En el mundo actual las tierras raras son un auténtico tesoro. A este peculiar grupo de elementos químicos pertenecen algunos metales tan esquivos y con nombres tan sugerentes como el neodimio, el prometio, el gadolinio, el itrio o el escandio, entre otros. Algunos de ellos son relativamente escasos, y, además, no suelen encontrarse de forma pura en la naturaleza, pero lo que los hace tan especiales son sus propiedades fisicoquímicas.
Sus características quedan fuera del alcance de los demás elementos de la tabla periódica, lo que ha provocado que durante las últimas décadas se consoliden como un recurso muy valioso en numerosas industrias, pero especialmente en las de la electrónica y las energías renovables. Y es que intervienen, por ejemplo, en la fabricación de los motores de los coches híbridos y eléctricos, las baterías, los catalizadores, los láseres, la fibra óptica, los paneles LCD, e, incluso, en los aerogeneradores.
Los depósitos de tierras raras están diseminados por todo el planeta dentro de las fronteras de países como Australia, Canadá, Brasil, Tanzania o Estados Unidos, pero los mayores que se han localizado hasta ahora están en China. De hecho, en 2019 este país asiático dio respuesta a entre el 85 y el 95% de la demanda de tierras raras de todo el planeta. La Unión Europea necesita estos elementos para desarrollar algunas de sus industrias vitales, lo que la ha colocado en una posición de fuerte dependencia de China. Pero esta subordinación podría llegar a su fin pronto.
Suecia confía en haber encontrado un tesoro que beneficiaría a toda Europa
La empresa minera LKAB, que está administrada por el Estado sueco, afirma haber identificado un yacimiento cerca de la ciudad de Kiruna, alojada en el norte del país, que, según sus cálculos, contiene más de un millón de toneladas de tierras raras. Es una auténtica barbaridad. La minería de estos elementos químicos dentro de las fronteras europeas es esencialmente inexistente, lo que obliga a los países de la Unión más industrializados a importar prácticamente todas las tierras raras que necesitan para preservar su actividad industrial.
Estas tierras raras podrían afianzarse como un recurso muy valioso en el camino de la electrificación de Europa
Dada la coyuntura actual es evidente que si finalmente se confirma el anuncio que han hecho hoy los ejecutivos de LKAB y el Gobierno sueco la Unión Europea saldrá muy reforzada a medio plazo. De hecho, las tierras raras que a priori podrían extraerse del yacimiento de Kiruna podrían afianzarse como un recurso muy valioso en el camino de la electrificación a múltiples niveles en el que se ha embarcado Europa. No obstante, aunque todo esto suena muy bien, hay algunas restriciones que no debemos pasar por alto.
LKAB asegura que va a continuar con la prospección del terreno inmediatamente, y también que iniciará los trámites burocráticos que son necesarios para explotar el yacimiento durante el año que acabamos de iniciar. Aun así, habitualmente transcurren entre 10 y 15 años entre el momento en el que se efectúan las primeras gestiones administrativas y el periodo en el que se empieza a extraer material del depósito natural. Además, el volumen del yacimiento es una estimación, por lo que será necesario estudiarlo más a fondo para averiguar si realmente es tan grande como defiende LKAB.
Una década es demasiado tiempo si tenemos presente lo importantes que son las tierras raras para la industria tecnológica europea. Y también, por tanto, para su economía. La burocracia en este caso es lenta porque es necesario evaluar con cuidado el impacto medioambiental que tendrá la explotación del yacimiento, así como la huella que podría dejar en los recursos hídricos de la región. Sin embargo, cabe la posibilidad de que el carácter esencial de las tierras raras contribuya a agilizar estos estudios, y, por tanto, también las gestiones administrativas. Ya lo veremos. Sea como sea, en principio es una buena noticia para Europa.
Imagen de portada: Tom Fisk
Vía: Reuters
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