Los semáforos españoles son más peligrosos que el resto por una peculiaridad. Y la DGT lo sabe

Los semáforos españoles son más peligrosos que el resto por una peculiaridad. Y la DGT lo sabe
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Quizás te ha pasado más de una vez.

Estás al volante de tu coche, camino de la oficina. No hace ni una hora que te has levantado de cama y ni la ducha acelerada ni el aún más acelerado café que te has bajado con el desayuno han servido del todo para espabilarte. No estás dormido, pero desde luego tampoco despejado.

A medida que el coche avanza por la ciudad miras los peatones, miras al resto de conductores, miras el jardinero que se afana con un seto unos metros más allá y el escaparate de la izquierda. Y miras, a lo lejos, a mano derecha, la calle que tienes que tomar para atajar a la oficina.

Cuando alcanzas el desvío compruebas por el rabillo del ojo que el semáforo está en ámbar intermitente para los vehículos, así que le das un toque a la palanca de los intermitentes para indicar el giro, metes segunda y doblas la esquina con elegancia. Maniobra de manual... O no.

Porque tú no eres el único al que le está dando paso el semáforo. Ni siquiera tienes prioridad.

El mismo dispositivo, en el mismo momento, tiene encendido su disco verde para peatones y hay uno que precisamente pasa corriendo —otro con prisa por llegar a la oficina— por el mismo punto que tú circulabas. No sabes si es el cansancio, una furgoneta aparcada que te quita visibilidad o qué, pero el caso es que cuando ves al viandante lo tienes ya a un par de centímetros de tu capó.

¿Cómo acaba la historia?

Con un susto de campeonato.

Y eso en el mejor de los casos.

Objetivo: reducir los atropellos

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La DGT ha abierto el debate sobre hasta qué punto son seguros, al menos en ciertas circunstancias, los semáforos con ámbar parpadeante que pueden dar lugar a equívocos. En un artículo reciente encabezado con el esclarecedor “El peligro está en el ámbar”, su revista oficial reflexiona sobre hasta qué punto pueden suponer un riesgo. Y no es la primera.

La organización británica Safer Roads Foundation (SRF) ya identificó en Reino Unido un desafío similar con cierto tipos de semáforos, los Pelican, que incluían una secuencia en ámbar intermitente para los conductores. Gracias en parte a su labor, las autoridades modificaron su normativa y en algunos casos incluso se replantearon los formatos de las indicaciones, con secuencias de rojo y verde que incluyen una cuenta atrás para los peatones. El objetivo: ser más claros.

Ahora —explica la revista de la DGT— SRF ha puesto su atención en España, único país en el que, según la organización, se sigue aplicando esa doble indicación que puede dar lugar a equívocos: un disco ámbar intermitente para los conductores y otro, simultáneo, en verde para los peatones.

Para conocer la situación en el país, el colectivo contrató un consultor que analizó varios puntos con indicaciones similares en Burgos y Benidorm. En ambos casos sus expertos llegaron a la misma conclusión: los viandantes se enfrentaban a un riesgo de arrollamiento.

“ETSC (European Transport Safety Council) y SRF hemos trabajado en este tema y, hasta donde sabemos, España es el único país donde se usa una secuencia de ‘filtrado’ de ámbar parpadeante en pasos peatonales controlados por semáforos. No existen esas configuración en otros países europeos. Todavía habría una cantidad significativa”, advierte Antonio Avenoso, del ETSC.

El riesgo de atropello —advierte Avenoso— se agrava cuando en la carretera hay camiones, furgonetas o buses, vehículos de gran envergadura que pueden impedir al conductor ver al peatón hasta que ya está cruzando el paso de cebra. Los cálculos de SRF muestran que, al menos en Reino Unido, las secuencias con ámbar parpadeante se asocian a un 25% más de arrollamientos.

El problema no pasa inadvertido tampoco en la cúpula de Tráfico.

La subdirectora adjunta de Circulación de la DGT, Ana Blanco, reconoce que en este tipo de cruces, con señales en verde y ámbar intermitente, se emiten “mensajes contradictorios” que acaban “creando una situación de peligro" para los usuarios de la vía "más vulnerables”.

La pregunta del millón es… ¿Qué hacer?

En Londres han optado en algunos casos por secuencias de rojo y verde e indicadores de cuentas regresivas, lo que, a priori, reduce el riesgo para quienes cruzan a pie. Las soluciones que adoptaron allí, en la capital británica, no habrían afectado a la fluidez del tráfico. “Existía la preocupación de que causara congestión, pero no fue el caso”, asegura Michael Woodford, de SRF, quien recuerda que el flujo no muy distinto al que se pueda registrar en muchas de las ciudades de España.

En Barcelona han intentado también minimizar riesgos. En al menos ciertos giros a la derecha cambiaron la fase de ámbar intermitente por otra roja. El problema —señala el artículo de la DGT— es que se ha comprobado que la medida sí incide en el tráfico. Los coches deben pararse cuando el semáforo se cierra, aunque no pasen peatones, y eso deriva a su vez en hándicaps: complica los cruces complejos y obliga a que los márgenes de los peatones para cruzar sean breves.

La DGT ya tendría algunas ideas sobre la mesa, como no utilizar este tipo de soluciones en tramos fuera de intersecciones, ni los que presentan giros a la derecha en vías con varios carriles. “En estos casos, la fase verde de peatón debe coincidir con la roja para los vehículos”, zanja la publicación.

Otras soluciones podrían pasar por repensar los tiempos, el uso de contadores o, en aquellos puntos en los que el flujo de peatones no es muy elevado, echar mano de los semáforos con pulsador. Hay quien directamente aboga por concienciar a los conductores para que presten atención cuando giran hacia otra vía, una estrategia más global y que no se limitaría a ciertos pasos concretos.

De momento, eso sí, la publicación de Tráfico habla únicamente de "plantear recomendaciones para mejorar la seguridad" sin "descartar futuras decisiones". Es más, las ideas recogidas en la revista de la DGT han llevado a algunos medios a hablar de que Tráfico se plantea eliminar la luz ámbar de los semáforos, una afirmación que sus responsables no han tardado en desmentir.

“De ninguna manera la DGT se plantea eliminar la luz ámbar en los semáforos. Sabemos que en algunos casos se pueden generar situaciones de peligro, pero son los Ayuntamientos los que deben analizar cada uno de ellos y tomar las medidas oportunas. Pero no se prohibirán de forma general porque aportan evidentes beneficios al flujo circulatorio”, señala Jorge Ordás, de DGT, a El País.

La pelota quedaría así en el tejado de los consistorios, idea que recalca el Ordás: "el principal problema se produce en intersecciones y giros a la derecha, donde la presencia de otro vehículo puede impedir la correcta visibilidad de los peatones. Si ese es el caso, los Ayuntamientos deben analizarlo y actuar en consecuencia. Las competencias sobres estas infraestructuras son suyas, así que lo importante es valorar cada caso concreto y buscar soluciones si es necesario”.

La cuestión no es baladí.

ETSC calcula que entre 2010 y 208 fallecieron más de 51.000 peatones en carreteras de la Unión Europea y en 2019, antes de que el COVID alterase la movilidad, Tráfico contabilizó 47 fallecidos y 317 hospitalizados por atropellos en pasos con semáforo. No todos pueden achacarse al disco ámbar parpadeante y las confusiones a las que puede dar lugar, por supuesto; pero —como reconoce la propia publicación de DGT— al menos en ciertos casos su uso sí puede suponer un “peligro”.

Imágenes | Txindoki (Flickr) y Secretaría de Movilidad de Medellín (Flickr)

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