Multas, filtraciones, saturación publicitaria: la semana horrible de Facebook y el cuento de nunca acabar

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Puedes lanzar las bombas que quieras, puedes maldecirlo cuanto desees, Facebook es y seguirá siendo el ágora digital mundial por excelencia por muchos años. Pese a ello, o precisamente por esto mismo, todas las semanas nos encontramos con noticias tóxicas sobre la plataforma. Justo en esta, y eso que ya no estamos en las elecciones estadounidenses, se han sumado demasiados hechos relevantes como para no reportarlos.

Facebook descubrió que su cóctel informativo era dañino para tu salud y la de la democracia y aun así decidió seguir adelante. Parece que vivimos un dejá vu con lo que sucedió en 2018 y que se filtró en mayo de este año, pero son hechos nuevos. Antes de las pasadas elecciones probó un algoritmo que mostraba menos noticias que, aunque los usuarios consideraban que eran “malas para el mundo”, eran las que más circulaban. Las métricas dictaron que con la nueva configuración el número de sesiones cayó, así que optaron por “un enfoque nuevo”: volver a ofrecer al público un feed similar al anterior, con el que la gente siguió recibiendo información polarizante pero sin desengancharse de la app.

Leña al fuego. Esta semana también se ha conocido que análisis internos de la compañía del año 2018 habían detectado una lista de 112.000 páginas de presuntos candidatos políticos de EEUU sin verificar que propagaban desinformación. Pese a que los empleados pidieron que fueran verificados, la compañía prefirió no hacerlo, lo que permitió que sus administradores pudiesen seguir comentando lo que quisieran sin sentir la punzada de responsabilidad de estar vinculadas a una persona. 

Saturación publicitaria: a 23 de noviembre The Wall Street Journal anuncia que Facebook tanto en su plataforma matriz como en Instagram ha cuadruplicado el número de anuncios mostrados a los usuarios desde 2015. El caso de Instagram se ha llevado además una buena cantidad de odio por parte de influencers como de usuarios en el rediseño de su app, mucho más comercial. Ha hecho todo esto mientras ha bajado sustancialmente el precio de sus anuncios. Pese a que este año todos los portales digitales hayan vivido una época dorada de engagement durante los confinamientos mundiales, sus ingresos publicitarios serán similares a los del año fiscal anterior.

Tendrá que pagar 300 dólares a cada usuario de Illinois por pasarse por el arco del triunfo las leyes de privacidad de información de los consumidores del condado. Son 650 millones de dólares en total. Aun así le ha salido bien el acuerdo extrajudicial. De haber llegado a la corte el juez estimaba que la cantidad habría ascendido a 5.000 dólares por usuario.

Un primer país prohíbe el uso de Facebook para proteger a sus ciudadanos. Lo han hecho las Islas Salomón y se cree que la medida afectará como mucho a unas 120.000 personas. Es una medida más bien provocativa, un anuncio público de su primer ministro para ganar puntos patrióticos aludiendo que el medio de Zuckerberg “socava” la "unidad nacional”. La cuestión es que el reproche es sanitario: Facebook afecta negativamente a la salud de la gente por polarizarles.

Y todo seguirá igual: ya se ha visto mil veces, pese a un ligero declive en su uso por parte de los Z, año tras año la página azul sigue siendo la red de redes, con un crecimiento de usuarios constante (aunque este año por primera vez el tiempo medio de uso ha caído ligerísimamente). Cuando alguien quiere abandonar su sistema siente que, dada la penetración de la empresa en sus círculos sociales y cómo su medio se ha convertido en el sitio en el que informarse sin alternativa fácil, no es posible escapar a sus tentáculos. Es, simplemente, too big to fail.

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