Igual que un gigantesco regalo de Navidad, empaquetado y con lacito rojo incluido. La NASA arranca 2022 ofreciéndonos una foto tan curiosa como cargada de intención: la imagen del avión X-59 Quiet SuperSonic Technology —el también conocido como QueSST— embalado y listo para su traslado desde las instalaciones de Lockheed Martin Skunk Works, en California, donde ha ido tomando forma a lo largo de 2021, a las de Texas, en las que ahora se someterá a pruebas en tierra.
La estampa es mucho más que una simple curiosidad, una performance o un guiño “pos-Navideño” cortesía de la agencia espacial: muestra los avances en el avión supersónico que aspira a reducir al máximo el rugido que acompaña a este tipo de naves al superar la velocidad del sonido.
La propia NASA reconoce que espera un 2022 “fundamental” para el proyecto. A lo largo de los próximos meses confía en que el QueSST experimente progresos relevantes e incluso podamos verlo surcando los cielos. “El X-59 comenzará en 2022 con las pruebas críticas en tierra mientras se sigue avanzando hacia el objetivo de la NASA de realizar el primer vuelo de la aeronave a finales de este año”, avanza la agencia espacial de EE. UU. en un comunicado oficial.
Del estallido a un simple "golpe", suave y silencioso
Antes, deberá superar el examen en tierra al que se someterá en Texas, pensado para garantizar que la aeronave pueda soportar las cargas y tensiones a las que se enfrentará durante sus maniobras. Otro de los puntos que quiere comprobar el equipo antes de que el X-59 regrese a California es la calibración del sistema de combustible. La meta: que el QueSST reduzca al máximo el estampido sonoro que se produce cuando un avión supera la velocidad del sonido. En palabras de la propia NASA se pasará del actual “boom sónico” a “un golpe sónico suave y silencioso”.
El cronograma que tiene la NASA sobre la mesa contempla que el X-59 pueda demostrar sus capacidades a partir de 2024 con vuelos de prueba sobre comunidades de Estados Unidos. Las operaciones servirán a la agencia espacial para recabar datos que faciliten una normativa que permita que en el futuro se operen vuelos supersónicos comerciales. "Los hallazgos de la misión se enviarán a los reguladores para ayudar a crear nuevas reglas con respecto a las limitaciones de velocidad en los vuelos supersónicos sobre tierra", apunta la NASA.
El proyecto, impulsado con la colaboración de la agencia espacial estadounidense y Lockheed Martin, enraíza en años de investigación y trabajo. Tras más de una década de estudios para lograr una tecnología supersónica silenciosa, la construcción inicial del X-59 arrancó en 2018 en las instalaciones de Skunk Works de Lockheed Martin en Palmdale, California.
A lo largo de los últimos meses la NASA ha ido compartiendo datos sobre los avances en el X-59. También fotos que nos han permitido ver su rasgo más peculiar: un morro de más de 9 metros (30 pies) de largo diseñado para dar forma a las ondas de choque durante el vuelo supersónico.
La aeronave incorporará además el motor General Electric F414. El piloto dispondrá de un monitor 4K, una pantalla de alta definición que le permitirá maniobrar con mayor precisión. “Nuestro objetivo es crear un medio de visión electrónico para el piloto que proporcione niveles de rendimiento y seguridad equivalentes o mejores que las ventanas orientadas hacia adelante”, explicaba el año pasado Randy Bailey, responsable del Sistema de Visión Externa (XVS).
En octubre los técnicos de la NASA y Lockheed Martin sacaron la aeronave del andamiaje del que se sirvieron para instalar de forma adecuada el hardware de la aeronave. Su peculiar morro afilado, que representa casi un tercio de la longitud total del avión, se instaló en septiembre y retiró más tarde para su envío a Texas. El objetivo ahora: seguir dando pasos para el primer vuelo antes de 2023.
Imágenes | NASA/ Lockheed Martin
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