La Francia anti-Amazon mantiene el combate: ahora estudia fijar el precio de los envíos de libros por ley

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En Francia el sector del libro va a dar un nuevo golpe en la mesa contra los oligopolios de la venta al pormenor. En este caso contra un conocido enemigo del pequeño librero: el precio de los gastos de envío.

0,01 euros: eso es lo que lleva cobrando Amazon desde 2014 por los envíos a sus clientes Prime a cualquier parte del país, el mínimo que marca la ley. En realidad lo que hacen es absorber el precio del envío y recortarlo de sus márgenes porque las grandes empresas lo tienen mejor para hacer eso. Al igual que Amazon, Fnac ofrecía a sus 2,3 millones de suscriptores una tarifa plana mínima por la que no pagaban gastos de envío. Según el sindicato de la librería francesa (SLF), a las tiendas pequeñas les cuesta enviar un libro por correo entre 6,50 y 7 euros.

Destruyendo la fijación de precios. Todo esto, en opinión de los libreros, contraviene al espíritu de la misma ley Lang, de 1981, que establecía al igual que aquí un precio único del libro: los supermercados hacían dumping con los precios de los libros porque por un lado, a mayor tirada compres, más bajos son los costes para el vendedor, y también porque preferían atraer de esa forma a los clientes para que compraran más productos de sus establecimientos.

Estábamos en una situación temporal: en noviembre y diciembre de 2020, y para poder competir con Fnac o Amazon, el Estado venía subvencionando a las librerías francesas los costos de los envíos. En esos dos meses las ventas online de esos comercios se multiplicaron por cinco, según las cifras que ellos manejan. Sin embargo, y por las leyes europeas vigentes, el Estado no puede mantener ese tipo de ayuda pública al comercio a perpetuidad. O lo extingue, o lo replantea como ley. Así, una senadora, Laure Darcos, ofreció el decreto que ahora estudia implantarse de establecer unos precios fijos de envíos, también para los clientes fidelizados. El texto ha pasado ya del Congreso y ahora será debatido en el Senado.

¿El precio justo? Es lo que tendrán que plantear. Según Geraldine Bannier, ponente de la comisión, si la tarifa es demasiado alta generará “una pérdida de peso muerto para el sector”, mientras que si es demasiado baja “no modificará el mercado”. Los sindicatos de libreros quieren apostar por un precio alto, entre 3 y 5 euros, mientras que el sindicato de distribuidores de ocio cultural se inclina por unos 2.90 euros. Estos últimos dicen que si, por ejemplo, el libro de bolsillo de 7 euros te cuesta cinco más con el envío, 12 en total, muchos compradores decidirán dejar de pedir ese libro no sólo en librerías independientes, sino en cualquier otro sitio. Una pérdida neta para todo el sector.

Frenazo al consumidor: de aprobarse este proyecto de ley, los libreros conseguirían “igualarse” a Amazon porque el gigante no podría ofrecer un servicio mejorado al de los libreros. Como es obvio también, esta fijación perjudicará al bolsillo de los compradores, que tendrán que asumir el pago de esos envíos cuando las grandes empresas, que pueden cobrar menos al consumidor por el margen de variación que permite su volumen de compras, ven imposibilitado aprovecharse de ello. Ciertamente es una manera muy francesa de atajar este problema de competencia. Por otra parte, Francia y Reino Unido tienen casi idénticas cifras de población, y, mientras en el primer país hay 3.300 librerías independientes, en el segundo hay menos de 1.000. Los franceses lo achacan a la Ley Lang.

¿Y qué hay de España? El año pasado, y al discutir esta misma cuestión, Correos se “alió” con las librerías independientes contra Amazon. El Ministerio de Cultura consiguió que se bajase el precio medio de envío de libros de los 4,40 euros actuales a 3,09 euros, adelgazando en 1,3 euros la tarifa. Sigue siendo más que los cero euros que pagan los de Prime.

Foto: ActuaLitté.

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