Es octubre de 2001 y acabo de terminar de leer por primera vez 'Watchmen'. No estoy seguro de haberlo entendido con mis dieciseis años, pero sé que me ha gustado. Es primavera de 2009 y salgo del cine sintiendo que Zack Snyder lo ha entendido igual de mal que yo ocho años (y algunas relecturas) antes.
Es diciembre de 2019 y estoy escribiendo entusiasmado este texto sobre 'Watchmen' en el que la tildo de serie del año... y probablemente de la década. Es dos meses antes, 9 de octubre de este mismo año y estoy a punto de ponerme el primero de los seis episodios que HBO nos envió a los críticos antes de su estreno. Estoy algo escéptico, pero al final me sorprendo aplaudiendo. Vaya serie se han marcado.
Venga, reconozcámoslo. Era escuchar hablar de una adaptación de 'Watchmen' y nos echábamos a temblar. Los antecedentes no eran para menos: Alan Moore nunca ha sido fan de la idea de que sus cómics fuesen trasladado a otros medios y ni siquiera las adaptaciones más celebradas de su obra ('V de Vendetta' de James McTeigue y 'Watchmen' de Zack Snyder) lograban rascar las intenciones del loco de Northampton.
El statu quo de esta obra como vaca sagrada la hace muy difícil de abordar sin que haya mil ojos detrás de cada paso o decisión creativa que das. Sobre todo en estos tiempos del fan fatal que basa su satisfacción en que las nuevas aventuras de su saga favorita sean absolutamente idénticas a la película que se tiene montada en la cabeza.
Y aquí estamos, a finales de 2019 y con 'Mira como vuelan' ('See how they fly'), el noveno y último episodio de 'Watchmen', recién estrenado en HBO. Sus créditos finales, esas letras amarillas sobre fondo negro como manda el libro de estilo marcado por Dave Gibbons y Moore, van pasando y no estoy seguro querer que acabe un viaje apasionante con epicentro en Tulsa, Oklahoma.
De 'Perdidos' al río de 'Watchmen'
Cuando supimos que Damon Lindelof se iba a hacer cargo de una adaptación de 'Watchmen' que preparaba HBO hubo sensaciones muy encontradas más allá del "¡SACRILEGIO!" que supone. Lo bueno es que fuera en una de las cadenas más prestigiosas de la actualidad era garantía de calidad y de que, al menos, iban a trabajar muy bien todos los aspectos de guion y producción.
Sin embargo, para muchos, el que se encargase Lindelof no parecía ser la mejor de las decisiones. O sí. Porque si bien muchos reniegan de ese fenómeno universal que fue 'Perdidos' ('Lost') no podemos olvidar que hubo un antes y un después de ella en la ficción televisiva.
Esa serie es un ejemplo perfecto de producto abocado al fracaso (idea de un alto ejecutivo televisivo que fue despedido poco después de ponerla en marcha, muchas manos moldearon el proyecto y se metió mucha prisa en todas las fases de producción) que se convirtió en el bombazo de la década pasada. Y ahí Lindelof tuvo mucho más que ver que JJ Abrams.
Con 'Perdidos', Lindelof empezaría una suerte de "trilogía" espiritual explorando temas como el amor, nuestras constantes, lo que nos define cuando lo perdemos todo, el duelo y el trauma. Todo con mucha sensibilidad, hablando desde lo más profundo de su ser directamente a nuestras entrañas.
Su siguiente serie, 'The Leftovers', era en este sentido, mucho más directa y emocional a través de la historia de la desaparición masiva (un arrebatamiento) y repentina del 2% de la población. Tras una primera temporada algo más dubitativa, supo manejar muy bien sus elementos proporcionándonos una de las mejores series de la década. Por lo menos para un servidor.
'Watchmen', tercera de la trilogía, bebe mucho más de 'The Leftovers' que de 'Perdidos', pero las obsesiones que Lindelof manejó en ambas series están presentes tanto en la forma narrativa (esas conexiones entre pasado y presente, por ejemplo) como en las ganas de experimentar con el formato televisivo.
Cien años de historia en 9 horas
El asesinato del Comediante en 1985 ponía el punto de partida para que Moore hablase de, entre otras cosas, el sentimiento de desencanto de una generación junto con los traumas y complejos que tiene la gente que se viste de superhéroes y contrastaba la edad de oro (los alabados Minutemen de los 30-40) con el marco de los peores momentos de la guerra fría con Nixon en el poder (en vez de Ronald Reagan, que las cosas no eran mucho mejores con él).
Por su parte Damon Lindelof va más allá: su historia comienza con una masacre real ocurrida en 1921, cuando el KKK destruyó una de las comunidades afroamericanas más prósperas de EEUU y pone en bandeja el misterio de la muerte en 2019 del jefe de policía de esa misma ciudad (Judd Crawford, interpretado por Don Johnson) desencadenando una serie de acontecimientos en Tulsa que parece tener a Angela Abar/Sister Night (Regina King) y el grupo supremacista blanco el Séptimo de Kaballería en el centro.
La 'Watchmen' televisiva abraza el cómic original como parte de la historia y recurre a él de manera tangencialmente en sus guiños pero también acoge la estructura de la historia. Tenemos una serie de televisión dentro de la serie ('American Hero Story: Minutemen') que es el equivalente al cómic dentro del cómic (Relatos del navío negro) del original; unos documentos extra que se pueden consultar en la Peteypedia (no disponible en España, pero aquí os lo resumimos), y viaja pasado y presente para contar de la mejor manera posible una historia que abarca eventos de más o menos 98 años.
Todo sin olvidarse de personajes ya conocidos: al final del primer episodio vemos a un señorial personaje (Adrian Veidt, interpretado por Jeremy Irons que parece vivir su propia serie como Amo de un castillo servido por clones; en el tercer episodio llega a Tulsa la agente federal Laurie Blake (Jean Smart) otrora Espectro de Seda... y hasta aquí voy a leer.
Una serie con fuerte mensaje político pero que no descuida la historia
Una de las cosas que más se ha criticado a 'Watchmen' era por su fuerte mensaje político. Como si en la obra original no existiera. Una parte del fandom comenzó hablando de la "perversión" que había sufrido uno de los personajes más reconocibles del cómic: "Este no es mi Rorschach", dicen algunos al hablar de la apropiación de la simbólica máscara por parte del Séptimo de Kaballería.
Pues, hijo, si crees que no es tu Rorschach relee el cómic y verás que no está muy alejado de ser un supremacista blanco. Hasta Alan Moore afirma que no lo querría tener cerca. El caso es que uno de los grandes temas de la serie, de hecho es el que vertebra la trama principal es el del racismo, el supremacismo blanco y el daño que ejerce.
Es una serie que habla del auge de este supremacismo en EEUU, alentados por la administración de Donald Trump en este mundo. En esta versión alternativa del país nos encontramos con una administración como presidente de un Robert Redford que ha iniciado una serie de ayudas e incentivos económicos para la población afroamericana para intentar subsanar décadas de desigualdad y maltrato. Algo que no ven con buenos ojos los racistas del lugar, llamándolas peyorativamente "redfordations".
De estos agravios, no solo causados por racismo, habla también Lindelof. En el quinto episodio aparece también el concepto de trauma heredado. A las 0:00 del 2 de noviembre de 1985 un calamar gigante acabó con tres millones de personas en Manhattan y esto dejó unas grandes secuelas de las que la población general no se ha recuperado. Ni los que lo vivieron ni los que nacieron después, heredando de algún modo este trauma.
Miedo a nuevas incursiones "extradimensionales", prohibición de todo tipo de tecnología inalámbrica que pudiera causar una brecha interdimensional (no existen los móviles, Internet y los ordenadores personales están poco a poco volviendo a fabricarse) a cambio de la relativa paz mundial en la que vive el mundo debido a la concepción de un enemigo común.
Es esta idea de legado, el de dónde venimos, qué vivieron los que vinieron antes que nosotros y por qué somos como somos lo que resuena en las historias individuales de los protagonistas de la serie. Angela y su desconocido abuelo (Louis Gossett Jr.) con su particular cruzada lo que mejor encapsula este tema. O, mismamente, la existencia de esta producción es hablar de legado.
Estos grandes temas se mezclan de una manera muy adecuada con la historia, que nunca se ve eclipsada por los discursos. De hecho la trama discurre con naturalidad (incluso cuando hay claros parones y saltos) y evoluciona a grandes pasos sin perder su oremus.
Misterios y superhéroes en una serie desafiante
Esta evolución implica que, cuanto más cerca estamos del final, más "superheroica" (dentro de lo que es 'Watchmen' como obra del género) se vuelve sin traicionar lo anterior. Nos encontramos con una segunda mitad de temporada con episodios con orígenes, revelaciones y algo de acción que responden preguntas a la par que plantean algunas nuevas.
Este giro hacia algo más "superheroico" concluye con un capítulo final que abraza los tropos del género en general y de la arrogancia villanesca en particular. Ese momento final, en el que todo parece perdido pero en el que todavía hay esperanza.
En mi crítica para Espinof, la cual hice después de ver los seis primeros episodios, dije que sin duda el primer episodio es el peor. Vistos (y revistos) los nueve, lo confirmo. 'Watchmen' es una serie que ha ido de menos a más desafiando continuamente nuestros propios miramientos y juicios a través de un portento
Con el final recién salido del horno y claras dudas sobre su continuidad, aun es pronto para determinar el lugar de 'Watchmen' en la historia televisiva. Si perdurará y dejará un poso emocional o por el contrario por muy bien que esté la serie tiene más trampas que profundidad y significado (o, lo que es lo mismo, si abarca más de lo que puede). Pero, de momento, es la serie del año. O una de ellas.
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