Renfe afronta por primera vez competencia en casa. Así que ya tiene un plan para infiltrarse en Francia

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La próxima sucursal de Renfe no estará en ningún municipio de la geografía española, ni grande ni pequeño, ni de costa ni de interior. Su siguiente oficina se irá más allá de los Pirineos, a Francia, donde la compañía quiere aprovechar los  vientos de liberalización. La misma tendencia que le ha supuesto un reto aquí, en España —desde 2021 varias empresas privadas le disputan la clientela en algunos de los principales corredores de pasajeros—, se traduce al otro lado de la frontera gala en una oportunidad para tantear nuevos y prometedores mercados.

No son deseos, ni planes, sino una ofensiva ya en marcha.

Una nueva “casa” en Francia. Eso es lo que tiene Renfe en mente: dotarse de una nueva sucursal en tierras galas. Su Consejo de Administración ya ha adoptado la decisión y acaba de trasladársela al Ministerio de Hacienda. El objetivo —detalla la firma— es “acometer con éxito la implantación de Renfe Viajeros en el mercado francés y seguir expandiendo la actividad de Alta Velocidad en los corredores de mayor densidad e interés económico”. Con la sede quiere facilitar la firma de contratos, comercialización, emisión de facturas y búsqueda de personal.

Voluntad de echar raíces. La operadora española señala que la nueva infraestructura demuestra su “voluntad de apostar por el mercado francés y permanecer a largo plazo”. “Es una pieza fundamental en el plan estratégico de expansión internacional para convertirse en un operador de referencia a través de la prestación de servicios de calidad, seguros y eficientes”, argumenta.

¿Y más allá de la nueva oficina? La sucursal es solo una pieza más en los planes de Renfe de abrirse camino en el mercado galo. No la primera. La compañía ya ha logrado los certificados necesarios para operar en las líneas Barcelona-Lyon y Madrid-Barcelona-Marsella. El 16 de enero se iniciaron de hecho las pruebas de los trenes AVE que circularán entre Francia y España y la operadora avanza que, una vez finalice la formación de los maquinistas y logre las habilitaciones para operar en las líneas, definirá un plan de transportes. Por lo pronto, ya tiene una idea de cómo expandirse: de forma progresiva hasta sumar 28 circulaciones semanales.

Sus planes van sin embargo algo más allá. Renfe trabaja ya para conseguir el certificado de seguridad que le permitirá operar en toda Francia. El propósito es claro y desde la operadora española lo reconocen con franqueza: “Aprovechar la incipiente liberalización que el Estado francés y SNCF han anunciado”.

Y todo esto… ¿Por qué ahora? La palabra clave es esa que cita Renfe: la liberalización del mercado ferroviario. Como explica SNCF, la compañía estatal gala, el proceso de apertura a la competencia viene ya de atrás, pero el calendario que maneja el sector es muy claro: “A partir de diciembre de 2023, las autoridades organizadoras —el Estado francés y las regiones— deberán licitar sus contratos”. La liberalización, abundan desde SNCF, afecta a servicios de alta velocidad, que pueden ser proporcionados por múltiples operadores, y a contratos públicos.

Un tema candente... y  al más alto nivel. El tema estuvo sobre la mesa durante la cumbre hispano-francesa de enero. Una vez finalizada, el Ministerio de Transportes lanzó una nota en la que garantiza que su homólogo galo trabaja para que "los operadores ferroviarios españoles puedan operar en el país vecino en un entorno liberalizado". Y desliza: "Raquel Sánchez ha celebrado que Renfe vaya a ofrecer antes de este verano sus servicios ferroviarios en los trayectos Barcelona-Lyon y Madrid-Marsella, y ha aplaudido el compromiso de Beaune de que Renfe empiece a operar servicios entre Lyon y París antes de que termine del año.

¿Y aquí, en España? Aquí, en el mercado que ha dominado con comodidad durante décadas, el escenario también se ha vuelto más complicado para Renfe. En España la liberalización del tráfico de pasajeros se activó a finales de 2020, pero el COVID marcó sus primeros compases y realmente no empezó a cuajar  hasta 2021. Aprovechando esa apertura, en mayo de 2021 SNCF empezó a ofrecer su  servicio de alta velocidad “low cost” en la lína Madrid-Barcelona bajo la marca Ouigo.

El escenario es ahora bastante más complicado que en 2020, antes de la crisis sanitaria. En vez de un único servicio de alta velocidad en manos de Renfe, como ocurría antes, el mercado cuenta con cuatro actores: AVE, Avlo —la marca low cost lanzada en 2021 por Renfe para adaptarse a un mercado más competitivo—, Ouigo e Iryo, un operador que se estrenó hace solo unos meses y está apoyado por un consorcio empresarial integrado por Air Nostrum, Globalvia y Trenitalia. Lógicamente, las marcas privadas se centran en ciertos corredores.

Un mercado interesante, pero no nuevo. Francia pude ser un mercado estratégico para Renfe, pero no nuevo. En 2013 la operadora española y SNCF crearon una alianza para gestionar el servicio entre ambos países, un vínculo que les permitió mover millones de viajeros en las rutas entre Barcelona, Lyon y París y Madrid y Marsella. Las cosas cambiaron sin embargo hace justo un año, en febrero de 2022, cuando SNCF anunció su decisión de romper la cooperación. El paso se dio hace solo unos meses, cuando “Renfe-SNCF en Cooperación” dejó de prestar servicio. Poco antes, recordemos, se había estrenado Ouigo, con SNCF detrás.

Imagen de portada: André Marques 432 (Flickr)

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