'El vecino' T2: Vuelve a Netflix la parodia superheroica española, con un humor más afilado y tramas más sorprendentes

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La primera temporada de 'El vecino' dejaba muy claro desde sus primeros compases que era una producción muy distinta al estupendo cómic de Santiago García y Pepo Pérez en el que se basaba. Aunque fiel en determinados aspectos (los caracteres esenciales de los personajes, las dinámicas del héroe con traje y pastillas, el propio diseño del traje), rápidamente la serie buscaba subtramas y nuevos personajes, y basaba buena parte de su motor narrativo en el enfrentamiento entre la pareja protagonista, más que en la interacción de Titán con el apocado opositor y escudero.

De este modo aparecían los grandes atractivos de la temporada: personajes secundarios como el del vecino con narcopiso, la amiga de Lola, Julia (un auténtico hallazgo de casting, Catalina Sopelana, que brinda carisma a un personaje diseñado a veces un poco por defecto) o un graciosísimo Aníbal Gómez como dueño del bar donde se reúnen los protagonistas. Fueron un potente impulso para la trama que, como veremos, se ha repetido con inteligencia en la segunda temporada.

Esta segunda temporada continúa a renglón seguido donde nos quedamos en la primera, pero exprime a fondo el cliffhanger con el que finalizó aquella. Si allí nos habíamos enfrentado al descubrimiento de los poderes por parte de Javier (Quim Gutiérrez) y sus esfuerzos por ocultárselos al mundo, y especialmente a su ex, Lola (Clara Lago), aquí tenemos a Lola disfrutando también de los poderes de Titán. Y el enfrentamiento entre dos personalidades opuestas que se ven merecedoras de los superpoderes.

Y sin duda eso es lo que hace que esta segunda temporada levante el vuelo muy rápido: en la primera tanda de episodios teníamos que conocer a los personajes poco a poco, y la historia de origen y empleo de los poderes a veces resultaba tópica y demasiado común con otras historias de superhéroes, incluso serias. Ahora se introducen subtramas (los poderes de Lola, la Policía del Karma, la relación de Titán con las autoridades, el grupo conspiranoico) que brindan originalidad y momentos de humor muy fino.

Más vecinos, más superhéroes

En esta temporada se percibe un salto que ya se notaba en la segunda mitad de la anterior temporada (posiblemente por la palpable mayor originalidad en los guiones), con los actores más cómodos con sus personajes y explorando detalles excéntricos de ellos. Por ejemplo, Javier ya no es simplemente un imbécil, sino un imbécil francamente gracioso debido a su vanidad e ineptitud para aceptar ningún compromiso, y a Quim Gutiérrez  más cómodo en las mallas de Titán.

Y como decíamos, se debe no solo a que los personajes se mueven por estímulos más sorprendentes y originales, sino a todo el plantel de comparsas que hay a su alrededor. Al reparto original se suman un Javier Botet graciosísimo como inesperado líder de los conspiranoicos, una Gracia Olayo como alcaldesa que canaliza las fuerzas del mal de la política madrileña -con unas nuevas Olimpiadas como bandera- y, como guinda, un Fran Perea como Fran Perea, dispuesto a reírse de sí mismo, de su imagen... y de 'Los Serrano'.

Es una pena que 'El vecino' no vaya a durar más temporadas ahora que parecía haber encontrado una línea argumental propia y un tono que equilibra perfectamente la demencia (los ramalazos de humor absurdo de Botet) con la sátira costumbrista que brota de forma natural con el propio concepto de un superhéroe español. El cómic original, de hecho, demuestra que había otros temas en los que indagar, muchos de ellos sin renunciar a los códigos naturales en los superhéroes.

De momento, tenemos una nueva oportunidad de plantar las bases para una mitología superheroica española con otra adaptación de un cómic escrito por Santiago García, aunque se mueve por terrenos menos a lo Marvel y más a lo Roberto Alcázar y Pedrín: '¡García!' para HBO Max. Hasta entonces, las dos temporadas de 'El vecino', pese a su arranque dubitativo y sus ocasionales problemillas de ritmo, son una estupenda forma de otear la posibilidad de un superhéroe madrileño.

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