En la industria del tractor el tractor cada vez importa menos. El futuro pasa por el software y John Deere lo sabe

En la industria del tractor el tractor cada vez importa menos. El futuro pasa por el software y John Deere lo sabe
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Ni remolachas, ni tomates, ni lechugas. Una parte jugosa del negocio agrícola del mañana —un mañana no tan lejano, ojo— estará lejos de las tierras de cultivo o los invernaderos. Se localizará, más bien, en los centros de desarrollo tecnológico. El gigante de la fabricación de maquinaria John Deere lo sabe y acaba de reconocer que su objetivo ya no pasa solo por ensamblar tractores autónomos o modernas cosechadoras, que también, sino en comercializar software.

El modelo no es tan distinto al que llevamos ya tiempo viendo en la automoción.

Pero… ¿Y este campo? Eso, probablemente, es lo que pensaría cualquiera de los personajes de “Las uvas de la ira” de John Steinbeck si pudieran ver algunas de las explotaciones que se reparten hoy por el cinturón agrícola de EEUU. Quizás nunca lleguemos a jubilar al azadón y la horquilla, pero desde luego el repertorio es ahora infinitamente más amplio que hace apenas 20 años.

Las explotaciones disponen ya de tractores autónomos, drones para sembrado y recolección, maquinaria con pantallas táctiles que incorpora cámaras, radares o LiDAR, receptores GPS, sistemas de monitorización remota, deep learning o inteligencia artificial (IA). El objetivo: una mayor eficiencia. Eficiencia que se consigue, de paso, con sistemas inmunes al cansancio, sin vacaciones ni bajas.

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El último gran paso. Quizás el último gran paso —desde luego sí el más mediático— en esa carrera sea la nueva vuelta de tuerca de la compañía John Deere para los tractores autónomos. Durante el CES 2022 el fabricante de Illinois presentó un nuevo kit que permite controlar el apero vía smartphone desde cualquier lugar, sin necesidad de estar cerca de la explotación.

El propio tractor se encarga de detectar incidencias y, de ser necesario, avisar al dueño a través del Centro de Operaciones. El dispositivo incluye además un sistema de aprendizaje automático que le permite ir perfeccionando el reconocimiento de los obstáculos. Para doblar la apuesta, John Deere ha lanzado también maquinaria capaz de diferencias entre las malas yerbas y los cultivos. La compañía —precisa The Wall Street Journal— está invirtiendo “miles de millones de dólares” en el desarrollo con una filosofía de negocio clara: que sus aperos permitan “hacer más con menos”.

No todo es hardware. No. Lo de los tractores y cosechadoras está muy bien, pero no toda la apuesta de Deere se centra en el hardware. El legendario fabricante ha puesto ya la vista en otro nicho de negocio igual de interesante: el del software. Y con miras a corto plazo. Para finales de esta misma década, su director ejecutivo, John May, espera que las tarifas por uso del software generen ya una parte sensible de los ingresos de la compañía: para ser precisos, alrededor del 10%.

El movimiento está bien calculado. Aunque la venta de maquinaria seguirá suponiendo el fuerte del negocio, el margen de ganancia que deja el software es muy superior: un 85% frente al 25% de la venta de equipos, según un análisis elaborado por Bernstein. El objetivo, señala The Register, es vender suscripciones de software para operar una maquinaria cada vez más inteligente.

Millones de hectáreas controladas. Los planes del fabricante son desde luego ambiciosos. The Wall Street Journal detalla que en cuestión de unos cuantos años, en 2026, Deere aspira a conectar a su Centro de Operaciones basado en la nube 1,5 millones de máquinas en servicio y 500 millones de acres, el equivalentes a algo más de 202 millones de hectáreas. Allí recopilará y almacenará datos de cultivos e imágenes. Músculo tiene para perseguir sus objetivos. El año pasado se hizo por 250 millones de dólares con Bear Flag Robotics, un startup especializada en desarrollo de software.

Una apuesta que genera recelo. Maquinaria cada vez más autónoma puede traducirse en un campo más eficiente, pero también tiene su contraparte: resta margen de maniobra a los agricultores. Lo de abrir el capó del tractor para echar un vistazo al motor o la batería se complica si lo que tienes en el granero es un dispositivo de alta tecnología. A lo largo de los años ya han surgido voces que acusan a Deere de limitar la capacidad de los granjeros y distribuidores para hacer reparaciones.

En otras palabras: les resta independencia y les obliga a incurrir en costes extra. En marzo varios grupos de agricultores llegaron a presentar una queja ante la Comisión Federal de Comercio (FTC) estadounidense en la que, precisa The Register, aseguran que el negocio de la reparación resulta entre tres a seis veces más rentable que la propia venta de maquinaria agrícola.

¿Más eficiencia o mayor poder? Deere argumenta que proporciona los recursos para las reparaciones privadas, pero sí reconoce que se opone a lo que considera intentos de alterar el software para controlar la maquinaria. La clave es: ¿un mayor vínculo con el software de Deere se traduciría también en una influencia aún mayor de la compañía y capacidad para recolectar datos?

La compañía defiende que el ofrecer software permitirá a los agricultores adquirir servicios específicos como tareas de labranza o aplicación de fertilizantes. La responsabilidad de solucionar los problemas y las actualizaciones correrían de su cuenta, a los agricultores les tocaría adquirir la maquinaria necesaria. La compañía estaría valorando cobrar una tarifa por superficie.

Imágenes: Thomas Buijck (Unsplash) y Nathan Lugo (Unsplash)

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