'Brave New World': una tibia adaptación del clásico de la ciencia-ficción que, pese a sus aciertos, no consigue replicar su alcance

'Brave New World': una tibia adaptación del clásico de la ciencia-ficción que, pese a sus aciertos, no consigue replicar su alcance
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Vivimos un momento interesante para el fantástico en televisión gracias a las nuevas reglas impuestas por plataformas de streaming que ya no tienen que doblegarse ante las exigencias del mínimo común denominador de las audiencias y las marcas. La ciencia-ficción, el género de las ideas, se está beneficiando especialmente de esta situación: el atrevimiento narrativo de 'Devs', 'Watchmen', la primera temporada de 'Altered Carbon' o la bizarrísima y recién finalizada 'Raised by Wolves', entre muchas otras, son buenos ejemplos.

Eso tiene un impacto derivado en las producciones que manejan menos presupuesto o, simplemente, deciden optar por narrativas menos tradicionales. Antes, las series de producción mediana, estética amable y pocas complicaciones que ponían en pie canales como SyFy eran encomiables por ser las únicas. Hoy, las producciones de género más modestas conforman una auténtica jungla donde resulta difícil destacar.

Y no es que 'Brave New World' -producción cuyo proyecto ha dado tumbos por algunos de estos canales especializados en ciencia-ficción de baja intensidad, como SyFy, USA Network y finalmente Peacock, y que aquí en España ha recalado en StarzPlay, que estrenó ayer el primer capítulo- ande falta de nombres de primer nivel. Para empezar, y sobre todo, está Grant Morrison, de escasa experiencia audiovisual (aunque quienes conocen 'Happy!' la adoran) pero consagrado como uno de los grandes ('Los Invisibles', 'La Patrulla Condenada', 'Animal Man') del cómic actual. Junto a él, Brian Taylor, coautor de 'Happy! y director de las 'Crank' en cine.

También el reparto es interesante y se detecta cierta ambición en un casting dispar y que quiere alejarse de las convenciones. A un entonado Alden Ehrenreich ('Han Solo') se suman los interesantes Harry Lloyd ('La teoría del todo') y Jessica Brown Findlay ('Downton Abbey'), más una inesperada Demi Moore. Sin embargo, por extraño que parezca, entre todos estos talentos no llegan a darle la energía necesaria al arranque de una serie que necesita pocas presentaciones.

'Brave New World': Distopía blanda

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La serie de StarzPlay es moderadamente fiel a los elementos más reconocibles de la novela de Aldous Huxley, el clásico distópico de 1932 que, junto a '1984' conforma la dupla de futuros poco halagüeños que, en ciertos aspectos, podría decirse que pecaron de optimistas. En ella se nos presenta una sociedad futura en la que los sentimientos son amortiguados por el consumo legal y regular de una droga y las castas forman parte asumida del orden civilizado de las cosas.

Todo ello aparece en esta pulcra adaptación de David Wiener ('Fear the Walking Dead', 'Homecoming'), y por el camino pierde, junto con el brío salvaje o la capacidad de sorpresa que poseen series como las mencionadas más arriba, el talante simbólico que tienen todas las utopías escritas a mediados del siglo pasado. La transformación de iconos en personajes tridimensionales también deja a la vista las convenciones de la adaptación, y muchos de sus recursos (la publicidad usada en tono satírico, la estética de anuncio de detergente, las interpretaciones en registros casi bajo los efectos de la hipnosis) saben a vistos mil veces ya.

Es como si a estas alturas adaptáramos 'Neuromante' de William Gibson sin tener en cuenta que 'Matrix' ya la convirtió en potaje pop y que el público, sin darse cuenta, ya tiene más que asimilados los elementos definitorios del género cyberpunk, aunque sea en versiones de intensidad rebajada. En este 'Brave New World' encontramos los elementos reconocibles de la novela, a veces de forma apreciablemente respetuosa.

Los interesantes conflictos que atenazan en la novela a Lenina y Bernard Marx, por ejemplo, se trasladan con bastante tino a la serie, y dejan claro desde el minuto uno, sin entrar en excesivos discursos, qué es lo que falla de un mundo aparentemente utópico como ese. Las personalidades disidentes pero domesticadas de estos dos personajes son un buen reflejo del buen hacer de Morrison a la hora de escribir personajes que se salen de la norma.

Sin embargo, son solo pequeños detalles: la realización algo plana, brillante en el diseño de producción pero no tanto en términos narrativos, amortigua los hallazgos de una serie para fans de las distopías y que busquen un buen puñado de personajes interesantes replicando iconos que ya conocemos de múltiples historias similares. La ciencia-ficción televisiva vive uno de sus mejores momentos, pero la solución para que las producciones medianas destaquen quizás no esté en recurrir a los clásicos, sino quizás -en plena sintopía distópica- rebelarse contra ellos.

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