Por circunstancias de la vida, me he quedado sin un iPhone 13 y no he tenido más remedio que comprarme un Android. Soy fotógrafo y no puedo olvidarme de esta herramienta para trabajar. Así que he buscado un nuevo terminal que me permita seguir trabajando como fotógrafo.
Llevo muchos años de fotógrafo, desde los tiempos en los que el carrete no era la moda, sino la única forma de trabajar. El paso al digital fue duro e intenso. Entré de lleno después de estar a punto de perder un tercer encargo por no tener una de aquellas nuevas cámaras.
La irrupción de la fotografía móvil en mi trabajo ha sido distinta. No se ha convertido en mi primera cámara ni creo que sea tan determinante como muchos han querido ver. Simplemente, lo veo como una excelente y medida jugada comercial. Y una herramienta más que cada uno debe saber cómo y cuándo utilizar.
El cambio de la fotografía móvil
La cámara de un teléfono móvil es una cámara más. Pequeña y manejable como lo fue la Leica cuando apareció en los años 20, permite llevar en el bolsillo todas las herramientas que antes teníamos que completar con un ordenador.
La calidad de imagen es su talón de Aquiles. Y su democratización, el punto pendiente que tiene. ¿A qué me refiero? No es lo mismo disparar con un móvil de más de 1000€ que con uno de 200€. Muchos dirán que lo mismo sucede con las cámaras tradicionales, pero en absoluto es así.
Con una antiquísima Canon EOS 30D, por ejemplo, se pueden hacer ampliaciones increíbles a más de 50 cm el lado mayor sin problema alguno a partir de una fotografía hecha a la luz de la luna. Eso es algo literalmente imposible con la mayoría de los terminales actuales.
Eso sí, con una buena luz, todos los móviles logran resultados perfectos. La clave es conseguir una iluminación perfecta y conocer los límites de tu herramienta de trabajo para saber cuándo utilizarlo o no. En la fotografía digital, como muchos quieren hacernos ver, no todo es blanco o negro.
A por un nuevo teléfono móvil
A la hora de elegir un terminal nuevo, me dejé llevar por el uso que le doy a esta herramienta. Por ahora no he tenido la necesidad de trabajar directamente con él. Mi flujo de trabajo, sobre todo cuando me piden inmediatez, es disparar con alguna de mis cámaras y enviar el jpeg al teléfono para la entrega.
Por este motivo no he buscado solo un teléfono con la mejor cámara, solo uno que me permita enviar, en cualquier lugar, y con rapidez, el archivo. Es decir, que aparte de tener un buen contrato de datos ilimitados, pueda gestionar con rapidez todos los datos.
Antes del iPhone, tenía un Xiaomi Mi A3, y era imposible conectarlo con las apps de Canon y Sony con las cámaras. Es algo que con el iPhone 13 pude conseguir desde el primer momento. Y tenía claro que no quería perder eso.
Trabajo con mis cámaras de formato completo. Selecciono las fotos y las envío al móvil donde las proceso. Es rápido y el resultado perfecto.
Si trabajas de noche, o en un sitio oscuro, los móviles todavía no tienen mucho que decir. Sobre todo si no son de gama alta. Y personalmente prefiero gastarme el dinero que cuestan en un objetivo nuevo antes que en un dispositivo que tendré que cambiar, si todo va bien, en dos años. El objetivo es para siempre. Y como hay que decir ahora, cada uno tiene sus preferencias y no quiero ofender a quien lo hace. Es una opinión personal.
Así que aprovechando el famoso Black Friday, aposté todo a un Google Pixel 6a. Y por lo que estoy viendo, no me he equivocado.
Lo que me ha llevado a comprar el Google Pixel 6a
A la hora de comprar un móvil, busqué uno bueno, bonito y barato. El iPhone 13 no superaba en ningún caso a mi Sony RX100 IV de segunda mano, y mucho menos por la noche. Los archivos DNG eran, desde luego, mucho peores que los .ARW de la compacta con el sensor de 1".
De hecho, si quieres aprovechar al 100% las fotografías de un móvil, en los casos en los que la luz desaparece, no queda más remedio que disfrutar de la inteligencia artificial que solo tenemos en los jpeg o HEIC. Otra cosa es el formato Apple ProRAW de los teléfonos más caros de la marca de la manzana.
Como no quería gastar más de 1000 €, me fijé enseguida en los Pixel de entrada. La cámara goza de una merecida fama, el sistema Android es muy limpio y me permite disparar directamente en un formato crudo si lo necesito.
Y todo gracias al sensor principal de 12,2 megapíxeles y diafragma f/1.7, estabilización mecánica OIS, estabilización digital EIS para la grabación de vídeo, el enfoque PDAF Dual Pixel y un tamaño de píxel de 1,4 µm. Y no podemos olvidar que lleva el mismo procesador Google Tensor de los hermanos mayores.
Todavía es pronto para ver si me he equivocado, pero las primeras semanas están siendo perfectas con él. La cámara de este móvil permite elegir el formato RAW y tengo que reconocer que todo lo que me habían contado sobre sus características, es verdad.
Pero lo más importante es que puedo vincularlo con la cámara sin ningún esfuerzo. Con cualquiera de mis dos cámaras Sony y la app Imaging Edge puedo enviar rápidamente fotografías para enviarlas en un instante.
Además, como siempre necesitamos revelarlas, tengo instalado Adobe Lightroom para un procesado rápido de las fotografías. En caso de querer algo más rápido, tengo accesible Snapseed, aunque cada vez lo utilizo menos por salirse del universo Adobe.
Y una buena noticia para mi. Como he vuelto a Android, automáticamente han reconocido mi cuenta de Photopills y de nuevo tengo acceso a todas sus funciones, muy útiles para la fotografía de paisaje.
Es verdad que mi forma de usar el móvil como herramienta fotográfica no es la propia de un fotógrafo moderno, como muchos piensan. Pero creo firmemente en tener un flujo de trabajo que funcione. Y este es el que me sirve. Eso no quita que alguna vez haga fotos con él, porque no tengo otra cámara a mi alcance.
La fotografía móvil es otra forma de fotografiar. Y no tiene sentido que nadie diga que es el futuro, que ya lo predijo ni nada parecido. Solo es otra cámara que nos resuelve muchos problemas, pero no es la única.
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