar absorbida y la reflejada tiene un impacto perceptible en el clima terrestre

A pesar de este debilitamiento buena parte de la radiación solar prosigue su viaje hasta la superficie terrestre, y cuando llega a su destino, al margen de que incida sobre una masa de agua o sobre terreno continental, experimenta el mismo fenómeno que acabamos de describir: una parte de su energía es absorbida, y la otra parte se refleja y regresa al espacio bajo la forma de radiación de onda larga. Curiosamente, esta radiación reflejada contribuye al calentamiento de la atmósfera terrestre.

En 1998 los investigadores del Observatorio Solar Big Bear, en California (Estados Unidos), comenzaron a utilizar técnicas fotométricas avanzadas para medir de forma continua la radiación solar que incide sobre la superficie terrestre, y continuaron haciéndolo hasta 2017. Cuando dieron por concluido el experimento se dedicaron a procesar e interpretar toda la información que habían recogido durante estos 19 años, y llegaron a una conclusión sorprendente: durante este periodo la Tierra reflejó cada vez menos radiación solar. Y, por tanto, absorbió más.

Esto es lo que saben los científicos, y lo que desconocen

Estimar en qué medida condiciona el clima terrestre el balance que existe entre la radiación solar absorbida y la reflejada por nuestro planeta no es trivial. De hecho, este es el gran desafío al que se enfrentan los científicos debido a lo difícil que es aislar este parámetro de todos los otros factores que también dejan su huella en el clima de la Tierra. Sin embargo, las medidas que estos investigadores han obtenido durante este experimento de monitorización de la radiación solar les han permitido extraer algunas conclusiones interesantes.

Una de las más sorprendentes es que, al parecer, no existe una correlación entre la actividad solar y la cantidad de radiación que absorbe y refleja nuestro planeta. Esto quiere decir, sencillamente, que el hecho de que el Sol se encuentre en un periodo de baja actividad no implica que la cantidad de radiación de onda corta que está absorbiendo nuestro planeta sea menor que durante una fase de alta actividad solar. En cierto modo este comportamiento es poco intuitivo, lo que ha provocado que estos investigadores estén intrigados y se esfuercen para entender mejor este curioso mecanismo.

Cada uno de los metros cuadrados de superficie de nuestro planeta absorbe una media de 0,5 vatios de energía solar adicional

No obstante, esta no es la única incógnita que ha puesto sobre la mesa este experimento. Las medidas que han recogido estos científicos reflejan que durante las casi dos décadas que ha durado este experimento cada uno de los metros cuadrados de superficie de nuestro planeta absorbe una media de 0,5 vatios de energía solar adicional.

Y, curiosamente, por el momento estos investigadores desconocen si se trata de una tendencia que se sostendrá en el tiempo, o si, por el contrario, es un fenómeno puntual que se acabará desvaneciendo. Entender mejor este mecanismo es crucial para intentar mitigar en la medida de lo posible el calentamiento global, así que es evidente que aún queda mucho trabajo científico por hacer. Y mucho por aprender.

Imagen de portada | NASA

Más información | American Geophysical Union

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