Fuchsia era el más misterioso de los proyectos de Google. Ahora los despidos complican su futuro

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En Xataka comenzábamos a hablar de Fuchsia en 2017. Esta singular propuesta de Google era singular por decir adiós al kernel Linux que usan en Android, y todo apuntaba a que el proyecto podría ser el plan B con el que este gigante podría reemplazar Android y Chrome OS... o unificarlos. Seis años después todo sigue más o menos igual, pero el futuro se torna complicado para este proyecto.

Despidos. El anuncio de la compañía de despedir a 12.000 empleados ha hecho que muchas divisiones se vean afectadas, pero la de Fuchsia ha sido de las que más. Según The New York Times, el recorte global es del 6%, pero en el grupo de desarrollo de Fuchsia, en el que trabajaban 400 personas, el porcentaje ha sido del 16%.

El misterioso Fuchsia. En Google siempre han mantenido un singular secretismo con el proyecto. Han hablado de él en muy pocas ocasiones, aunque el código Open Source está disponible y hay actividad notable en la página en la que se detectan y corrigen errores. La compañía de Mountain View nunca ha terminado de transmitir qué persigue con este proyecto, pero su aplicación práctica es una realidad desde hace tiempo.

Los dispositivos Nest como conejillos de indias. En 2018 Google publicó una guía para instalar Fuchsia en los Pixelbook y habló de su microkernel Zircon, pero no fue hasta 2021 que lo usaron en la práctica. Los Nest Hub fueron los primeros en estar gobernados por este sistema operativo, dejando de lado el antiguo CastOS que hasta entonces había sido la opción.

Quo vadis, Fuchsia? Parecía que Fuchsia podría acabar llegando a más dispositivos, sobre todo tras descubrirse cómo el componente Starnix permitiría ofrecer soporte para aplicaciones Android y Linux. La cosa ahora no está tan clara, y los despidos dejan tocada una división que tras años de trabajo tiene un producto que en la práctica no se está usando en casi ningún escenario.

Google y su cementerio. Lo extraño es que a Google no le suele temblar el pulso a la hora de matar proyectos que no considera rentables o con futuro. Lo hemos visto hace muy poco con Stadia, pero por alguna razón Fuchsia sigue adelante aun sin tener una aplicación práctica clara.

Sin rumbo claro. Tampoco es que lo poco que dice Google ayude a entender cuál es la situación y el sentido de Fuchsia. En 2022 Chris McKillop, jefe de ingeniería del proyecto, dimitió, y en una entrevista comentó como "creo que hay una pequeña posibilidad de que todo lo que Fuchsia ha hecho acabe en el kernel Linux".

De usuarios finales, (casi) nada. A finales de ese mismo año un miembro del equipo indicó en Hacker News que Fuchsia "no está necesariamente dirigido a usuarios finales o a desarrolladores de aplicaciones. Fuchsia existe para hacer que los productos sean más fáciles de crear y mantener". Esa frase no aclara demasiado las cosas, aunque desde luego no parece revelar que Fuchsia vaya a ser el futuro sustituo de Android o Chrome OS, al menos en estos momentos.

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