Los viajes en tren en Alemania están experimentando toda una revolución. Desde el anuncio de su tarifa plana de viajes a nueve euros, el país está buscando soluciones para animar a los ciudadanos a seguir eligiendo este medio de transporte. Una de ellas pasa por una tarifa plana.
Un éxito sin precedentes. Viaja todo lo que quieras por nueve euros al mes. Esta fue la oferta del Gobierno, recogida con los brazos abiertos por los ciudadanos. Tanto que los viajes en tren se dispararon hasta el punto de acabar muriendo de éxito. Los andenes llenos y las incomodidades se hicieron patentes hasta provocar las críticas hacia el Gobierno, asegurando que el modelo no es sostenible.
Sólo en julio los viajes aumentaron un 42% en la comparación con el mismo periodo de 2019. El principal problema es que en Financial Times aseguraban que este aumento en los viajes no ha servido para un trasvase real de usuarios al tren y que, sin embargo, en las carreteras se han contado el mismo número de coches que en los veranos prepandémicos.
Mirando de reojo. En España también hemos intentado fomentar el uso del transporte público y abaratar el precio de los billetes a quienes hagan un uso regular del mismo. ¿Cómo?: permitiendo viajar gratis a aquellos que se hagan hecho un billete multiviajes en Renfe y Media Distancia. Los resultados ya se dejan ver también en España con andenes abarrotados.
La medida ha servido como constatación de dos hechos evidentes. El primero es que, si algo es gratis en España, somos los primeros en intentar aprovecharnos de ello. Lo segundo es que el transporte público en España es un caos en el que intervienen administraciones municipales, regionales y estatales. Para muestra, este artículo de mi compañero Jose García: Intentando entender el lío que ha montado Renfe con la venta de los abonos gratuitos: qué se puede comprar, qué no y dónde.
También en Alemania. No sólo sucede en España. Algunas voces ya apuntaban que uno de los problemas más importante que tenían los trenes alemanes era el caos que suponía la compra de un billete. "Cuando la oferta y el precio son correctos, la gente cambia al transporte público", aseguró Stefan Gelbhaar, portavoz de transporte del Partido Verde.
Todo ello ha animado a las administraciones públicas a buscar una solución. Christian Lindner, ministro de finanzas alemán, ya alertó que mantener la ayuda de 9 euros costaría 14.000 millones de euros a las arcas del Estado para mantener la tupida red ferroviaria alemana. Desde entonces, una idea se ha erigido como dominante: una tarjeta con una tarifa plana para montar en todos los transportes públicos alemanes.
Sencillo y fácil de usar. Para asegurar la financiación de los transportes públicos, la Asociación de Empresas Alemanas de Transporte propuso un billete único de 69 euros al mes. Los ecologistas apostaron por uno de 29 euros para los trenes regionales y 49 euros de tarifa plana para los nacionales. Finalmente, parece que esta idea está a punto de salir adelante.
La televisión ZDF adelantó la noticia y desde Europa ya la aplauden. El problema, una vez más, es quién paga la subvención al transporte público y cómo. Una tarjeta para los trenes y los autobuses de todo Alemania suena bien, pero lo difícil es llegar a los acuerdos que lo hagan posible.
Dōcō. Otro ejemplo de los complejos sistemas de transporte nacionales lo encontramos en Dōcō, la aplicación que Renfe ha lanzado para facilitar la planificación integral del transporte a los ciudadanos. Con ella se quiere mostrar todos los servicios públicos y privados a los que se puede acceder para ir de puerta a puerta en España, ya sea en una misma ciudad o viajando entre provincias.
El objetivo, en un futuro, es que la integración con la plataforma llegue a permitir la reserva de todos los pasos en el transporte desde la propia aplicación. Que se alcance o no el propósito será, una vez más, cuestión de que los diferentes operadores y administraciones consigan ponerse de acuerdo.
Foto | Olga Nadya
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