Las Autobahn son las únicas carreteras de Europa sin límite de velocidad. Cada vez más alemanes quieren acabar con ellas

  • Las encuestas apuntan a que la imposición de límites de velocidad gana peso, también entre la derecha

  • Quienes rechazan los límites alegan que no habría diferencia significativa con la situación actual

Toine G Irnuea04kuy Unsplash
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El mundo está lleno de singularidades nacionales. En España nos gusta hacerlo todo un poco tarde, desde levantarnos a comer, cenar y, por supuesto, irnos a dormir. En Reino Unido, por algún motivo, les gusta la cerveza tibia. Y en Alemania conducen a toda velocidad.

Pero no a toda velocidad como en España cuando creemos que nadie nos mira desde el cielo y no tenemos un aviso de radar cerca. A toda velocidad porque pueden. Porque la ley se lo permite. Porque miles y miles de kilómetros de carreteras carecen de un límite de velocidad.

Una singularidad nacional que está en continuo debate. Que hay quien quiere eliminarla. Como en España se ha propuesto que los restaurantes se cierren un poco antes o como los británicos aceptan de buen grado la cerveza fría en las costas mallorquinas.

Acelera un poco más

Pero sin salir de la cárcel. Y es que en Alemania no se aplica el límite máximo de velocidad en unos 8.000 kilómetros de los 13.000 kilómetros de autobahn que se calcula que hay en el país. El término Autobahn hace referencia a la autopista, no al término sin límite de velocidad.

Por norma general, el límite máximo al que se puede circular es de 130 km/h pero en los lugares donde no aplica, y siempre que se den unas circunstancias concretas, se puede acelerar todo lo que se quiera. Como si queremos alcanzar más de 400 km/h, nada nos llevará a la cárcel.

En estos tramos, como decimos, se pueden aplicar restricciones temporales. Estas suelen coincidir con mal tiempo o limitaciones en tramos horarios concretos. Por ejemplo, en las horas puntas es posible que la velocidad se limite, dejando correr a los ciudadanos cuando se prevé menos tráfico en la carretera.

Esta particularidad ha sido siempre uno de los grandes debates dentro del propio país. En Auto Zeitung califican la situación como"el día de la marmota", haciendo referencia a la película protagonizada por Bill Murray en la que todos y cada uno de los días son iguales al anterior.

Hace unos días explicábamos cómo las autobahn era uno de los reductos que podían impedir que la Unión Europea se planteara limitar la velocidad de nuestros coches. De momento, los políticos en el continente no se plantean establecer un límite máximo general en todas las carreteras de Europa y están confiando en poner trabas a los conductores, como el asistente obligatorio de alerta de velocidad, para que no superen los límites máximos permitidos.

Pero mientras que países como Italia o República Checa debaten si el límite de velocidad debería elevarse, en Alemania cada vez son más los que empiezan a levantar la voz y pedir que se ponga coto a las velocidades desproporcionadas en las carreteras.

De hecho, el pasado mes de marzo, el Ministro Federal de Transporte, Volker Wissing, tuvo que salir ante los medios a confirmar que no se tocarán los límites de velocidad en Alemania. Wissing, es miembro Partido Democrático Libre (FDP), quienes se han impuesto reiteradamente a la aplicación de nuevos y más restrictivos límites de velocidad en el país.

Esto ha sucedido en 2024 pero la entrada del FPD en la coalición que el Partido Socialdemócrata (SPD) y Los Verdes formaron en 2021 fue clave para que no se estableciera una prohibición de velocidad en las autobahn germanas. En su proyecto, Los Verdes han defendido establecer un límite de velocidad para reducir el impacto ambiental del transporte.

Ante el debate reciente de qué medidas impulsar para reducir la contaminación generada por el transporte, limitar la velocidad en las autopistas ha estado sobre la mesa pero, incluso, se ha llegado a amenazar con la idea de restringir la circulación durante los fines de semana. Algo que, finalmente, no sucederá.

Seguridad, contaminación... el debate está en la calle

El impacto medioambiental de la medida es una de las razones que siempre han esgrimido los defensores de imponer un límite de velocidad en las carreteras alemanas.

La Agencia Federal de Medio Ambiente argumentaba en 2018 que reducir la velocidad a 120 km/h reduciría las emisiones contaminantes del transporte en un 4,2%, lo que equivaldría cada año a 6,7 millones de toneladas de CO2. El problema es que son los datos más recientes que tienen y no se tiene en cuenta una revisión de la cantidad ajustada a los nuevos límites de emisiones a los que obliga la Unión Europea.

Los cálculos son dispares. Por ejemplo la Agencia Federal del Clima alemana cifra en dos millones de toneladas de CO2 lo que el país podría ahorrarse cada año si se establece un límite de velocidad acorde a los países vecinos, como 130 o 120 km/h. Pero hay quien duda del verdadero impacto de la medida, ya que se calcula que en 2020 se generaron en Alemania 65,325 megatoneladas de CO2 derivadas del tráfico.

Algunos estudios hablan de reducir más de seis millones de toneladas de CO2 cada año limitando la velocidad. Otros dejan esta cifra en apenas dos millones de toneladas

En 2023, el propio Wissing acallaba los rumores que entonces apuntaban a la posibilidad de imponer un límite de velocidad asegurando que "los altos precios de la energía ya están provocando que muchas personas conduzcan más despacio. Y con los coches eléctricos, la gente no conducirá tan rápido porque quiere ahorrar energía".

Ante los argumentos a favor de limitar la velocidad por razones medioambientales o de seguridad, los defensores de la situación actual argumentan que el cambio sería mínimo en la práctica. Según el Instituto de Economía Alemán (IW) en Colonia señala que sólo el 2% de los conductores de una Autobahn circula por encima de los 160 km/h. Y el 77% de los mismos lo hace por debajo de los 130 km/h.

Además, argumentan que Alemania es un país con una tasa de accidentes mortales mejor que la media. Entre 2020 y 2022, en Alemania murieron entre 31 y 34 personas por cada millón de habitantes por accidente de tráfico. La cifra es la quinta mejor de Europa, sólo mejorada por Finlandia, Irlanda, Dinamarca y Suecia (de peor a mejor) y está muy lejos de los 42-46 fallecidos por millón de habitantes de media que tiene la Unión Europea. España registró entre 29 y 36 fallecidos esos años.

Pero, sin embargo, la posibilidad de imponer unos límites de velocidad parece estar ganando peso poco a poco entre la población. ADAC, una de las asociaciones de conductores más importantes de Europa, recogía en una encuesta que el 50% de los participantes eran partidarios de imponer un límite, frente a un 45% que lo rechazaba. Esto no sucedía desde 1993.

Auto Zeitung recoge otras dos encuestas con resultados dispares pero ajustados. En 2021, Automobilclub Mobil apuntaba con una encuesta que el 52% de los conductores rechazaba un límite de velocidad de 130 km/h en las carreteras nacionales. Ese mismo año el Ministerio Federal de Medio Ambiente y la Agencia Federal de Medio Ambiente, aseguraban con otra encuesta que el 64% de los conductores se mostraba favorable a dicho límite y solo el 36% de los encuestados lo rechazaba en mayor o menor medida.

Todos estos debates llevan implícitos una importante carga política. Como recoge este gráfico de Statista, cuanto más a la izquierda o más defensor del medioambiente se sitúe el partido político, mayor será la aceptación de un límite de velocidad, mientras que cuanto más a la derecha, mayor es el rechazo.

Con todo, las diferencias dentro de los propios partidos ejemplifican que gran parte de la sociedad empieza a ver con buenos ojos el límite. Entre los partidarios de los verdes, solo el 15% de los votantes defiende que las carreteras sigan careciendo de un límite de velocidad, mientras que el apoyo a los 130 km/h es de un 79%. En el otro extremo, en Alternativa para Alemania (AfD), el rechazo al límite solo alcanza el 58%, mientras que el 38% lo aprobaría.

Imagen | toine G

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